En la entrega inicial del Expediente.News intentamos delinear el figurón del mercenario mediático. Caracterizamos esta aberración profesional como un derivado del palangrismo y la información dirigida, pero llevado a niveles aún superiores de extorsión y chantaje.
Por desgracia, esta deformación del verdadero periodismo de investigación, para nada es exclusiva de Venezuela. Es cierto que en nuestro país se han llevado hasta el paroxismo ataques infundados y denuncias sin sustento. Todo de la mano de sujetos tarifados al servicio de agendas inconfesables. Pero en otros países de la región han surgido réplicas, que nada tienen que envidiar a los originales.
Mercenario mayor
Fernando Villavicencio, “periodista” y político ecuatoriano puede catalogarse sin temor alguno como el mercenario mayor del Ecuador. Este sórdido personaje ha hecho del mercenarismo mediático un refinado modus vivendi.
Movido por un odio irracional al correísmo, Villavicencio ha sido acusado en su país de actuar como un agente infiltrado de la CIA norteamericana. Y los hechos demuestran con creces que, como mínimo, se trata de un peón muy bien pagado en el tablero de la geopolítica internacional. Su función está bien delimitada: torpedear la verdadera integración latinoamericana y caribeña. Y, en definitiva, todo aquello que guarde relación con el ideal Bolivariano y la verdadera soberanía de nuestros pueblos.
Maestro consumado de la difamación y la calumnia, Villavicencio fue hallado culpable de cometer el delito de injuria contra el expresidente Rafael Correa y el médico azuayo, Juan Fernando Quevedo. Sin embargo, el fuerte de este polémico “comunicador” ha sido el chantaje a empresas importantes (públicas o privadas), para obtener grandes sumas de dinero.
Mafia y extorsión
Así se le señala en su país como el líder de una mafia que extorsiona por igual a políticos y empresarios. Este trabajo lo cumple por encargo y cuenta para ello con una red de “colaboradores” en todo el Ecuador. Así le filtran datos e informaciones, que él mismo se encarga de amañar. Su predilección es amenazar con afectar el equilibro financiero de las empresas. Y entonces comienza sus operaciones de presión para exigir dinero.
Si la víctima se niega a darle una gruesa cantidad, entonces se activa un dispositivo masivo de difamación, que abarca redes sociales y medios tradicionales. En estos últimos, como no podía ser de otra manera, Villavicencio cuenta con amplia tribuna y “prestigio”. Cada vez que “prende el ventilador”, contra algún político o empresario, se convierte en invitado de honor de diversos espacios radiofónicos o televisados. Esto para dar detalles de sus supuestos hallazgos.
El asambleísta ecuatoriano, Roberto Cuero Medina, resume esta peculiar metodología de forma gráfica.
“Cada vez que Villavicencio tuitea algo le retuitean El Comercio, El Universo, Ecuavisa, Teleamazonas; una serie de páginas web o medios alternativos (…), más de 40-50 radios online; es decir, aquí hay un concierto mediático para servir de caja de resonancia de lo que hace”.
Obviamente, como corresponde a un mercenario mediático, las falsedades son presentadas como el resultado de “arduas” investigaciones. Igualmente, ha pretendido camuflar sus ansias de poder y relevancia pública, tras una fachada de hombre honesto, supuestamente comprometido con causas justas.
Mentiras a granel
Pero la realidad es terca y se encarga de desmentir a Villavicencio a cada rato, con hechos contundentes. Otrora representante de la izquierda radical en sus tiempos universitarios, se le señala de haber dado un salto olímpico de talanquera. Del trotskismo mutó de un tirón a la extrema derecha. Probablemente, para no sentir remordimiento alguno a la hora de falsear hasta su propio título universitario.
Según una investigación de la revista La Otra, Villavicencio primero estudió en la Universidad Central de Ecuador, donde no aprobó ninguna materia. Y luego se matriculó en la Universidad Cooperativa de Colombia. La novedad es que se tiene registro de su tesis de grado, pero extrañamente esta no aparece por ningún lado. Solo se conoce el anteproyecto.
A Villavicencio también se le acusa de encubrir un asesinato en su país. En un audio de una de sus conversaciones filtrado a las redes sociales, expone sin pudor alguno que no denunció el mencionado homicidio, simplemente porque no le convenía.
¡Tremenda Joya!
Fernando Villavicencio confiesa saber de un asesinato que nunca lo reportó, y evidencia su fuerte vínculo con el sindicado Charly Pareja. #NoAlLawfare @VillaFernando_ pic.twitter.com/IPQyuhOSwb
— 𝐂𝐡𝐮𝐨𝟐𝟒 – 𝟖𝐊 – #FreeAlexSaab (@ElGranChuo1) January 9, 2022
Familia que roba unida…
Las inclinaciones delictivas de Villavicencio no son de su exclusividad. Dentro de su grupo familiar, hay otros delincuentes.
El político ecuatoriano, Santiago Cuesta, ha denunciado que uno de los hermanos de Villavicencio tiene sumas de dinero que no puede justificar. En efecto, en las cuentas bancarias del sujeto señalado hay registro de movimientos de hasta US$ 4 millones, entre 2011 y 2018.
Por otro lado, su pasado como dirigente sindical en la empresa estatal PetroEcuador, también deja mucho que desear. Según refiere el acta de finiquito, el personaje recibió dos liquidaciones. La primera por concepto de indemnización, cuya cifra es de 448 millones 942 mil 886 sucres. La segunda por haberes, que totalizaron 462 millones 499 mil 396 sucres. Ambos montos equivalen a 26 mil 408, y 27 mil 205 dólares, respectivamente. Con ese dinero abrió junto a uno de sus hermanos la pizzería El Leñador.
Mono con hojilla…
Aunque parezca increíble, un personaje con semejante prontuario como Villavicencio, hoy se pavonea como asambleísta del Ecuador. De hecho, ostenta el cargo de presidente de la Comisión de Fiscalización y Control Político. Algo por lo menos sorprendente, porque además de sus desviaciones como ladrón y mentiroso compulsivo, también se le ha señalado de agresor de mujeres, odio político y discriminación racial.
Y ha sido precisamente desde la tribuna legislativa donde más ha impulsado sus peores desmanes. Entre ellos el llamado caso de lawfare, donde ha pretendido enlodar la imagen del empresario y diplomático venezolano, Alex Saab; del expresidente, Rafael Correa y la exsenadora colombiana, Piedad Córdoba, entre otros.
Este mercenario ha levantado un supuesto dossier, plagado de falsas acusaciones. Su objetivo ha sido posicionar una matriz de ataque contra Saab y contra el Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos (Sucre).
No hay pruebas
El ex Fiscal General de Ecuador, Dr. Galo Chiriboga, ha dejado claro que Saab no tiene ninguna vinculación con la empresa Foglocons. Compañía a la que se ha señalado por un supuesto lavado de activos.
En cuanto al Sucre se trata de una iniciativa impulsada por el Comandante, Hugo Chávez, en el marco del ALBA. Esto para potenciar la integración latinoamericana y caribeña, sobre la base de principios de solidaridad, complementariedad y respeto a la soberanía. No sorprende para nada que un sujeto de la calaña de Villavicencio sea capaz de inventar tales bajezas, contra una propuesta regional de semejante calibre ético y moral.
Fernando Villavicencio se ha convertido, a que dudarlo, en el mercenario mayor del Ecuador. Solo escuchar su nombre y apellido tendría que ser suficiente para encender las alarmas y remojar en alcohol cualquier contenido al que se le atribuya su autoría. En realidad, ¿Qué crédito se le puede dar a un sujeto así?.