Este 8 de marzo millones de mujeres al rededor del mundo conmemoran el Día Internacional de la Mujer. Son numerosos los mensajes de felicitación que se comparten por esta fecha especial. Más, el 8M también es una efeméride para recordarle al mundo sus deudas con el género femenino. Sobre todo con las niñas, quienes en pleno siglo XXI sufren penas que debieron haber quedado deslastradas hace siglos: el matrimonio infantil y la mutilación femenina.
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8M día de la mujer: Uniones y matrimonios tempranos
El matrimonio infantil, temprano y forzado es una práctica que priva a las niñas de su infancia, potencial y derechos fundamentales. Se trata de una grave violación de los derechos humanos que afecta a millones de niñas en todo el mundo. En este sentido, de acuerdo con cifras de Naciones Unidas, “en los últimos 10 años, en el mundo hay 640 millones de niñas y mujeres que se casaron en la infancia“.
Las causas del matrimonio infantil, temprano y forzado son complejas y están interconectadas:
- Desigualdad de género: Las niñas son vistas como inferiores a los niños, lo que las hace más vulnerables a ser casadas a temprana edad.
- Pobreza: Las familias con pocos recursos pueden ver el matrimonio infantil como una forma de asegurar el futuro de sus hijas o como una fuente de ingresos.
- Normas sociales: En algunas comunidades, el matrimonio infantil es una tradición cultural que se considera normal y aceptable.
- Inseguridad: En contextos de conflicto o crisis humanitaria, las niñas pueden ser casadas como una forma de protegerlas de la violencia.
América Latina
Las niñas y adolescentes de América Latina también son víctimas de esta problemática. De acuerdo con cifras de Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de 2022: “El 22% de las niñas o adolescentes de la región contrajo matrimonio por primera vez o mantenía una unión temprana antes de cumplir los 18 años”.. Un estudio realizado por el organismo rebeló que “esa prevalencia no ha variado sustantivamente en los últimos 25 años“.
Los países que permiten el matrimonio a partir de los 16 años con autorización de los padres, representantes legales o de un juez son:
- Bolivia
- Brasil
- Chile
- Nicaragua
- Paraguay
- Perú
- Uruguay
- Venezuela
Mientras que las naciones latinoamericanas dónde la unión con menores de edad está prohibida son: Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Puerto Rico y República Dominicana. Paradójicamente, en algunos países donde está prohibido el matrimonio infantil hay porcentajes elevados de este tipo de unión.
Tales son los casos de Honduras (34%) y República Dominicana (32%) que de acuerdo con cifras del aludido informe de la Cepal muestran porcentajes de este tipo de uniones, incluso, de más del 30%.
Más allá de los números
Pero en este tema hay es necesario trascender las estadísticas. Es imperativo establecer que las consecuencias del matrimonio infantil, temprano y forzado son devastadoras. No solo para quienes lo sufren, también para a sociedad.
- Salud: Las niñas que se casan antes de la edad legal tienen mayor riesgo de sufrir complicaciones durante el embarazo y el parto.
- Educación: El matrimonio infantil suele interrumpir la educación de las niñas, limitando sus oportunidades de desarrollo personal y profesional.
- Violencia: Las niñas casadas a temprana edad son más propensas a sufrir violencia física, sexual y psicológica por parte de su pareja o familiares.
Las medas a tomar para poner coto a esta práctica suponen todo un reto para los gobiernos y la sociedad:
- Empoderar a las niñas: Es fundamental invertir en la educación y el desarrollo de las niñas para que puedan tomar decisiones sobre su propio futuro.
- Combatir la pobreza: La reducción de la pobreza es esencial para eliminar las causas económicas del matrimonio a edad temprana.
- Cambiar las normas sociales: Se deben promover campañas de sensibilización para desafiar las normas sociales que perpetúan este tipo de unión.
- Fortalecer las leyes: Los gobiernos deben promulgar y aplicar leyes que prohíban el el matrimonio infantil.
8M día de la mujer: Arrancar la carne, más no el corazón
“Me habrán arrancado la carne, pero nunca el corazón”, declaró en 2022 Abida Dawud de la región Afar, ubicada en Etiopía, mujer sobreviviente de la mutilación genital femenina. Ella es parte de las más de 230 millones de niñas y mujeres que han sido sometidas a esta práctica y han vivido para contarlo.
“Hay cuatro tipos de mutilación genital femenina; yo sufrí la de ‘Tipo III’, que consiste en extraer totalmente el clítoris y en coser los labios y la vagina dejando únicamente un pequeño orificio para orinar y menstruar. Vi que mi matrimonio no se podía consumar hasta que se revertiera la infibulación”, dijo la activista Jaha Dukureh a un woman.
De acuerdo con un informe publicado por la Unicef el 8M, la disminución de este procedimiento es lenta. “Tendría que ser 27 veces más rápido para poner fin a la práctica en 2030“.
En el análisis denominado ‘Mutilación genital femenina: Una preocupación mundial’, el organismo internacional resalta las cifras más altas de ejecución de mutilación genital femenina. En este sentido, los países africanos llevan la batuta con 144 millones de casos, seguidos de 80 millones en Asia y 6 millones en Oriente Medio.
La mutilación femenina es una práctica que viola los derechos humanos de niñas y mujeres y puede dejar secuelas físicas, psicológicas y sociales duraderas.
Consecuencias físicas:
- Dolor intenso y sangrado
- Infecciones
- Dificultades para orinar y menstruar
- Quistes y abscesos
- Problemas de fertilidad
- Complicaciones durante el parto
Igualmente entre las consecuencia más graves está el riesgo de muerte.
Implicaciones psicológicas:
- Trastorno de estrés postraumático
- Ansiedad
- Depresión
- Baja autoestima
- Disminución del deseo sexual
- Dificultades para establecer relaciones sanas
Secuelas sociales:
- Estigmatización
- Aislamiento social
- Dificultades para acceder a la educación y al trabajo
- Perpetuación de la desigualdad de género
Como en el caso de el matrimonio infantil, la erradicación de la mutilación genital femenina debe ser un compromiso de todos. Los gobiernos, organizaciones internacionales, comunidades y cada persona deben involucrarse. Solo trabajando juntos podría ser posible dejar atrás esta atroz práctica y construir un futuro donde las niñas y mujeres puedan vivir libres de violencia y discriminación.
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