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Oliver, una historia para recordar siempre

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Era una tarde de domingo. El presidente Hugo Chávez desde Miraflores monitoreaba por televisión, la visita a un refugio de venezolanos que perdieron su vivienda. Oliver vivía uno más de sus miles de días en la calle, esperando. 

Estaba con otra persona en situación de calle. Ese día andaban por las Torres de El Silencio, en pleno centro de Caracas. 

Chávez decidió a última hora visitar el refugio, ubicado en la Universidad Nacional de la Seguridad, para comprometerse con los venezolanos que, tras las lluvias, habían perdido sus viviendas. 

Oliver había perdido todo desde antes. 

Posiblemente una casualidad, la predeterminación, o las oraciones de Oliver hicieron que nada menos que Hugo Chávez se cruzara justo ese día en su camino. 

11 años después, unos días antes de su fallecimiento, pasó por ese mismo lugar, ahora con su esposa y su hijo. Puso la mirada en las emblemáticas torres creadas por Carlos Raúl Villanueva, y llamó la atención de su niño para contarle que justo ahí lo había rescatado el comandante Chávez, y que nunca había vuelto a pasar por ese lugar, hasta ese día. Que gracias a eso logró recuperar su vida.

El encuentro con el futuro

La bitácora de Chávez ese día en 2010, estaba puesta en mostrar a su equipo unos terrenos para lo que hoy se conoce como la Gran Misión Vivienda Venezuela

Después de visitar el refugio en la Unes personalmente, mostró a su equipo de gobierno unos terrenos baldíos cercanos a Miraflores, donde efectivamente hoy existe un urbanismo. 

El Comandante iba al volante de un Tiuna, junto a sus ministros. Ahora los llevaba a ver unos edificios que se construían en terrenos que eran propiedad del Metro de Caracas en la avenida Lecuna, que estaban sin uso. 

En el trayecto, un joven que jugaba con un perro. Preguntó a quienes lo acompañaban y la respuesta no lo satisfizo. Se bajó, saludó, compartió café con él en su taza, lo abrazó

La foto y el compromiso cumplido quedaron para la posteridad. 

Oliver, Una historia ejemplar

Se fue de su casa desde muy joven. Una historia de maltrato que no quería seguir viviendo, lo empujó a la calle. 

Ya no recordaba su vida dentro de pared alguna. Pero  no quería seguir en esa situación, temía por su vida. 

 –¿En qué quieres que yo te ayude?, le preguntó el líder bolivariano.

-No quiero casa porque la voy a vender y lo voy a consumir en drogas, ni plata porque la gasto en drogas. Lo único que le pedí era que me devolviera mi vida, mi salud, mi estabilidad. Relató unos años después en una transmisión televisiva.

Seis horas después del encuentro con Chávez, Oliver despegaba en un avión de madrugada con rumbo a Cuba, para iniciar su proceso de rehabilitación de las drogas. 

Tras su regreso, se dedicó hasta el último día de su vida al rescate de personas en situación de calle. Era trabajador de la Misión Negra Hipólita. Aunque podía desempeñar cualquier otra función, prefería trabajar en la brigada de captación; si había un caso difícil, de alguna persona que no quisiera dejarse ayudar, él les contaba su testimonio. 

La de Oliver fue una historia con final feliz, a pesar de su pronta partida. Tenía un trabajo que amaba, una esposa y un hijo. Una familia bajo un techo de la Gran Misión Vivienda Venezuela, de esas que rondaban la cabeza de Hugo Chávez cuando lo conoció. 

Oliver falleció de un infarto este domingo 19 de diciembre a los 36 años de edad, después de haber servido por años a las personas de mayor exclusión social, brindando su testimonio para devolverles la vida, como Chávez hizo con él, un día.

Venezuela News Radio 104.9 FM

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