Los grupos más radicales de la ultraderecha venezolana asentada en Miami celebran como un gran logro la reciente aprobación en el Senado norteamericano del proyecto de Ley Bolívar (Ley de Prohibición de Operaciones y Arrendamientos con el Régimen Autoritario Ilegítimo de Venezuela).
Palabras más, palabras menos, con este adefesio jurídico se pretende frenar de alguna manera el imparable proceso de renacer económico activado en Venezuela desde 2021. Pero más allá del despropósito que representa esta inmoral ley, llama poderosamente la atención el prontuario delictivo detrás de su principal promotor, el senador republicano, Rick Scott.
Sobre todo porque, de tanto en tanto, Scott aparece en los medios de comunicación norteamericanos con discursos seudo moralizantes y proclamas altisonantes en contra de Venezuela. Algunos meses antes de sacar a la palestra pública su absurda e inmoral ley Bolívar, tronaba provocaciones de este tenor:
“Maduro (Nicolás, presidente constitucional de Venezuela) es un tirano genocida como Putin (Vladimir, presidente de Rusia). Aparentemente, Biden (Joseph, actual presidente de EE.UU) ha olvidado que la dictadura de Maduro ha matado a miles o que Maduro ayuda a los narcoterroristas que trabajan para desestabilizar a Colombia y América Latina. Alberga a los matones de Castro y se asocia con enemigos como Rusia, la China comunista, Irán y Hezbolá”, dijo Scott.
Reductos del trumpismo
Queda claro que Scott, quien fuera gobernador de Florida y llegó a ser una figura relevante de las políticas de Sanidad del ex presidente Donald Trump, figura como un exponente aventajado de la derecha ultramontana norteamericana. De ahí que actores subalternos de estos grupos de poder político, como la denominada gusanera mayamera (ahora, cubano-venezolana), queden cautivados con cada actuación de este impresentable personaje.
No es casualidad, que el señor Scott se pasee con frecuencia por el programa televisivo de la presentadora venezolana Carla Angola, quien destaca por su odio obsesivo contra su país de origen. Desde esa palestra televisiva se emiten cada cuanto, amenazas y condenas contra el gobierno venezolano y toda su población. En realidad hacen malabarismos para tratar de desconocer el resonante fracaso del interinato de Guaidó.
Resulta evidente que con su inmoral Ley Bolívar, Scott representa un reducto del trumpismo ultramontano, que debe dar las respuestas adecuadas a esos grupos tan radicalizados. Sobre todo, porque perder el apoyo de estas facciones significaría su inevitable muerte política.
Estela de corrupción
Pero antes de analizar las verdaderas motivaciones de la inmoral Ley Bolívar, conviene hacer un recuento bastante apretado del prontuario delictivo que precede a Scott. Este sujeto que ahora se pretende erigir como adalid de las libertades democráticas, no pasa de ser un estafador de la peor calaña. A mediados de los años 90 se hizo tristemente célebre por protagonizar el “mayor fraude de la historia” al sistema de Medicare norteamericano.
Sí, el señor Scott quien ahora pretende protagonismo con su inmoral Ley BOLÍVAR, fue el responsable de un desfalco como pocos. Este sujeto fue cofundador de la Columbia Hospital Corporation, que más tarde se fusionó con HCA Healthcare para convertirse en Columbia/HCA. Éste es ahora uno de los mayores sistemas hospitalarios con ánimo de lucro de Estados Unidos.
Fraude de la historia
Pero en 1997, el hospital de Scott se vio envuelto en una investigación llevada a cabo conjuntamente por la Oficina Federal de Investigación, el Servicio de Impuestos Internos y el Departamento de Salud y Servicios Humanos, debido a la preocupación por un posible fraude a Medicare. Los federales tenían órdenes de registro para las instalaciones de Columbia/HCA, así como para docenas de médicos de los que sospechaban que estaban vinculados a la empresa en una importante trama de corrupción contra Medicare y Medicaid.
A raíz de la cascada de reclamaciones de los usuarios burlados y las investigaciones llevadas a cabo por el sistema de justicia norteamericano, se determinó que la estafa de Scott y su hospital ascendió a la suma de 1.700 millones de dólares. Lo que se considera el mayor caso de fraude hospitalario en los EE.UU.
Gruesas tajadas
Apartando las elevadas multas y sanciones, Scott se las arregló para amasar una caudalosa fortuna personal. ¿Cómo ganó dinero Scott? Se dice que la mayor parte provino de la debacle del fraude sanitario. “Cuando Scott abandonó la empresa, unos cuatro meses después de la redada inicial, recibió una indemnización de 9,88 millones de dólares. También poseía US$ 10 millones en acciones de la empresa, que entonces valía más de 300 millones de dólares”. Un portavoz del partido demócrata de Florida, Joshua Karp, dijo en un comunicado de prensa de 2014 que Scott era el “ladrón definitivo de Medicare”.
Ya como gobernador de Florida, era de esperar que los desmanes de Scott continuaran. Como reseña Cubadebate, Scott impidió la separación de los servicios de atención dental de Medicaid en 2013. Esta medida benefició a Managed Care of North America (MCNA). En 2014, MCNA dio $75,000 a Scott, y $355,000 al Partido Republicano de Florida. Luego, en 2016, el MCNA se pronunció a favor de escindir los servicios dentales de Medicaid. Ese mismo año, Scott firmó una ley haciendo precisamente eso.
Más extorsiones
En 2014, Scott revocó la decisión del Departamento de Protección Ambiental de Florida de bloquear el desarrollo de Flagstone Island Gardens en la isla Marina, a pesar del riesgo de proliferación de algas tóxicas. Ese mismo año, United States Sugar Corporation donó 960.000 dólares al Comité Let’s Get to Work, perteneciente a Scott.
Salta a la vista que la carrera política de Scott ha estado plagada de escándalos e inmoralidades. Estas pocas líneas no alcanzarían para dar una idea cabal de los crímenes cometidos por este señor contra un aspecto sagrado, como es la salud de su propio pueblo. No obstante, los medios de comunicación más influyentes en EE.UU, suelen hacerse de la vista gorda. Esto porque en ese sistema político, los personajes como Scott no son la excepción, sino la regla.
Apropiación de héroes
Por otro lado, el que hayan empleado una figura tan trascendental como el Libertador, Simón Bolívar, para el acróstico de su inmoral ley, tampoco es algo casual. Es una manera de intentar apropiarse de nuestros héroes y símbolos más sentidos. Así tratan burdamente de hacer más potables sus agendas inconfesables.
«No hay ninguna razón por la que el gobierno de los EE. UU. deba trabajar con empresas que también trabajan con un dictador tan repugnante. Estoy increíblemente orgulloso de que el Senado haya votado, para responsabilizar a Maduro por sus abusos al aprobar por unanimidad mi ley Bolívar”, ha manifestado Scott.
Es obvio que Scott trata de encubrir su odio irracional contra el país, manoseando el nombre de un prócer continental de la talla de Bolívar. El piquete comunicacional de esta torpe estrategia es lograr una suerte de síndrome de Estocolmo, para que las políticas imperiales de saqueo y rapiña, luzcan ante los ojos de incautos como planes de liberación democrática.
Por qué frenar
Gracias a las políticas del gobierno venezolano, el país se encamina hacia la consolidación de su segundo año de renacer económico. Ello coloca a Venezuela entre los países con mayor crecimiento de la región. Asimismo, en medio de la guerra entre Rusia y Ucrania, la nación se ratifica en el escenario internacional como una potencia energética de carácter estratégico.
Esto le arde al fracasado trumpismo y a su Frankenstein político, Juan Guaidó. Por eso quieren prohibir que las agencias federales otorguen contratos de la administración de Estados Unidos a empresas venezolanas vinculadas al gobierno de Maduro.
Blancos de ataque
Entre los aspectos que quiere sabotear esta inmoral ley destaca:
– «Prohibir que las agencias federales otorguen contratos del gobierno de Estados Unidos a empresas que tengan negocios con el régimen de Maduro».
La idea es tratar de frenar el flujo de inversiones que comienza a recuperarse en el país. La respuesta de la cancillería venezolana ha sido contundente. “Este instrumento, contrario al derecho internacional y concebido desde los sectores extremistas de la política en Estados Unidos, vulnera la integridad del pueblo soberano de Venezuela, así como la de las mismas empresas estadounidenses”, ha señalado el despacho de Relaciones Exteriores.
No sorprende que un estafador convicto y confeso como Rick Scott haya sido capaz de promover una inmoral ley como esta. Lo que sí causa estupor es que este villano pretenda dar lecciones de democracia a un pueblo y a un gobierno como el venezolano. Honestamente, le queda demasiado grande.