Argentina tendrá a partir de mañana nuevo presidente, será el autodenominado “liberal libertario” Javier Milei, un animador de programas de chismes políticos, que logró encausar el repudio mayoritario a la política y los políticos. Un repudio en el que tuvo mucho que ver quien hoy está en su último día de gobierno: el anodino Alberto Fernández.
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Fernández se despidió en un mensaje en cadena nacional, durante el feriado del 8 de diciembre. “Sabemos que no alcanzamos los objetivos que nos propusimos en la lucha contra la inflación y la pobreza”, dijo desde el patio de la Casa Rosada, la sede del gobierno argentino.
Enseguida aseguró que el fracaso se debió a circunstancias externas. “Las circunstancias y el contexto no nos acompañaron”, aseguró. Es cierto: la pandemia de la COVID-19 fue un duro golpe para su gestión. La Argentina fue duramente golpeada por la enfermedad: tuvo más de 10 millones de contagiados y más de 100 mil muertos, ubicándose en el lugar 14 de la estadística mundial.
La respuesta del gobierno argentino a la crisis fue acertada, recortó fuertemente la cifra de víctimas fatales y evitó situaciones como la que registró el vecino Brasil, con más de 700 mil muertos. Pero las consecuencias económicas de la pandemia fueron fuertes.
También gravitó el desastre de Mauricio Macri, quien contrajo y permitió que se fugara el crédito del Fondo Monetario Internacional por más de 57 mil millones de dólares. Un récord para el organismo, del cual Argentina había logrado salir años antes, en la administración de Néstor Kirchner.
Fernández no intentó negociar con el Fondo Monetario desde una posición de fuerza, comenzando por discutir la legitimidad de la deuda. Por el contrario, cedió a las presiones del FMI, quedando sin margen de maniobra para atender a la población, atribulada por las consecuencias sociales y económicas de la pandemia.
Errores no forzados
El primero, la difusión de una fotografía de un festejo de cumpleaños en la residencia oficial de Olivos de la esposa del presidente, Fabiola Yáñez, en plena pandemia y cuando estaban prohibidas ese tipo de reuniones. Fue el primer gran misil en la línea de flotación de la administración Fernández.
La oposición, lógicamente, hizo leña del árbol caído. Los antivacunas y antiaislamiento (que en Argentina los hubo y muchos) se hicieron una fiesta, entre ellos el mismo Javier Milei. El malhumor social creció. No era para menos.
Otro aspecto que queda en el debe de la administración de Alberto Fernández es la relación con la justicia. El mandatario saliente no enfrentó el lawfare. La utilización de la justicia para perseguir a la vicepresidenta Cristina Fernández no solo no se detuvo sino que creció, hasta condenarla a 6 años de prisión (por ahora en suspenso) en una causa que es un escandaloso armado judicial.
Así se sentaron las bases para el atentado contra la vicepresidenta, en setiembre de 2022. La investigación judicial fue una farsa y no avanzó hacia los autores intelectuales. La presidencia del mandatario en este tema fue total, y contribuyó a su debilitamiento político.
Es la economía…
Pero la madre del fracaso del gobierno Fernández es, sin duda, el descalabro económico. Ya apuntamos que es verdad que influyeron fuertemente la herencia de Macri y la pandemia. También hay que anotar la sequía histórica que afectó fuertemente la campaña agrícola de 2022 y comienzos de este año. Pero, no es menos cierto que en esa área también fallaron las políticas.
Fernandez se despide con una devaluación del peso, la moneda local, superior al 200 por ciento. El precio del dólar -siempre sucede en Argentina- catapultó la inflación a niveles alarmantes: 147 por ciento interanual en octubre de 2023. Colocar al ministro de Economía, Sergio Massa, como candidato del oficialismo no es una decisión en la que Fernández haya influido, pero queda claro ahora que fue la frutilla de la torta.
Fernández se va de la Casa Rosada con un alarmante 40 por ciento de pobreza, más aún que lo que había dejado Macri, que rondaba el 35 por ciento.
También, se va con la tropa propia en desbandada, golpeada por la amplia victoria de la ultraderecha. Al peronismo le queda, eso sí, la estratégica provincia de Buenos Aires, donde fue reelecto el kirchnerista Axel Kiciloff, para comenzar desde allí la reconstrucción.
Fernández volverá a la docencia, en Argentina y en España, donde -según se rumoreaba- podría instalarse junto a su esposa y su hijo pequeño, que nació durante su mandato. Esta posibilidad luego se desmintió.
Esto es casi un retiro de la actividad política. No es para menos.
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