Luego de que al menos 22 países suspendieran vuelos provenientes del sur de África por la aparición de la nueva variante de coronavirus Ómicron, cada vez son más los pasajeros que esperan en los aeropuertos sudafricanos para retornar a sus países de origen.
A principios de noviembre, Sudáfrica y Botsuana registraron una nueva mutación del virus SARS-CoV-2. Desde entonces se ha registrado una treintena de casos, mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya la clasifica como una «variante de preocupación» por ser potencialmente contagiosa.
Las alarmas han vuelto a encenderse
Tal como pasó en 2020, varias naciones han optado por restringir vuelos desde y hacia el sur de África por temor a la variante Ómicron.
El primero en tomar la iniciativa fue Reino Unido. Poco después, Austria, Francia, Italia, Países Bajos y Malta, entre otros países de la Unión Europea siguieron esta narrativa.
En este sentido, el pasado viernes 26 de noviembre la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, planteó suspender todos los vuelos procedentes dicha región.
En consecuencia, este lunes se reportaron varios viajeros europeos en el aeropuerto internacional O.R Tambo de Johannesburgo, capital de Sudáfrica. Desesperados intentaban tomar un avión para regresar a casa antes de que cierren las fronteras definitivamente.
Así fue el caso de Lizette Buys, una sudafricana residenciada en España, que había viajado para visitar a sus padres, después de dos años sin verlos. Similar fue la situación de Joyce Maaka, otro sudafricano residente en Reino Unido, que manifestó su descontento por la decisión del cierre de aeropuertos. Rechaza tener que guardar cuarentena nuevamente cuando regrese por la variante Ómicron. Según dijo, cancelaron su vuelo y no tiene dinero suficiente para hospedarse en un hotel.
En este sentido, el gobierno sudafricano lamenta que la comunidad internacional castigue su capacidad de detección de nuevas variantes.