La orfandad de liderazgo es tal en el seno de las fuerzas opositoras, que sus ideólogos son capaces de aferrarse a lo que sea. En su desesperación por construir un personaje que más o menos emocione a las masas, han perdido cualquier pudor. Así han llegado al colmo de exhibir un héroe de utilería, como supuesto mártir de la libertad.
Tampoco es la primera vez que lo hacen, quizás el ejemplo más vergonzoso, es el pseudoliderazgo construido, casi a la fuerza, alrededor de la patética figura de Juan Guaidó. Un sujeto completamente anónimo, que de la noche a la mañana fue ungido por fuerzas sobrenaturales como “presidente” de toda una nación.
De ser un perfecto desconocido, Guaidó trascendió en la esfera pública, gracias a la oleada de alabanzas de la mediática nacional e internacional. Hoy cuando naufraga en su piélago de contradicciones, esos mismos medios hacen leña del árbol caído. El otro gran héroe de utilería de este liderazgo opositor, sin patria y sin proyecto, se llama Óscar Pérez.
Héroe de utilería
Un sujeto también completamente desconocido. Pero que alcanzó cierto renombre en esos mismos medios, por su pose de soldado G.I Joe y su actitud desafiante contras las instituciones. No tenía ninguna trascendencia en el cuerpo de seguridad al que pertenecía (CICPC), puesto que muy pocos se embarcaron con él en su loca aventura contra el Estado.
Era tal su accionar solitario que el 27 de junio, cuando alcanzó sus primeros 15 minutos de fama, estaba completamente solo. Ese día se robó un helicóptero del Estado y él mismo se tuvo que grabar en un vídeo, para divulgar cómo lanzaba granadas contra el TSJ y el Ministerio de Relaciones Interiores Justicia y Paz. Igualmente, lanzó varios disparos al aire. Por supuesto tal acción fue suficiente en la prensa mundial para elevarlo a la categoría de “héroe” contra la dictadura. Aún cuando puso en riesgo la vida de niños y adultos.
Como era lógico esperar y como ocurriría en cualquier país del mundo medianamente normal, los cuerpos de inteligencia del Estado se activaron en la búsqueda de quien había actuado como un terrorista. Pérez continuó su campaña solitaria y subversiva desde las redes sociales, generando reacciones de apoyo, también únicamente desde esas plataformas virtuales.
Dado de baja
El pasado 15 de enero de 2018, tras un intenso operativo de búsqueda Pérez, junto a un puñado de ex funcionarios, fue dado de baja.
No fue ninguna masacre, como ha querido llamar cierta prensa. Pérez y sus secuaces abrieron fuego contra funcionarios del FAES. Y en la acción perecieron dos agentes de las fuerzas de seguridad del Estado: Andriun Ugarte y Nelson Antonio Chirino Cruz, a quienes curiosamente nadie menciona.
A cuatro años de esa acción policial, pocos recuerdan a Pérez y mucho menos a sus anónimos compañeros. Este ha sido otro lamentable caso de un héroe de utilería construido en forma forzada para un movimiento opositor completamente huérfano. Así como nadie recuerda a Pérez, en algunos años nadie recordará a Guaidó.