La semana pasada la ONU mostró su informe anual sobre el Índice de Desarrollo Humano 2023-2004. La conclusión principal es que los países ricos experimentan un desarrollo sin precedentes, mientras la mitad de las naciones más pobres del mundo languidecen por debajo de sus niveles anteriores a la crisis de la covid-19.
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El Índice de Desarrollo Humano (IDH) es un compendio de estadísticas que miden factores como la renta per cápita, el nivel educativo y la esperanza de vida en prácticamente todos los países.
Suiza, Noruega e Islandia encabezan los IDH nacionales, mientras que la República Centroafricana, Sudán del Sur y Somalia están en los últimos lugares de la tabla.
Según los datos, todos los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) han sobrepasado su nivel del Índice de 2019 pero, entre los países menos desarrollados, solo uno de cada dos ha recuperado sus bajos niveles previos a la crisis.
La recuperación “parcial, incompleta y desigual” tras la pandemia está dejando a los países más pobres atrás, exacerbando desigualdad y avivando la polarización política. Durante dos décadas, los países más pobres del mundo estaban logrando avances para cerrar la brecha con los países más ricos. Sin embargo, esta tendencia se ha revertido y la desigualdad entre los países ahora está aumentando.
A solo seis años de la fecha marcada para lograr la Agenda 2030, el mundo está más lejos de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible que hace cuatro años, y estamos retrocediendo en objetivos clave como la acción climática, la protección de la naturaleza, la seguridad alimentaria, la pobreza, la desigualdad y la igualdad de género.
Los países que comprenden la región de Latinoamérica y el Caribe obtuvieron una calificación de 0.763 en el más reciente Índice de Desarrollo Humano (IDH) del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD, por su sigla en inglés). En este informe insignia de la ONU, la organización señaló que, a pesar de que la calificación la región mejoró ligeramente, no ha podido superar el 0.768 que tenía antes de que la pandemia de la covid-19 deteriorara el acceso a la salud, la educación y la calidad de vida.
En América Latina, Chile encabeza la lista en el puesto 44, seguido por Argentina con el 48 y Uruguay en el 52. En el final de la clasificación se sitúan El Salvador, en la casilla 126, Nicaragua en la 130, Guatemala en la 136, y, cerrando la lista, Honduras, en la 138.
Venezuela se encuentra en el puesto 119 y su HDI es de 0’699 en 2022, la fecha recogida en el informe. Subió de 0,657 en 1990 a 0,699, una mejora del 6.4 por ciento. La mejora también es respecto al año anterior, que fue 0,690.
Otro dato de interés en Venezuela es que, la última referencia de esperanza de vida, la del 2022, es de 71,1 años, mientras que el año anterior era de 70,6 años. El PIB per capita también subió desde el 2021 al 2002. En las mujeres pasó de 12.145 dólares a 12.516 dólares, y en los hombres de 21.566 a 22.035.
En total, 12 países de América Latina han sido capaces de recuperar el nivel de desarrollo previo a la pandemia, algunos de ellos de sobrepasar los niveles previos a la pandemia. México, por ejemplo, elevó su calificación de 0.758 a 0.781, y escaló del puesto 86 al 77. Chile, el país más desarrollado de la región, mejoró su calificación hasta alcanzar 0.860 y ocupó el puesto 44 mundial.
Pero 21 países de la región no han sido capaces todavía recuperar el nivel de desarrollo que tenían antes de la covid-19.
Por otro lado, en 2022 el mundo vivió el mayor número de conflictos armados entre países desde la Segunda Guerra Mundial. Ese mismo año, el número de personas forzadas a dejar sus hogares a causa de conflictos, persecuciones o violaciones a los derechos humanos alcanzó un máximo histórico.
Un elemento a destacar del estudio es que, aunque 9 de cada 10 personas muestran un apoyo inquebrantable al ideal de la democracia, ha aumentado el número de quienes apoyan a líderes que la socavan. Hoy, por primera vez, más de la mitad de la población mundial responde en la encuesta que apoyaría a un líder fuerte que no tuviera que preocuparse por el parlamento y las elecciones era «muy bueno» o «bastante bueno».
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