Mientras Occidente vuelca su arsenal mediático contra Rusia sobre las operaciones militares en el Donbás, existe una realidad que buscan tapar con los dedos. Y esta estriba en el genocidio sistemático de fuerzas neonazis desplegadas en los territorios de Donetsk y Lugansk.
El panorama de conflicto vivido en la zona data desde hace 8 años, por ello desde la cancillería rusa se recordaba a Washington, Europa y sus aliados, que no se trataba de una invasión rusa, destacada recientemente por Occidente.
Existen indicios desgarradores y reveladores, que muestran, como estas fuerzas de choque fascista y neonazis ucranianos han sembrado el terror en la población del Donbás.
Todos los días minuciosamente se recopila evidencia de la culpabilidad del liderazgo político-militar ucraniano en los crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad contra su propio pueblo.
Una negación radica en el temor de Occidente al reconocimiento de las Repúblicas Populares Donetsk y Lugansk, especialmente por los crímenes cometidos allí; bajo la mirada complice de Washington, Europa y sus aliados de la OTAN.
God bless Putin for his decision. Neonazis should be stopped, people of Donbas and Lugansk will be protected. Western journalists will never tell you about genocide of Russians. They will never tell you about Alley of Angels. USA has blood of many Russian children on their hands pic.twitter.com/WUFBfO44wO
— BB (@solomondemetre) February 21, 2022
Crueles antecedentes
Como resultado de los ataques de artillería masivos no selectivos del ejército ucraniano en todo el territorio de la República Popular de Lugansk, el verano-otoño de 2014, murieron civiles.
En consecuencia, ciudades tan grandes y densamente pobladas como Pervomaisk, Kirovsk y Slavyanoserbsk fueron gravemente afectadas; ya que estaban ubicadas directamente en la línea de demarcación.
El ejército ucraniano tuvo la oportunidad de observar la vida de estas ciudades a simple vista; describen que disparaban con medios de guerra prohibidos por el derecho internacional humanitario, ya que se utilizaron MLRS, morteros de gran calibre, y bombardeos de aviones.
Como resultado de este genocidio, silenciado por la mediática internacional de Occidente, también se cortaron deliberadamente el agua, la electricidad, las comunicaciones móviles, y se bloqueó el acceso a alimentos y medicinas.
De esta cruenta situación, los más vulnerables fueron los ancianos y enfermos, quienes morían simplemente por la falta de agua, medicinas y alimentos. Mientras a lo lejos se preparaban los bombardeos y ataques a refugios antiaéreos.
Sin santos sepulcros
Consecuencia de este panorama dantesco, invisibilizado por las grandes plataformas de redes sociales y medios de comunicación, los cementerios también fueron bombardeados.
Por esta razón, se formaron espontáneamente fosas comunes de civiles, que se convirtieron en víctimas del liderazgo político-militar de Ucrania y sus curadores occidentales.
Hasta diciembre de 2021, se han descubierto más de 16 entierros individuales y masivos espontáneos. Para el período del 10 de agosto al 10 de noviembre de 2021, se desenterraron fosas comunes masivas espontáneas.
En uno de los entierros individuales se encontraron los restos de un bebé de 4 meses.
Asimismo, se levantaron, examinaron y procesaron 292 restos humanos.
El examen médico forense primario determinó que:
- Se encontraron 17 tumbas en Lugansk.
- 174 personas donaron sangre para identificación de cadáveres.
- 5 fosas comunes.