En un pueblo español, Almendralejo, en la región de Extremadura, las madres han denunciado que se están difundiendo imágenes falsas de sus hijas en la que aparecen desnudas. Otros menores de edad que han sido identificados por la Policía Nacional, procedieron a crear imágenes en las que intercalaban los rostros reales de menores vecinas suyas con cuerpos desnudos, con gran realismo gracias a la Inteligencia Artificial (IA). Este fenómeno, el llamado Deep Fake, había sido denunciado previamente por actores y famosos que han visto vídeos e imágenes manipulados en Internet, en los que se les «desnudaba» o protagonizaban escenas pornográficas.
Hasta ahora, los progenitores, maestros y profesores estaban preocupados por el uso de los menores de la IA para la realización de sus tareas escolares. Pero ahora se enfrentan a un nuevo reto: el de proteger a sus hijos y alumnos del mal uso de las herramientas de Internet por otros menores o incluso por pederastas. No solo madres, padres y educadores se enfrentan a nuevos retos, también policías, jueces, legisladores y Gobiernos tienen que adaptarse a estos nuevos fenómenos. Si bien los tipos penales pueden proteger a estos menores que se han visto acosados, hay juristas que defienden que los delitos, tal y como están definidos, no protegen suficientemente a los menores. Es polémico si la difusión de imágenes generadas por IA puede ser considerada como un delito contra la intimidad. Lo que no hay duda, es que la difusión de imágenes de menores sexualizadas, sean reales o fruto de creación, constituyen un delito de difusión de pornografía infantil, así como tampoco cabe discusión sobre el hecho de que exigir un precio para evitar la publicidad de las imágenes es un delito de coacciones o chantaje.
Pero más allá de la persecución penal, se debe regular el (mal) uso de la Inteligencia Artificial, sobre todo cuando hay víctimas menores de edad, casi siempre niñas. Es cierto que las grandes empresas tecnológicas como Microsoft, Google, OpenAI, tienen políticas de privacidad que impiden el uso de sus herramientas de IA para el acoso o la difusión de pornografía, pero todos sabemos que el «libre mercado» por el que se rige Internet, favorece que empresarios sin escrúpulos ni moralidad hagan negocio vendiendo sus servicios para «desnudar» a tus amigas o conocidas.
Porque el libre mercado es ingobernable, es preciso, además de la educación de padres y profesores, que las administraciones dicten normas de protección de los menores y bloqueen todos los sitios que promuevan un uso delictivo de la IA.
No debemos escandalizarnos si se logra la censura de estos sitios. La paradoja es que en España y resto de países de la UE cada vez son más los bloqueos de webs por motivos políticos o comerciales. En los países que se autoproclaman como democracias, no podemos acceder a Russia Today o Hispanet, ni sitios para ver el fútbol gratis, pero tenemos a nuestra disposición multitud de sitios donde se ofrece pornografía sin ningún control.
No olvidemos, que en el caso de España han sido otros menores los que han sexualizado a sus compañeras. La red está repleta de sitios, a los que acceden menores, que contienen propaganda de acceso a sitios porno. Estos menores han dado el paso de ser espectadores a crear sus propios contenidos pornográficos. Más grave todavía son las violaciones cometidas de menores contra niñas que se graban y difunden con el móvil, fenómeno cada vez más usual.
El modelo de protección de los menores ya está inventado. Por ejemplo, se practica en la República Popular China, una sociedad muy digitalizada donde la pornografía está prohibida y la Inteligencia Artificial se utiliza para hacer cumplir la ley. Por contra, la Comisión Europea espera aprobar unas «recomendaciones referidas a digitalización en la educación«. Entre ellas, se limitan a animar a los países europeos a reforzar la presencia de la competencia digital entre alumnos y docentes, con el objetivo de que logren hacer un «uso seguro, sostenible, responsable y saludable» de las tecnologías. Otra materia en la que el «jardín» de Borrell va muy retrasado frente a la «selvática» China.