EE.UU. no ha cambiado su objetivo hacia Venezuela: desplazar al Presidente Nicolás Maduro y al Chavismo del poder. Tampoco la estrategia: colapsar al país.
Sólo ha ajustado las tácticas: presión internacional, mantener las sanciones más severas, desestabilización económica y neurotización social, embestidas judiciales (CPI), control de nuestros activos en el exterior y ahora enrarecer la ruta electoral.
En paralelo, se flexibilizan las medidas que favorezcan un crecimiento controlado de la producción petrolera, debido a la necesidad de aumentar los suministros por la reducción global de la producción, sin que esto signifique un incremento sustantivo del ingreso nacional en divisas.
“Ni por las buenas ni por las malas, sino todo lo contrario“. Ya lo señalaba el Washington Post cuando advertía que el Gobierno de Biden solo pretendía “engatusar” al Presidente Maduro.
No hay intención de crear un clima electoral armonioso ni tampoco las condiciones para “un día después” en convivencia, tolerancia, reconciliación y alternancia.
Destacamos la aparición súbita de nuevos portales de información, encuestadoras y páginas de análisis e información que se han activado para la desinformación, la desestabilización y la confusión, contribuyendo con la instalación de un clima de incertidumbre, ansiedad y violencia, tal como lo ha advertido el Presidente Nicolás Maduro.
Editorial Hinterlaces
