Estados Unidos supo promoverse ante la opinión pública mundial como la sociedad modelo. Por décadas la consabida imagen de la estatua de la Libertad en Manhattan, fue utilizada hasta el hartazgo en filmes, comerciales y comiquitas como símbolo del imperio de la Ley en Norteamérica. La élite estadounidense se mercadeó como el sistema más libre, más democrático, más productivo y más feliz del mundo. Sin embargo, después de 241 años de vida republicana, ese traje hecho a medida hoy luce convertido en girones; dejando al descubierto terribles problemas. Quizás uno de los más acuciantes, a lo interno, sea la cultura de la violencia, que sepulta el sueño americano.
En estos días, el mundo vuelve a contemplar atónito, cómo un joven de 18 años provocó la trágica muerte de 19 escolares y dos maestras en la ciudad de Uvalde, del estado de Texas. El atacante había comprado legalmente dos rifles de asalto semiautomáticos y unas 375 rondas de municiones justo una semana antes del fatal incidente.
Entre las víctimas del agresor se cuenta su propia abuela, a quien asesinó a sangre fría antes de dirigirse al referido recinto educativo. Las investigaciones han revelado que previo a la masacre, el sujeto envió un mensaje de texto a una adolescente, en el que le decía: «Acabo de dispararle a mi abuela en la cabeza». Y luego añadió: «Voy a disparar en una escuela primaria (ahora mismo)».
Patrón de la muerte
La masacre de Uvalde para nada representa un hecho aislado. Todo lo contrario, esto lamentablemente se ha convertido en un patrón. El portal Gun Violence Archive 2022 revela cifras escalofriantes. Entre 2014 y 2020 se tiene registro de 2.750 tiroteos masivos con características similares a las registradas el pasado martes 24 de mayo en la referida localidad de Texas.
Las causas de este fenómeno de acuerdo con expertos son de diversa naturaleza. Pero lamentablemente, todos los factores que se entremezclan han creado un caldo de cultivo, que naturaliza la muerte de niños y niñas en sus propias aulas de clases. ¿Cuántos sueños truncados de cuajo por esta espiral tan absurda? De acuerdo con el registro de Gun Violence Archive, el número de niños de 0 a 11 años asesinados en EE.UU asciende a 141, mientras que el número de adolescentes de 12 a 17 años llega a 512.
Como dice el articulista de Página 12, Gustavo Veiga, «matar es muy fácil en el único país del mundo donde los niños y niñas no están seguros cuando estudian». Y es que adquirir un armamento de alto calibre en Estados Unidos es tan sencillo, como ir al kiosco de la esquina a comprar gomitas y chocolates.
Gatillos alegres
Como refiere Veiga sólo en 2022, 4,7 millones de estadounidenses habían realizado el trámite para verificar sus antecedentes penales y poder adquirir armas. Y de acuerdo con la CNN, de las 650 millones de armas en poder de civiles en el mundo, 48% están en Norteamérica.
Estamos hablando de una cifra, estimada para el año 2015 por la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos, superior a los 357 millones de armas en las calles. Esto, como precisa el investigador dominicano, Frank Fuentes Brito, coloca a EE.UU por mucho como el país con mayor cantidad de armas en manos de civiles en el planeta.
No puede sorprender a nadie que esa facilidad de acceso a las armas de fuego, amparada por la ley, sea el “caldo de cultivo”, detrás de la continua ocurrencia de actos de violencia de gran escala.
La derecha no cede
Ahora bien ¿Quiénes respaldan esta descabellada política de “armamentismo interno” por llamarla de algún modo? Fundamentalmente son las élites supremacistas de la extrema derecha norteamericana, que arrastran en su locura a millones de personas. Un conspicuo representante de este disparate es el expresidente del Partido Republicano, Donald Trump. Este señor siendo presidente de la primera potencia mundial, planteó armar a los maestros. Su plan era que los propios educadores liquidaran a los posibles agresores. En vez de impartir conocimientos, en el planeta Trump los maestros se harían entender a balazos. Simplemente increíble.
Esta élite entronizada en Estados Unidos es muy peligrosa por sus ideas delirantes y su personalidad narcisista. En su interesante libro El monstruo y sus entrañas, el profesor e historiador venezolano, Vladimir Acosta, explica en detalle de dónde proviene esta peculiar forma de pensar. En una síntesis muy apretada se puede decir que, básicamente, los padres fundadores de EE.UU, se consideraban un pueblo ungido por Dios para gobernar los destinos de la humanidad. Y con sus variaciones, y a pesar de su evidente decadencia como potencia, algunos siglos después esa idea en esencia se mantiene inalterada.
Derecho sagrado
Desde el punto de vista jurídico, como puntualiza Veiga, Estados Unidos regula su violencia doméstica con una norma del siglo XVIII: La Segunda enmienda que se votó en 1791. El filólogo, filósofo e intelectual norteamericano, Noam Chomsky, precisa que esa visión adquirió rango de “derecho sagrado”, con la decisión Heller adoptada en 2008 por el ex magistrado de la Corte Suprema norteamericana, Antonin Scalia.
«Lo que llamaban derechos de la Segunda Enmienda se han convertido en una escritura sagrada. Son los más importantes derechos que existen, nuestro sagrado derecho a portar armas, establecido por la Corte Suprema, revocando un siglo de precedentes», detalla Chomsky.
Analizando el documental 2002 Bowling for Columbine, del cineasta y documentalista norteamericano, Michael Moore, los investigadores mexicanos, Patricia Ravelo Blancas y Héctor Domínguez Ruvalcaba, llegan a interesantes conclusiones. Según ellos existen tres factores determinantes como causas estructurales del fenómeno: 1) Es una tradición portar armas, 2) se considera un deber ciudadano y 3) una responsabilidad para con la propia familia.
Fabricar necesidades
En cuanto al primer punto, Chomsky refiere que la naciente industria de las relaciones públicas de y de la publicidad, tomó este aspecto como una de sus prioridades. Este trabajo se desarrolló para salvar a los fabricantes de armas que se encontraban en aprietos, tras la poca demanda que había, al terminar la Guerra Civil (1865). Mucho después, “se llevó a cabo una enorme campaña para intentar crear una cultura de armas. Inventaron un Salvaje Oeste, que nunca existió, con el valiente sheriff sacando la pistola más rápido que nadie”, explica Chomsky.
Con el propósito de fabricar necesidades (un principio elemental de la publicidad), refiere Chomsky que se crearon frases promocionales de este tenor: “Si tu hijo no tiene un rifle Winchester, no es un hombre de verdad. Si tu hija no tiene una pequeña pistola rosa, nunca será feliz”. Luego Hollywood y el cursi nacionalismo patriotero que los presenta como policías del mundo entero, harían el resto.
Guerra como espectáculo
Con respecto a portar armas como un deber ciudadano, Ravelo Blancas y Ruvalcaba destacan distintas frases recogidas en el documental de Moore. “Ser un ciudadano armado es parte del deber estadounidense”. Ambos investigadores sostienen que esta visión refuerza en el plano micro, la violencia institucionalizada en el plano macro. Es decir, cuando los gobiernos norteamericanos naturalizan y justifican sus guerras e invasiones alrededor del planeta. De hecho, la primera guerra contra Irak en 1990, marcó el inicio de la era de presentar las invasiones como actos espectaculares.
Y al considerarse como una responsabilidad para con la propia familia, es común que existan hogares que asuman como necesario estar armados hasta los dientes. Aquí juega un rol estelar la industria cultural y del entretenimiento. «A través de los medios de comunicación se siembra el miedo en las familias para justificar la posesión de armas en sus hogares. Argumentos como [¿Quién defenderá a nuestros hijos?], [Uno tiene el deber de proteger a su familia], son los que plantean algunos de los que simpatizan con esta ideología», precisan Ravelo Blancas y Rubalcava.
Guapos y asociados
Detrás de la mano que mueve estos tenebrosos hilos hay que buscar a la Asociación Nacional del Rifle (NRA). Un organismo que condensa los postulados de la extrema derecha y entre cuyos miembros destacados se han contado personajes como: John Wayne, Charlton Heston (fue su presidente), Sarah Palin y, no podía faltar, Donald Trump.
Justo después de la masacre de Columbine (1999), Heston, entonces presidente de la NRA fue a esa localidad para hacer una reunión pro armas. «La libertad nunca ha estado en mayor peligro ni ha necesitado con más urgencia que vengan en su ayuda».
Actualmente, más de 20 años después de aquella tragedia, la prensa internacional reseña que suben las acciones de las principales empresas fabricantes de armas en Estados Unidos. Justo después del tiroteo en una escuela de Texas. La razón: los inversores anticipan un aumento en la demanda ante el temor de que se aprueben leyes que restrinjan la venta de armas. ¿Alguien puede dudar que la cultura de la violencia sepultó al «sueño americano»?
Sugerencias bibliográficas y cinematográficas
- El tiroteo de Estados Unidos: negocios y la creación de la cultura de las armas estadounidense, de Pamela Haag.
- Un día más en la muerte de Estados Unidos, Gary Younge.
- 2002 Bowling for Columbine: Un país en armas, de Michael Moore (documental)