Luego de tantas vicisitudes en el plano económico, se hace un poco más fácil identificar ciertas maniobras que se vocean en diferentes medios, como parte de las sacrosantas “leyes del mercado”, pero que en realidad encubren intenciones inconfesables. Una de las tácticas más recurrentes en este sentido, es el mecanismo de advertir de forma casi “cartelizada”, que algo debe o puede ocurrir, para que en efecto ocurra. En psicología social esto se conoce como la profecía autocumplida o el efecto Pigmalión. Este recurso llevado al plano de las expectativas en materia cambiaria, se ha convertido en un arma letal de saboteo a las políticas económicas del gobierno venezolano.
De otro modo ¿Cómo entender, que mucho antes de las presiones evidenciadas estos días en el tipo de cambio, diversos e influyentes líderes del espectro opositor venezolano, aventuraban variados escenarios? Todos ellos como sacados de una bola de cristal. Un directivo de Datanálisis (José Antonio Gil Yépez), comentaba: “Hay que dejar que el dólar se vaya deslizando, para mandar un mensaje de buscar equilibrio”. Según este analista la moneda estadounidense debía estar en un rango de Bs. 15.
Falsos profetas
El director de la firma Econonalítica, Asdrúbal Oliveros, subía aún más la apuesta. Este señor ha declarado insistentemente, a través de sus redes sociales, que el tipo de cambio realmente debería estar en Bs. 20. “Si usted compara el tipo de cambio al precio de hoy, con el tipo de cambio ajustado por inflación, estamos hablando de que el tipo de cambio podría estar cercano a los 20 bolívares por dólar, porque la inflación ha ido más rápido que la devaluación. Esto hace que en términos relativos el tipo de cambio esté muy barato y haya una presión para que suba para equilibrar la economía”, aseguró.
Varias semanas antes, el 28 de julio, Oliveros lanzaba en Twitter otro mensaje de corte semiprofético. “Esta semana, el BCV ha intervenido de forma agresiva en el mercado cambiario, vendiendo divisas (en efectivo) muy por encima del promedio semanal del primer semestre 2022. La pregunta clave: ¿Hasta cuándo el BCV puede seguir quemando divisas para contener el tipo de cambio?”.
La misma cantaleta
Es de hacer notar que tanto Gil Yépez como Oliveros coinciden en el término: “equilibrar”. No sólo sus proyecciones orbitan alrededor de las mismas cifras, también emplean las mismas palabras o muy similares. Se agrupan alrededor de un mismo concepto y aprovechan su condición de líderes de opinión, para remar casi al unísono en la misma dirección.
A este corillo de voces adversas a la política económica del gobierno nacional se suma otro economista muy activo en medios opositores como Manuel Sutherland. Otrora defensor de las políticas gubernamentales, hoy acérrimo detractor de la revolución bolivariana, Sutherland lanzaba en una entrevista radiofónica la predicción de un dólar a 25 bolívares.
¿Cómo funciona la cosa?
Sin ningún ánimo de entrar en la estéril e interminable discusión de si la economía es una ciencia o no, lo que sí está muy claro a estas alturas es que el hecho económico es esencialmente humano. De manera que el componente psicológico asociado a las operaciones o posibles transacciones, cada vez tiene un mayor peso, para configurar escenarios y tomar decisiones. Esto aplica, para la escala macro y micro, es decir para los “peces gordos” (grandes empresarios) y también los más chicos (familias e individuos).
Entre los diversos enfoques que existen, destaca el de las expectativas racionales, asociado a la corriente de pensamiento de la llamada Nueva Economía Clásica. Por otro lado, el proceso predictivo no se genera tan solo tomando datos de períodos anteriores, sino que se incluyen en el análisis el posible comportamiento futuro, derivados de anuncios de políticas y el comportamiento de los mercados tanto a nivel nacional como internacional. Por ende, como refiere Daniela Catalán Ramírez, conocer cómo las expectativas dirigen el sentido de nuestra economía es clave para saber a qué atenernos.
Buenas y malas intenciones
Lo malo es que, por regla general, estas expectativas no siempre son tan racionales. Por el contrario, lo más común es que sean estimuladas a conveniencia de grandes grupos económicos. Es decir, actores que tienen intereses muy bien definidos. Y que juegan abiertamente a manipular y especular, en función de esos intereses, ergo: el mayor lucro posible. El escenario cambiario venezolano nunca ha estado exento de esto. Mucho menos ahora, cuando se aprovecharon todas las debilidades estructurales de la economía venezolana para causar el mayor daño posible, mediante un asfixiante e inmoral régimen de sanciones.
De manera que ahora la presión, derivada de esas expectativas autogeneradas por calificadoras y voces influyentes, ha tenido un impacto negativo en la estabilidad del tipo de cambio. Para este cometido se han puesto a circular además todo tipo de rumores: “El BCV ya no realizará intervención cambiaria”, “hay descontento y diferencias entre las autoridades del instituto emisor”; “la cancelación de bonos al sector universitario disparó la demanda de dólares”; “El gobierno no dispone de suficientes divisas para mantener el precio del tipo de cambio a raya”. “Es el propio gobierno el que controla el mercado negro”.
Propaganda negra
Así se ponen a rodar estas y muchas otras ideas que alimentan la especulación cambiaria. Esto de forma directa o indirecta se nutre de los escenarios fijados por los “líderes de opinión”. Aquí ya estamos frente a un segundo nivel de ataque. Es lo que se conoce en el ámbito de las investigaciones en materia de opinión pública como la propaganda negra.
El experto en estudios de opinión y profesor universitario, Iván Abreu Sojo, refiere que: “la propaganda negra proviene de una fuente distinta de la alegada, que existe realmente y el perceptor, en primer lugar, no sabe que se le está haciendo propaganda (…). Los perceptores no conocen los propósitos de la real fuente y no saben que alguien está tratando de controlar sus reacciones”.
Un poco de memoria
Recordemos que desde fines del año pasado, el gobierno logró derrotar la especulación cambiaria y estabilizar la paridad en torno a 5 bolívares por dólar. Esta cotización se mantuvo estable a lo largo de casi un año, lo que ha permitido impulsar un vigoroso proceso de recuperación, así como la erradicación del fenómeno hiperinflacionario.
Sin embargo, esta semana el dólar oficial escaló hasta los 7,8 bolívares, en medio de insistentes rumores de una mayor devaluación que alimente la especulación cambiaria. Llama poderosamente la atención que estamos hablando de un mercado de divisas sujeto al juego de la oferta y la demanda. Y que por meses ha venido funcionando con transparencia y armonía.
Sundde en acción
Previendo esta situación de especulación cambiaria, el gobierno ha ripostado con un despliegue de la Sundde. Aquellos comerciantes que se rehúsen a utilizar como tasa de referencia el tipo de cambio oficial del Banco Central de Venezuela (BCV), se exponen a penas de prisión de entre 5 y 8 años.
En este caso será vital la activa participación de las comunidades, denunciando y no comprando en comercios inescrupulosos, que quieran hacerle el juego a la desestabilización económica. Como ha dicho el presidente, Nicolás Maduro, es evidente que hay fuerzas extremistas que quieren desempolvar el expediente negro del dólar paralelo, para torpedear la reactivación económica que vive el país.
Cero saboteo, no a la especulación cambiaria
“La cosa viene funcionando bien, se viene recuperando la economía, cada año que pasa damos un buen paso. Estamos saliendo de la roncha que tuvimos los años 18, 20 y 21; y entonces viene un grupo de inescrupulosos a disparar el dólar de manera ficticia, para que venga un grupo de comerciantes también inescrupuloso a robar al pueblo. No se la calen, que el pueblo no se la cale. Basta de especulación, vamos a dar la batalla por la estabilidad macroeconómica. Y que nadie le meta el palo a la rueda, que nadie trate de torpedear la recuperación económica”, alertó el presidente Maduro.
Resulta evidente que la especulación cambiaria de los últimos días es el resultado de una estrategia donde se combinan el efecto Pigmalión y la propaganda negra. Conviene seguir en resistencia, con serenidad, paciencia y perseverancia.