A propósito de cumplirse 33 años de los aciagos días de represión que vivió Venezuela durante la IV República, conocidos como El Caracazo, Venezuela News entrevistó al corajudo hombre que registró las imágenes emblemáticas de aquellas fechas que significaron un parteaguas. Se trata de Francisco Solórzano, mejor conocido como Frasso, periodista y fotorreportero venezolano nacido en oriental el estado Anzoátegui. Su destacada cobertura en 1989 le llevaría luego a convertirse en el fotógrafo del Comandante Hugo Chávez, durante la campaña presidencial de la que salió victorioso en 1998.
Frasso comenzó su intercambio con una frase que suele decir cuando le toca rememorar privada y públicamente los hechos: «Jamás olvidaré el 27 de febrero». Seguidamente nos narró cómo las fuerzas de seguridad de aquel entonces reprimieron salvajemente a un pueblo que no tenía otras armas, para protestar contra el pacto suscrito con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que el himno de la República, piedras y basura.
Se ubica en la parroquia El Valle, próximo a un mercado popular, para hablarnos de una foto suya que sobrevive a la marcha del tiempo, en un edificio donde habita un compañero de Venezuela News. La imagen por él capturada muestra una manzana, una emulsión de Scott y una Santa Bárbara. «Yo no entiendo cómo se salvan de una .50 que disparaban desde afuera hacia adentro», dijo.
«Lo más triste de eso es que no había razones para disparar porque los que estaban ahí no estaban armados en ese edificio (de El Valle). Y así sucedió en el 23 de enero. Colocaron una tanqueta con una .50 y cada media hora disparaban. Era una cuestión psicológica, para que la gente no se atreviera a salir a las calles», agregó.
Frasso, con el lente de una Cannon analógica que aún conserva, retrató al pueblo de los barrios caraqueños bajando en masa a decir con indignación: «¡No al FMI!». Le tocó el duro trabajo de fotografiar a decenas de caídos en combate, mientras arriesgaba la vida propia.
En el sector 19 de abril de Petare, por ejemplo, eternizó a un joven asesinado que era llevado por otros tres hombres. Por eso, sus imágenes fueron incluso evidencia gráfica en el proceso judicial que se libró para demostrar que aquello fue a pie juntillas una masacre.
A la pregunta de cómo se le ocurrió salir por esas horas con su cámara, a pesar de la suspensión de las garantías constitucionales que decretó Carlos Andrés Pérez, nos contestó que «estaba nuevo en El Nacional» y le enviaron, para probar su desempeño, por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa. «Me mandan junto a un fotógrafo muy bueno llamado Tom Grillo. Nos vamos hacia el Nuevo Circo. Vimos el primer autobús que quemaron en la ciudad, frente a los Bomberos (…) Dije: ‘Si este se quemó frente a los bomberos, cómo será el resto'».
«Estaban saqueando todo ese sector, sobre todo la gente que había quedado allí, que no pudo irse a Guarenas», otro de los epicentros de la rebelión popular de 1989. «En la madrugada veías a gente durmiendo abrazada a televisores, neveras y lavadoras que habían saqueado. Mira, yo vi a una señora, como de casi 80 años, con una res montada en el hombro. La adrenalina le daba para eso».
«Nos metimos en el 19 de abril (Petare) y estaba la policía literalmente disparándole a una gente que lo que tiraba era basura y cantaba el himno nacional. Se les acabaron las bombas lacrimógenas y dijeron: ‘Ahora plomo’.
«Matan a un muchacho de 16 años de un tiro en la cabeza frente a mí (…) Estaba cantando el himno nacional. Yo estaba detrás de un carro de perros calientes y desde ahí me agachaba para tomar fotos. Al lado se me paró un policía y hubo un momento que me volteo indignado y le pregunto: ¿Oye, ¿Hasta cuándo?. El tipo con pistola en mano me dijo: ‘¿Tienes algún problema?’. ‘No, no tengo ninguno. Porque dije, si me pongo a discutir no estaría aquí», relata Frasso sobre el estallido social del 27F.
Asimismo recuerda que fue testigo de cómo el gobierno de Pérez movilizó desde las provincias hasta las entidades centrales cientos de soldados, con apenas meses de haber ingresado a las Fuerzas Armadas (en ese entonces en plural). En el popular barrio El Guarataro, conversó con un joven militar que le hizo una confesión insoportable.
‘Yo tengo aquí tres días, me trajeron y me pusieron aquí de guardia. He matado a seis personas y no sé por qué‘. «Imagínate eso, porque la orden era: ‘Maten, maten, maten'», comentó nuestro entrevistado.
Cuestionó la impunidad. «El Ejército que trajeron no fue para otra cosa más que para asesinar al pueblo. Carlos Andrés Pérez se fue sin sentencia y por allí anda Italo Del Valle Alliegro vivo. ‘Andan caminando y sueltos los que nos mataron’, como cantó Alí Primera».
Frasso agrega que en el instante en que hizo la foto que le hace merecedor del Premio Internacional de Periodismo Rey de España, en 1989, hizo una reflexión vital. «Yo dije, aquí está pasando algo interesante desde el punto de vista político. Ese fue exactamente el momento en que percibo que viene el quiebre de la democracia representativa y el paso a una democracia participativa porque lo que oía era a la gente manifestarse en el sentido de que los gobernantes les tenía como objeto. La gente, en cambio, quería ser sujeto participativo (…) Eso llegó con Chávez».
Chávez, yo te vi
Hace pocos meses, en la última edición de la FILVEN, en los espacios de la AN, Frasso presentó el libro Chávez, yo te vi. Es una compilación de fotografías que hizo a Chávez en tiempos de campaña electoral, con prólogo escrito por el periodista y político José Vicente Rangel, poco antes de partir, y con anécdotas suyas en varias de las imágenes. Con orgullo y visiblemente emocionado, recalca que él, y no otro, fue el fotógrafo personal del Comandante.
La histórica tarea, como se lo prometió el propio Chávez cuando le hizo el ofrecimiento y le aclaró que no tenía dinero para pagarle, le encontró con grandes amigos y le hizo actor-testigo del nacimiento de un nuevo país. La antítesis de lo que registró con dolor en El Caracazo. Pero, sobre todo, le convirtió en un entrañable amigo del líder de la Revolución Bolivariana. A un punto tal que se ufana de tener «secretillos» que solo ha revelado con el paso de los años a su esposa Norbelis.
Dice con la voz quebrada que cada una de esas fotos las mira «entre la rabia y la ternura», usando otra vez una frase del cantor Alí. Resalta que «Chávez tenía un discurso que se parecía mucho a la necesidad de la gente y lo que la gente quería». Contrasta su forma de comunicación directa con el pueblo a los dirigentes que le precedieron, que pusieron sendas barreras entre ellos y las comunidades. Cómo era un hombre que «hablaba como uno, se enamoraba y comía como uno».
Añade que fue gracias a ese hombre, que ya no le pertenece exclusivamente a Venezuela sino al mundo entero, que él, un joven humilde de Santa Ana (Anzoátegui) cumplió sueños como conocer a Fidel Castro.
A su juicio, en el presente el país atraviesa situaciones que han afectado las necesidades más básicas de las personas. Entonces, ¿Por qué no se ha reeditado un Caracazo?, le preguntamos. «La gente tiene control político; sabe de dónde sale todo, por qué llega y por qué existe», responde Frasso.
«La gente ha entendido que el desabastecimiento no llegó a causa de una varita mágica. No es un acto de magia. Se demuestra que quienes estaban enfrentados al gobierno usaron esa forma, retener la comida a la gente, para derrocarlo», consideró.
Por último, Frasso exalta que el poderoso valor de la imagen, en tiempos de sociedades hiperconectadas y globalizadas, especialmente de fakes news y brutales campañas de desinformación. «Hay una verdad que cuesta mucho quitarla: El pueblo en la calle expresando sus sentimientos», enfatizó.