El medio de noticias Middle East Eye develó los planes conjuntos del presidente de Estados Unidos, George W. Bush y el primer ministro británico Tony Blair para derrocar al jefe de Estado Iraquí Saddam Hussein.
Aparentemente el diario tuvo acceso a un memorando escrito por David Manning, el asesor de política exterior de Blair. Según el documento, a la dupla Bush-Blair «no le importaba» quién sería el sucesor de Hussein.
“Él no sabía quién tomaría el lugar de Saddam cuando lo derrocáramos. Pero no le importaba mucho. Estaba trabajando asumiendo que cualquiera sería una mejora”, refiere el texto publicado por Middle East Eye.
También se lee que aunque Bush no lo admitiera públicamente, apostaba por un “régimen secular moderado” en Irak después de derrocar al presidente. Presuntamente esto impactaría favorablemente a Arabia Saudita, cuya monarquía ha sido una aliada de EEUU.
Bush consideraba como «esencial» actuar contra Saddam Hussein, pues según él, esto mejoraría la estabilidad regional.
En ese sentido, el mandatario estadounidense aseguró a Turquía «que no se trataba de la ruptura de Irak y el surgimiento de un estado kurdo».
El diseño de la estrategia para una guerra
Este documento sería la primera referencia de los planes de Bush y Blair que terminó cuando se creó el llamado «expediente dudoso» que apostaba a la guerra. El mismo incluía detalles que más tarde se admitieron como «falsos» dice el medio.
Este informe se transcribió un 7 de abril de 2002, tan solo un día después de que Bush y Blair se reunieran en Texas, EEUU, en una propiedad del mandatario estadounidense.
Para aquella fecha el plan de crear una guerra era un secreto que solo sabía una “célula muy pequeña” del alto nivel del Comando Central de EEUU.
“Esta carta es excepcionalmente sensible y el Primer Ministro indicó que debe guardarse con mucha fuerza. Debe mostrarse solo a aquellos que realmente necesitan saber y no deben hacerse más copias”, refiere el texto.
La estrategia
Para el momento, a ambos líderes les preocupaba la oposición de países europeos a emprender acciones militares contra Irak. Por ello Bush y Blair jugaron con la idea de enviar inspectores de armas de Naciones Unidas al país asiático.
“El primer ministro dijo que necesitábamos una estrategia de relaciones públicas que destacara los riesgos del programa de armas de destrucción masiva de Saddam y su terrible historial de derechos humanos. Bush estuvo totalmente de acuerdo”, escribió el asesor de Blair.
Sin embargo, ni Bush ni Blair esperaron que Hussein iba a cooperar con las inspecciones. Es así como ambos mandatarios tuvieron que «ajustar su enfoque».
Los inspectores ingresaron a Irak en noviembre de 2002 y permanecieron allí hasta el 18 de marzo de 2003, un día antes del lanzamiento del ataque estadounidense.