Hay un refrán que reza «en la risa se conoce al tonto» y en Reino Unido, semanalmente está llegando un «tonto» a consulta médica, con problemas de salud por haber consumido el popular gas de la risa.
El gas de la risa se ha convertido en la droga más popular de Europa y no es más que óxido nitroso. Un gas que utilizan los dentistas y profesionales de la medicina en intervenciones menores, también se emplea como aditivo alimentario o para mejorar el rendimiento del motor de los vehículos.
Sin embargo, debido a sus efectos psicoactivos, entre los que se incluyen sensaciones de euforia, relajación y disociación, su consumo ha crecido entre los jóvenes de entre 16 y 34 años de edad.
El gas de la risa puede ser adquirido por cualquier persona. Es barato, se puede comprar fácilmente en tiendas, supermercados y vía online.
En las redes sociales se viralizan sus efectos más banales, algo que incita cada vez a más jóvenes a probarlo. De lo que no se habla es de los efectos negativos que el gas de la risa causa en la salud de quien lo consume.
Los efectos del gas de la risa que no dan risa
En BBC realizaron un especial sobre el gas de la risa en el que conversaron con especialistas y personas que se han visto afectadas por esta sustancia.
Los expertos consultados por esta agencia de noticias señalan que el gas de la risa causa deficiencia de vitamina B12, lo que a su vez ocasiona daños en los nervios de la médula espinal.
Por lo que los afectados por el gas de la risa, pueden verse impedidos para caminar, se caen, experimentan un cosquilleo o pérdida de sensibilidad en los pies y las manos. Otros sufren problemas en la vejiga o los intestinos, e incontinencia.
Sobre el tema, BBC entrevistó a Kerry-Anne Donaldson, una londinense de 26 años, que empezó a usar cilindros de gas de la risa cuando tenía 18 años, más que nada en fiestas.
La joven, cuyas piernas, manos y pies fueron perdiendo sensibilidad poco a poco, perdió el año pasado la capacidad de caminar. En la entrevista da cuenta del peligro tras el consumo del peligroso gas.
«Mi mensaje es no lo hagan, no vale vale pena».
Ante la advertencia que realizan los especialistas, el gobierno de Inglaterra y Gales consideran seguir los pasos de Países Bajos, que se convirtió en el primer país del mundo en declarar ilegal su uso.