Hace unos días, el Fondo Monetario Internacional – FMI – realizó una actualización del informe Perspectivas de la Economía Mundial en el que destaca una valoración más positiva sobre el desempeño de la economía venezolana con relación al pronóstico inicial de 1,5%. En esta oportunidad, el referido informe estima un crecimiento del 6% para el año en curso, y 6,5% para 2023.
A despecho de los economistas – y demás opinadores de oficio – que sistemáticamente han vaticinado una catástrofe social, la situación económica arroja signos sumamente positivos que son reconocidos abiertamente por organismos internacionales como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Banco Mundial y diversas instituciones financieras privadas avocadas al estudio de los temas económicos.
Nuestro país se encuentra asediado nacional e internacionalmente con el propósito fundamental de generar condiciones económicas, políticas y sociales en el seno de la sociedad venezolana que permitan derrocar – por los medios que fuera – al Gobierno Revolucionario por uno servil a los intereses del establishment estadounidense.
De tal forma que, todas esas opiniones fatalistas camufladas tras argumentos “científico – técnicos” que olímpicamente omiten elementos claves para la compresión del hecho económico son una clara expresión de la guerra asimétrica. Ante los pronósticos de crecimiento, ahora “habilidosamente” reconfiguran y redireccionan su discurso cuestionando la calidad del desempeño de la economía señalando que éste es desigual e insostenible.
Lo peor de la crisis
No hay que perder de vista que el país está superando la peor crisis económica de toda su historia. Nunca antes se había producido una contracción económica y un deterioro de los indicadores macroeconómicos: hiperinflación, déficit fiscal, déficit externo, devaluación de la moneda, etc., de tal magnitud, como ocurrió en el período 2015-2020, con terribles consecuencias sociales para la población.
Al igual que los economistas nacionales – al servicio del gran capital – el FMI omite en su “análisis” la variable bloqueo con sus respectivas repercusiones. La recuperación económica no se debe a la benevolencia de Dios. Es resultado de la sinergia Estado-Sociedad que en medio de adversidades le ha tocado reinventarse para sacar adelante al país. Todo ello, en el marco de una política económica que progresivamente ha venido ajustándose a las particularidades de cada coyuntura para fomentar la producción nacional.
No hay que cantar victoria, aún hay mucho por hacer y corregir. Sin embargo, tampoco podemos permitir que se menosprecie y banalice la actuación oportuna del Gobierno Revolucionario en el manejo de la economía. Ya comenzamos a percibir los frutos de las decisiones tomadas, que permitirán obtener los ingresos necesarios para alcanzar la sostenibilidad de las políticas sociales revolucionarias abocadas a la satisfacción de las necesidades básicas del pueblo venezolano, principal víctima de esta guerra económica.