Camino a Carabobo es el último trabajo del cineasta venezolano Rubén Hernández. Lo entrevistamos en vísperas del estreno de su docudrama, que relata el camino de Venezuela hacia la independencia, de la mano del Libertador Simón Bolívar.
¿Cómo surge la idea de Camino a Carabobo y cuál es la estética que lo guía?
Nuestro “qué hacer” es hacer cine, todos los días. Si no estamos en la fase de investigación, estamos haciendo el guion, u organizando la coproducción o distribución.
Pero nuestro trabajo es hacer cine, permanentemente, y eso es lo importante. Esta película está inspirada en el 200 aniversario de la Batalla de Carabobo, el Bicentenario de la batalla decisiva de nuestra primera independencia.
Una fecha que no podíamos dejar pasar sin celebrarla, y mostrar a las generaciones más jóvenes cómo se fraguó esa victoria y qué motivos trae a nuestro presente para luchar por una segunda independencia.
Rodamos con vistas al 2021, pero el trabajo se ralentizó por la pandemia, y lo terminamos ahora.
¿Por qué es importante traer de vuelta la Batalla de Carabobo al presente?
Las razones por las que luchamos hoy son las mismas por las que luchó Bolívar: la independencia, la soberanía, la posibilidad de realizar nuestro modelo sin injerencias externas.
Objetivos en los que deben converger no solo los revolucionarios y las revolucionarias, sino también los que no simpatizan con el gobierno, porque se trata de la independencia de la nación.
Las recientes declaraciones de Trump, sus planes de apropiarse por todos los medios de nuestros recursos, muestran la relevancia del Bicentenario, la necesidad de continuar con sus objetivos, y el carácter visionario de Bolívar cuando dice que “Estados Unidos parece destinado por providencia a infestar América de miseria en nombre de la libertad”.
Por eso me gusta hacer películas históricas, para mantener vivo el espíritu de esa resistencia en el presente, y proyectar esos ideales hacia el futuro, el futuro radiante que se merece nuestro país.
Operación Orión, una película de acción dura y poética, se inspiró en el caso de la finca Daktari, donde un grupo de paramilitares preparaba un golpe de Estado contra Hugo Chávez. ¿También planea hacer una sobre los pescadores de Chuao, que repelieron una invasión de mercenarios estadounidenses desde Colombia en mayo de 2020?
Operación Orión se inspiró en un proyecto de invasión que se estaba organizando en la finca Daktari, a 15 km de Caracas, donde habían sido contratados más de 200 paramilitares para asesinar al presidente Chávez y desatar una guerra civil.
Operación Gedeón es también una fuente de inspiración cinematográfica. Trabajo con un grupo de cineastas en un proyecto llamado Memoria Urgente.
Se propone hacer películas sobre la historia reciente de estos 25 vertiginosos años de revolución, llenos de acontecimientos, para ser entregados a las generaciones más jóvenes, que han crecido en esta etapa y no han conocido los pasajes históricos que la han preparado, tanto los pasados (que no quedan tan lejos, ya que históricamente 200 años no son muchos), y los recientes, llenos de ideas para llevar a la pantalla.
Como parte de Memoria Urgente, me gustaría hacer una película sobre la Operación Gedeón, pero también sobre otros hechos que ahora no te puedo anticipar, pero en los que estamos trabajando porque, como dije, nos encanta hacer películas históricas.
En países como Italia, es muy difícil hacer películas sobre temas incómodos: a menos que renuncies a la financiación pública y soportes el boicot a la distribución. ¿Cómo funciona, en cambio, en Venezuela? ¿Te sientes libre de expresar tu creatividad sin censura?
Aquí no hay censuras, se producen y publican contenidos en todos los campos posibles. Para todos nosotros -actores, directores, productores- el verdadero enemigo es el bloqueo económico-financiero que golpea a un país donde se producían un promedio de 30 películas al año, en su mayoría financiadas por el Estado y en total libertad.
Hoy, debido a las medidas coercitivas unilaterales illegales, que arremeten contra nuestro país, la financiación estatal necesariamente se ha reducido y tenemos que hacer un esfuerzo inmenso para hacer buen cine con pocos medios.
Si antes el CNAC, el Centro Nacional Autónomo de la Cinematografía, podía financiar una película con 250 mil dólares, ahora con un gran esfuerzo puede aportar 20 mil.
Acabamos de terminar de rodar una película financiada por el CNAC, un cortometraje, al que han contribuido otras entidades, sin embargo: gobernadores, alcaldes, empresas privadas, en un esfuerzo conjunto por promover la industria cinematográfica y los valores nacionales.
Sin embargo, esto es posible para un trabajo como Camino a Carabobo, que puede circular en todas las plataformas y circuitos nacionales.
Una película como Operación Orión, en cambio, para su difusión necesita tener acceso a los circuitos internacionales, y eso no nos es posible, porque somos un país bloqueado, y no podemos, por ejemplo, tener una cuenta en el exterior o realizar transacciones.
Sin embargo, así como nuestro presidente, Nicolás Maduro, a pesar de los ataques y sabotajes logró enfrentar con creatividad y valentía al imperialismo más poderoso del planeta y preservar nuestra independencia y nuestros recursos, los cineastas también debemos reinventarnos y trabajar al servicio del renacimiento cultural de nuestro país.
Y lo estamos haciendo.