Expertos advierten que Israel comete un “asesinato silencioso” en los ataques que lanza contra el pueblo en Gaza, utilizando bombas que contienen amianto. Esta sustancia peligrosa puede estimular la producción de células cancerosas si se inhala.
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En ese sentido, desde octubre de 2023 grandes cantidades de bombas se han fragmentado en pequeñas partículas esparcidas en el aire que liberan la sustancia. Sobre esto, expertos alertan que después de una explosión que libere amianto, simplemente no habría un “nivel seguro de exposición”. Por ello, es probable que se sigan registrando casos de cáncer “durante décadas” en el enclave palestino asediado.
Liz Darlison, directora ejecutiva de la organización benéfica Mesothelioma UK, afirma que los efectos a largo plazo de la exposición al amianto constituirán una “tragedia que se desarrollará en los próximos años”. Al tiempo que agregó que “es desgarrador saber que el legado de esta guerra continuará durante muchos años”.
Consecuencias de una barbarie
La exposición al amianto de las personas afectadas por cada uno de los actos de barbarie de Israel puede compararse con la que se produjo en torno al Centro Mundial del Comercio (WTC, por sus siglas en inglés) cuando se derrumbó en la ciudad de Nueva York el 11 de septiembre de 2001.
Según el Programa de Salud del WTC, 4343 sobrevivientes y socorristas han muerto por enfermedades relacionadas desde el ataque, en comparación con las 2 mil 974 personas que murieron en el incidente.
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