Hace unos días les comentaba sobre las nuevas formas de colonización, sobre la histórica y eterna lucha que debe librar Venezuela por la defensa de sus riqueza, si fuésemos Haití, nadie se interesaría en nosotros. También les comentaba que esto era normal en el tablero geopolítico pero inconcebible es tener unos políticos, mal llamados venezolanos, dispuestos a entregar nuestras riquezas, nuestro territorio, nuestra gente, a cambio de acceder al poder.
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Esos políticos que prefieren entregar el país a cambio del poder, hoy se concentran principalmente en Vente Venezuela (María Corina), Voluntad Popular (Leopoldo), Primero Justicia (Borges). El resto de la MUD/PUD les hacen el coro porque son unos flojos ideológicos. Esta es la oposición cipaya, la oposición entreguista que debemos combatir.
Tres preguntas rápidas: ¿Cómo y de qué viven quienes pidieron sanciones al país?; ¿Qué hicieron con el interinato cuando tenían el apoyo de 59 países y millones de dólares, en qué lo gastaron?; qué han hecho María Corina y Leopoldo López por el país, si son tan miserables que trancan cualquier opción política (como Manuel Rosales) o cualquier negociación. Pues si ellos no son los protagonistas es mejor quemar la casa. En fin, podría pasar días y meses cuestionando a la oposición cipaya y entreguista.
El punto focal de este escrito es poner en la mesa un elemento para el debate. Aquí les va: El Chavismo y la Oposición Democrática tenemos un enemigo en común a vencer, la oposición extremista y cipaya.
¿Qué es un cipayo?
De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española (RAE), el concepto podría proceder del vocablo portugués sipay, a su vez derivado del persa sepāhi (que puede traducirse como “soldado”).
Más adelante, el término comenzó a ser usado para hacer referencia a un soldado nativo de la India que, en los siglos XVIII y XIX, cumplía funciones para Gran Bretaña, Portugal y Francia. Se trataba de personas nacidas en la colonia que eran reclutadas por los ejércitos europeos.
Por extensión a este significado, la noción de cipayo comenzó a emplearse para nombrar a un individuo que, por razones ideológicas o a cambio de dinero, defiende intereses foráneos o ajenos. En este sentido, un cipayo es una especie de mercenario o «secuaz a sueldo».
¿Cómo reconocer un cipayo en nuestro contexto actual?
No le importa perjudicar al país y entregarse a los intereses foráneos con tal de llegar al poder. Defienden el esquema de sanciones y piden intervención militar extranjera. Ofrecen entregar extensiones de nuestra tierra o nuestra gallina de huevos de oro, PDVSA. No se movilizan sin antes consultar con sus aliados externos.
A un cipayo nunca le gustará ver noticias positivas o avances en el país, pues su proyecto es que todo fracase para que sus aliados les sigan creyendo, les sigan alimentando.
La oposición cipaya no es feliz con noticias como la de “multimillonario texano anuncia acuerdo con PDVSA a pesar de la restauración de sanciones”, si el país avanza y todo mejora, los cipayos se quedan “sin causa” pues su bandera es el caos para justificar su “lucha”.
Con noticias como estas, los cipayos comienzan a quedarse solos. Al parecer, su plan de entregar el país a cambio de desalojar a Maduro ya no les está funcionando.
Imagine usted que la oposición cipaya ha sido tan entreguista, tan asquerosa, que sus mismos aliados extranjero comienzan a verlos con asco y desconfianza.
¿Se puede tener buenas relaciones comerciales con agentes foráneos y explotación conjunta de nuestras riquezas? Of Course, solo que desde la soberanía, el respeto, el reconocimiento mutuo y no desde el entreguismo.
#DileNOalosCIPAYOS
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