Pese al trabajo de los cuerpos de emergencia de los Estados Unidos (EEUU) el incendio arrasador de California sigue expandiéndose. ¿A qué se debe este fenómeno?, pues se debe a una serie de circunstancias climáticas, ubicación de los asentamientos urbanos y malas políticas del Estado.
De acuerdo al Servicio Forestal de los EEUU, el 85% de los incendios son originados por el hombre, pero resalta que la rápida propagación de los incendios forestales en California se debe a múltiples factores, entre ellos destaca los vientos de Santa Ana. Además, han denunciado la falta de reservas de agua para combatir rápidamente las llamas.
Por su parte, el climatólogo, John Abatzoglou, explicó que los fuertes vientos, junto con la gran población de la ladera donde se produjeron los incendios, equivalen a una “receta para el desastre”. Ya que, los vientos han superado las 60 millas por hora y podrían alcanzar las 100 millas por hora.
Asimismo, el científico experto en climatología de la Universidad de California, Daniel Swain, señala que estos vientos crean un efecto “secador atmosférico” que “secará aún más las cosas”.
Además, cabe destacar que la falta de precipitaciones también contribuyó al desastre, ya que más del 83 % del condado de Los Ángeles padecía una sequía, apuntó los datos del monitor de sequía de los Estados Unidos. “La lluvia suele impedir que los vientos de Santa Ana, que aumentan en octubre y pueden soplar durante todo el invierno, provoquen grandes incendios forestales”, resaltaron medios locales.
Pésima gestión del Estado
Tras la crisis por los incendios, lugareños denunciaron la falta de agua para combatir los incendios en California, entre ellos, el multimillonario estadounidense, Rick Caruso, quien aseguró que “Los Ángeles carece de suministro de agua para neutralizar los implacables incendios”.
Por otro lado, la mala ubicación de zonas residenciales, comunidades urbano-forestales que se encuentran en los bordes de estas cadenas montañosas. Se calcula que una cuarta parte de la población de California vive en estas zonas peligrosas.
«Las casas y las infraestructuras pueden incendiarse, creando brasas y un bucle de retroalimentación que exacerba la liberación de calor del fuego y la propagación de las llamas”, dijo Janice Coen, científica de proyectos del Centro Nacional de Investigación Atmosférica de Colorado.
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