El triunfo de las fuerzas progresistas en la República de Colombia, bajo el liderazgo de Gustavo Petro, robustece en la región latinoamericana el proyecto político, económico, social y cultural al servicio de los pueblos. El rechazo de la agenda neoliberal, la política narco-guerrista del uribismo, la subordinación absoluta del Gobierno de Iván Duque Márquez al imperialismo norteamericano han sido elementos de medular importancia para la recomposición de las nuevas fuerzas políticas que ascienden al poder, encarnando la esperanza de todo un pueblo oprimido y vejado por el paramilitarismo y las desigualdades sociales.
Restablecer relaciones con nuestros vecinos, representa una derrota en materia diplomática de los planes guerreristas e injerencistas orquestados desde el Gobierno imperialista de los EEUU que – operando a través del Gobierno de Iván Duque – aspiraban cercar a Venezuela en el ámbito internacional con el firme propósito de torpedear nuestra economía para producir las condiciones de un estallido social que justificara una posible incursión de los marines en territorio nacional, derrocar al Presidente Nicolás Maduro y con ello aplicar el libreto neoliberal y servil a sus intereses.
No obstante, el líder de la Revolución Bolivariana ha demostrado con creces inteligencia y sabiduría para conducir -pese a las adversas condiciones de guerra de cuarta y quinta generación, nunca antes vistas en la historia política, económica y social de Venezuela- por el camino de la paz y la estabilidad a la Revolución.
El pueblo colombiano ha elegido la paz, y con ello, se abre la posibilidad de construir una ruta de trabajo en beneficio colectivo de nuestros pueblos, sobre todo, atender de manera conjunta las calamidades que adolece la población que habita en la frontera colombo venezolana, abandonada con alevosía para crear una crisis bilateral y en paralelo atacar desde las cadenas de la des-información al gobierno revolucionario, que a pesar de las adversidades ha venido manejando con especial atención la problemática descrita.
En este contexto, resulta imperativo no dejar por fuera el conflicto bélico en pleno desarrollo entre Rusia y Ucrania -extensión del Gobierno de los EEUU- que impacta de forma directa sobre los precios del petróleo, generando una reconfiguración del mercado petrolero, situación que obliga a Washington a flexibilizar las sanciones y el bloqueo hacia Venezuela, ya que esta, es la principal reserva de crudo mundial con una ubicación geográfica privilegiada para abastecer mercados naturales y emergentes, perfilándose como un potencial candidato para retomar relaciones comerciales y obtener de esta forma ingresos que permitan sostener la estabilidad macroeconómica que se ha logrado alcanzar, y en paralelo apalancar las fuerzas productivas de cara a la consolidación del nuevo modelo de acumulación postrentista.
Nos encontramos en un punto de la historia bastante complejo, en plena transición hacia un Nuevo Orden Mundial, donde las economías emergentes asumen un rol protagónico, de tal forma que la tarea que nos ocupa consiste en fortalecer los mecanismos de cooperación e integración regional que apunten a la industrialización y tecnificación de nuestras fuerzas productivas en función de potenciar nuestras fortalezas con pleno respeto a la autodeterminación y la soberanía, dejando atrás, de una vez por todas el simple rol de surtidores de materias primas a los países desarrollados, bajo criterios de dependencia y sumisión.
