“Es horrendo y difícil de imaginar”. Así lo dijo, en reciente entrevista con AFP, Yasmine Sherif, directora del fondo de la ONU Education Cannot Wait (La educación no puede esperar), en alusión a la educación en zonas de crisis.
“Lo han perdido todo y encima han perdido el acceso a una educación de calidad”, expresó.
Sherif habló con la agencia francesa en la previa a una cumbre de la ONU sobre la crisis educativa. Será este lunes, un día antes del período anual de sesiones de la Asamblea General del organismo.
Unos 222 millones de niños en todo el mundo han visto su educación interrumpida por conflictos, guerras o desastres relacionados con el clima, calcula el fondo. La astronómica cifra incluye a casi 80 millones que nunca estuvieron en la escuela.
“Si vamos a satisfacer las necesidades, hoy tenemos que pensar en términos completamente diferentes (…) Estamos hablando de miles de millones, no de millones”.
Sherif está organizando una conferencia en Ginebra en febrero en la que el fondo buscará otros 1.500 millones de dólares con miras a cubrir a otros 20 millones de niños.
En algunas zonas de conflicto, las escuelas han sido destruidas o han sufrido graves deterioros en su infraestructura, en lo que la sueca Sherif denunció como crímenes de guerra. Otras, denunció, se convirtieron en depósitos de armas. Sea cual sea el caso, significa una violación del derecho internacional.
Lo que ofrecemos es una herramienta, una esperanza, un empoderamiento, para resistir a esas fuerzas en un conflicto. Y por sus propios medio, ser capaces de resurgir de esas cenizas”, dijo.