Pese a que en los medios de comunicación la oposición venezolana habla de democracia y respeto, en la realidad la violencia y desestabilización han sido el camino que han tomado en su afán de retomar el poder.
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Todo parte desde la concepción ideológica que determina el pensar de la derecha en Venezuela, donde se incluye a Henrique Capriles, Edmundo González y María Machado. Ellos piensan que los derechos no deben ser iguales para todos, que la educación y la salud pertenecen solo a quienes puedan pagarlo, que todo debe privatizarse y que el deber del Estado es representar los intereses del sector económico poderoso. Por ello, lo que vaya contra estos principios merece el odio de parte de estos apellidos.
Recientemente, hemos escuchado sobre informes de inteligencia que alertan de planes de desestabilización y violencia durante la celebración electoral del 28 de julio. Esto no es nada nuevo, ya lo hizo Henrique Capriles cuando fue derrotado en el 2013. Ahora, en esta oportunidad la oposición al saberse perdida hará todo lo posible para cantar fraude y con ello promover la violencia en el país.
¿Qué diferencia hay entre los que planificaron en 2004 con paramilitares colombianos en la hacienda Daktari, el magnicidio contra el presidente Chávez y los que hoy, 20 años después, pidieron a los paramilitares de la Sierra colombiana asesinar al presidente Maduro?
No existe diferencia, ni en lo ideológico y ni en el actuar de estos personajes. Es el mismo odio al pueblo humilde, es el mismo desprecio, el mismo modus operandi. Por supuesto, porque son los mismos actores que han impulsado golpes de Estado, paros petrolero, son los mismos que trancaron las calles- dejando a pacientes morir en el camino, los que quemaron vivos a las personas por parecer chavistas y al mismo tiempo gritaban libertad, son los que promovieron y aplaudieron el bloqueo contra Venezuela y pidieron una intervención militar de los Estados Unidos; son los mismos personajes que históricamente han hecho daño al pueblo y no creen en democracia o paz, solo piensan en la venganza y tomar el poder.
Si le preguntan a Henrique Capriles o a María Corina Machado lo que piensan sobre el genocidio al pueblo palestino, en una sola voz responderían: Israel está en el derecho de asesinar a esas personas.
Para ellos el único derecho humano que existe es el que representa a la elite y lo demás es un mero discurso.
Pero justo ese modo mezquino de asumir la vida es lo que rechaza el pueblo venezolano. Por ello, han elegido un camino ideológico distinto, donde el ser humano esta en el centro de la política, que defiende la igualdad de las personas, defiende la salud y la educación como un derecho de todos, así como también cree que el deber del Estado es priorizar el derecho de las mayorías por sobre los intereses de las elites económicas.
Hoy, son dos visiones antagónicas las que se enfrentan en Venezuela. Una inspirada en el odio y el interés de un grupo económico, y otra inspirada en la paz y el interés de las mayorías.
Nicolás Maduro, sin ninguna duda, representa ese interés de las mayorías, además de la paz, la resistencia y la estabilidad necesaria que necesitamos los venezolanos para seguir adelante. Su gobierno ha demostrado en muchas oportunidades estar preparado para hacer frente a cualquier dificultad y dirigir a todo un pueblo al crecimiento y al futuro.
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