Recientemente se pudo ver en redes sociales un video donde unos presuntos agricultores del estado Mérida botan la producción de tomate, como respuesta ante la escasa demanda del bien. Ello, con el objeto de reducir las cantidades ofertadas hasta situarse por debajo de las necesidades del mercado (demanda), garantizando de esta forma un precio que les resulte rentable para esta actividad económica.
Desde el pensamiento económico dominante, esta acción estaría justificada sobre la base del simple problema entre oferta y demanda, donde la ganancia económica –en el marco de las relaciones sociales de producción capitalista– se antepone a las necesidades de toda una población. Esa conducta criminal, considerada por la teoría económica neoliberal como un hecho lógico y razonable, responde a una visión meramente economicista del hecho económico.
Tales hechos demandan imperativamente a la revisión de la necesaria política económica para hacer de ésta, una que integre –desde una visión sistémica y estratégica– a todos los sectores económicos. Así también, es impostergable tarea reflexionar y ajustar el rol de las instituciones venezolanas con competencia en la materia en aras de fomentar una visión compartida, preocupada por dar respuesta a los objetivos del Plan de La Patria y romper con la burocracia y determinismo en la acción gubernamental.
Ante las graves dificultades que atraviesa nuestra economía no hay lugar a la improvisación y desarticulación. El complejo escenario nacional y su vinculación a la nueva geopolítica mundial requiere que a lo interno se piense y calcule cada acción, cada movimiento, con capacidad de definir las rutas de trabajo de manera estratégica y con carácter prospectivo para alcanzar innovar en la construcción de un nuevo modelo económico productivo.
Aterricemos estas ideas. Ante un escenario como este –de manera temprana– se debieron generar las alertas para intervenir y subsanar las deficiencias en la cadena productiva que conllevaron a estos productores a tomar estas acciones, para “asegurar” un mejor margen de ganancia. Ello denota la campante irracionalidad del capitalismo, en plena construcción del Socialismo del Siglo XXI. ¡Es tiempo de las 3R.NETS, lo ha dicho el presidente Nicolás Maduro!
Por otro lado –apelando al más mínimo sentido común–se pudo convocar a mesas de trabajo (productores, agroindustria, Banca Nacional y Gobierno) para procesar industrialmente el tomate en productos terminados que ofrecer a la población, a través de diversas estrategias como: los PAE, los CLAPS, entre otras formas de beneficiar al pueblo venezolano; promover financiamientos al sector; promover subsidios cruzados para colocar el producto en el mercado; planificar el nuevo ciclo de la producción con mayor precisión, en base a las necesidades del sector y el mercado interno; inclusive, abarcar mercados internacionales en países vecinos.
El Presidente Nicolás Maduro –en su reciente programa “Con Maduro +”– reflexionaba acerca de la desconexión de las Instituciones y demás instancias del Gobierno Nacional, con las necesidades de pueblo venezolano. “En los tomates un ejemplo”. Es razonable pensar que presenciamos un desgaste en ciertos cuadros que no están dando la respuesta que requiere, a estos tiempos, el país. En este sentido, el Partido (PSUV) junto al poder popular tiene la obligación de identificarles y elevar propuestas según sea el caso.
La pobreza, desigualdad, miseria, hambre, entre otras, se reproduce a centenares en el marco de las relaciones sociales de producción capitalista bajo la lógica de la ganancia. La tarea fundamental de este proyecto político, que se plantea la superación del rentismo petrolero y el subdesarrollo, se debe basar en la gestión bajo la formación técnico-política y la promoción de habilidades sociales que aseguren los perfiles más idóneos comprometidos con el proyecto y dar respuesta a las necesidades del pueblo venezolano.