La integración internacional en América Latina – en sus diversas formas: tratados, acuerdos, foros, organismos multilaterales, entre otros-, han tenido una fuerte influencia y promoción de los Estados Unidos (EE.UU.) quienes, una vez concluida la Segunda Guerra Mundial, promocionan la instauración, de lo que ha representado el principal instrumento de presión hacia América Latina, la Organización de los Estados Americanos (OEA) en 1948. En esta misma línea de acción, incorporamos a la Alianza para el Progreso (1961), las Cumbres de Las Américas, la Alianza del Pacifico (2011), el Grupo de Lima (2017) y el Foro para el Progreso e Integración de América del Sur (2019).
Los esquemas de integración mencionados al momento, parten de la premisa de la doctrina Monroe denunciada constantemente por Fidel Castro y han tenido como esencia, por un lado, defender los intereses geoestratégicos de EE.UU.; y por otro, preparar el terreno para avanzar en procesos de integración económica que conlleven al Área de Libre Comercio para Las Américas (ALCA), objetivo real de las denominadas Cumbres de Las Américas, la cual tuvo su primer encuentro en Miami-Florida, en 1994.
Como es bien conocido, este foro internacional, recibió su primera advertencia con la valiente participación del comandante Chávez en Quebec (2001), cuando manifestó reservas para firmar el documento final. Cuatro años más tarde, la posición digna de Mercosur y Venezuela frenaron las intenciones estadounidenses del libre comercio, a decir de Chávez: “El Alca, al carajo”. Luego de estos hechos, con una vocación bolivariana, se agregan al Alba-TCP (2004), la Unión de Naciones Suramericanas (2007) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (2011).
En junio de este año, se tiene previsto desarrollar la IX Cumbre de Las Américas en Los Ángeles, la misma ha generado un revuelco en parte de los gobiernos americanos al excluirse de la convocatoria a Venezuela, Cuba y Nicaragua. Manuel López Obrador y Luis Arce, presidentes de México y Bolivia respectivamente, conjuntamente con el Caricom han manifestado su ausencia si no son invitados todos los gobiernos. La presidenta de Honduras, Celaya Castro de Zelaya, expresó: “Si no estamos todas las naciones, no es Cumbre de las Américas”. Mientras tanto, el presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, informo que no asistirá. Su razón es otra: el cuestionamiento de EE.UU. al nombramiento de la fiscal nacional.
Esta disidencia a la posición hegemónica de EE.UU., viene a irrumpir con la influencia de los últimos años y el supuesto control sobre los que ellos definen como el patio trasero. Lo que esta sucediendo, puede señalar un resurgir de la visión integradora que caracterizo al continente durante la primera y parte de la segunda década de este siglo. En este sentido, la CELAC juega un papel fundamental para reagrupar y retomar la unidad con dignidad latinoamericana que nos permita fortalecer nuestras potencialidades en aras de propiciar oportunidades para superar los efectos de la post pandemia y enfrentar la acción coercitiva y de sumisión que impulsa el gobierno estadounidense.