El viceministro para América Latina del Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores, Rander Peña Ramírez, habla sobre la ética revolucionaria en la juventud.
Estas reflexiones van dirigidas especialmente a jóvenes que estamos dedicados a deconstruir viejos esquemas que se han instalado en lógicas de accionar en campos políticos de acción concreta, aspirando que estas líneas puedan aportar a las nuevas formas liberadoras del nuevo momento que comenzó el 4f de 1992, que partió la historia Venezolana en dos.
Los agentes que promueven la dominación como ejercicio de la política, (que en Venezuela tienen rostros, nombres y apellidos y que actualmente son los responsables de la asfixia económica, bloqueo y las más despreciables acciones para la toma del Poder Político al margen de la ley, sin importar el sufrimiento de nuestro noble pueblo); han querido oponer la moral de la política, indicando que la política no tiene moral, dicha interpretación es terrible que pueda ser acogida por esta generación.
Porque sería entender la política sin parámetros éticos formales, es decir, el corrupto sería el que dejó de cumplir una exigencia normativa, no sería el que simplemente no supo técnicamente ocultar suficientemente ante la ley los hechos que pudieran encubrir su acto criminal; y también el oponer la ética de la política, terminas dejando a interpretación individual el alcance ético de una acción colectiva.
Entonces empiezan las interpretaciones “éticas individuales”, que pudieran desplazar a la ética política para garantizar el bienestar del colectivo, dejando el margen de “válido” el accionar individual que puedan beneficiar a costa de los público al sujeto, sin imponerse fronteras en sus actuaciones. Aquí debemos entender la distinción entre los principios éticos asumidos en el campo individual-privado a los principios éticos del campo público político. Se han inoculado algunos principios capitalistas sobre la protección desmedida del YO, en el que puede llegar a creerse que el bienestar absoluto del individuo se traduce en el beneficio individual; pero esto antagoniza notablemente cuando el campo de acción es lo político público, que nos obliga a pensar en él todo.
Por tanto, la lucha vigente hoy día sigue siendo entre los principios prácticos del capitalismo como sistema de mercado versus los principios éticos revolucionarios como garantía de la suma felicidad para nuestro Pueblo. En este sentido, es una tarea fundamental de esta generación política pueda plantearse el alcance ético de la política liberadora; parafraseando a Enrique Dussel ahora y en el transcurso de este escrito, determinar ¿Cuáles son las normas básicas de la Responsabilidad histórica generacional que nosotros tenemos?.
En este sentido, la tarea principal que tenemos es entender la aplicación de los principios éticos revolucionarios en el ejercicio práctico de la política en cada uno de los campos de acción, no sólo basta con definir conceptualmente sobre los principios éticos revolucionarios que nosotros tenemos como generación; si no entender los principios políticos, principios económicos, sociales, legales. Y otros campos de acción política y buscar las similitudes con los principios éticos Bolivarianos para que tengamos una correcta aplicación normativa en campo.
Hay dos modelos en pugna histórica permanente, el clásico modelo político de dominación cuyos principales exponentes son la oposición venezolana que no importa lo que hagan para conseguir sus objetivos lo importante es lograrlo. Y otro que es el modelo ético político normativo de la revolución bolivariana cuyo centro es garantizar la mayor suma de felicidad posible para nuestro pueblo; si nuestras acciones no colaborar en alcanzar mas felicidad a nuestro pueblo dejan de ser correctamente éticas.
La ética como guía para el ejercicio de lo correcto en las labores públicas ha querido ser desvirtuada, manipulada o acomodada bajo el esquema capitalista para corregirle los defectos y/o darle rostro humano al sistema Neoliberal. Es decir, los principios de la economía bajo esquemas capitalistas han querido subsumir la ética para justificar sus perversiones.
Y en las permanente fallas del capitalismo, y acude a “la ética” bajo esquemas conceptualmente instalados que se asumen correctos pero que son antagónicos al bienestar colectivo de la sociedad, por ejemplo la protección en demasía al individuo por encima del resto; egoísmo o la competencia insana o desleal, llevan a pensar sólo en el bienestar y crecimiento del individuo en detrimento de lo colectivo-público. Por ello, se explica en sí mismo que estas lógicas instaladas terminan siendo los principales motores
conscientes o inconscientes de actos corruptos.
Tenemos que fortalecer que los principios éticos integrados a principios políticos, principios económicos, cuyo eje transversal sea siempre el bienestar y felicidad del pueblo. Para pensar en lo político- público y no en el beneficio individual de un sujeto en ejercicio de sus propias funciones delegadas circunstancialmente por consentimiento del depositario del Poder Real que es nuestro Pueblo.
Si hay alguna máxima que la Generación de Jóvenes Bolivarianos constructores de lo bueno y hermoso, es que toda acción que esté dirigida afectar la felicidad total de nuestro pueblo, es un acto NO-ético, es un acto inmoral y corrupto. Por tanto, es un acto que debe ser combatido por todos nosotros quienes tenemos la obligación histórica de defender y promover los principios éticos-normativos de la Revolución Bolivariana, tenemos que ser implacables e intolerantes a lo que genere tristeza al Pueblo Venezolano.
Compañeros de la Generación de Chávez y Nicolás, los actos de corrupción violan directamente los principios de la justa distribución de las recursos, como indica E. Dussel: “si no hubiera escasez no existiría la política, ni la economía, habría infinitos bienes para las necesidades humanas siempre menores”.
Pero al no ser así, es nuestro deber político normativo el garantizar la justa distribución de los recursos limitados, debemos obligarnos a ser cada vez más eficientes y éticos en el ejercicio de la administración del recurso; al violar este principio estaríamos dando cabida al fortalecimiento del sistema neoliberal que permite sociedades desiguales.