Paul Tibbets, el piloto y Comandante del avión 509, quien era el portador del regalo atómico de Estados Unidos para destruir la ciudad japonesa de Hiroshima, relató cómo explotó esta bomba: “se elevaba el humo de la explosión, era negro como el infierno y tenía luz y color, por dentro era blanco y gris y Encima parecía un árbol de Navidad”.
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Además, en respuesta a la pregunta formulada, ¿sabía lo que estaba pasando allí abajo? Él respondió: ¡El Infierno! Creo que un historiador dijo la mejor frase al respecto: “En una milésima de segundo, la ciudad de Hiroshima dejó de existir”.
En los días 6 y 9 de agosto de 1945, Estados Unidos destruyó completamente las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki con el lanzamiento de bombas nucleares.
El número de víctimas de este mortal desastre aumentó con el paso del tiempo, llegando a más de 450.000 muertos, incluso los supervivientes y los hijos de los heridos en aquella terrible catástrofe siguen sufriendo de enfermedades asociadas a los efectos de la radiación de aquella bomba infernal.
Transcurriendo 79 años desde el lanzamiento de las bombas nucleares a Japón, se desató otro infierno en otro rincón de Asia.
El régimen criminal sionista de Israel está cometiendo otro crimen sin precedentes en la historia, con los bombardeos y uso de armas mortíferas.
El genocidio constituye el punto de partida de los crímenes cometidos por Israel en Gaza. El régimen sionista mata deliberadamente a miles de civiles palestinos y destruye gran parte de viviendas e infraestructuras vitales, en violación de las leyes de la guerra.
También ha utilizado bombas de fósforo blanco en zonas civiles, lo que está prohibido por las normas internacionales. Los sionistas también han atacado hospitales, ambulancias y fuerzas de rescate.
Todos estos casos están catalogados por el Derecho Internacional como crímenes de guerra. La intensidad y el volumen de los bombardeos realizados por Israel en Gaza durante los últimos 10 meses han sido tan mortíferos que muchos expertos militares evalúan sus consecuencias y efectos destructivos como mayores que el lanzamiento de las dos bombas atómicas.
Pero los crímenes de guerra de Israel no se limitan sólo a los casos mencionados y hay otros casos, como el abuso sexual contra mujeres refugiadas de palestina, la decapitación de niños y el maltrato a prisioneros, etc.
Lo más importante que tienen en común ambos crímenes, es la presencia de Estados Unidos, el país que se autoproclama como defensor de los Derechos Humanos y la humanidad, así como defensor de la democracia en el mundo y del mundo libre.
En Japón, Washington marcó su estigma histórico con la explosión atómica como el único crimen nuclear de la historia, y actualmente con su apoyo total e incondicional a Israel, tiene sus manos manchadas con la sangre de unos 40 mil civiles muertos y 100 mil inocentes heridos, dos tercios de los cuales niños y mujeres.
Pero ¿Actualmente dónde están aquellos países que se autoproclaman defensores de libertad, derechos humanos y democracia ante estos dos crímenes horrendos?.
¿Por qué no actúan ahora Aquellos países, que emiten gritos ensordecedores ante los intentos de un gobierno independiente y soberano para liberarse del yugo del colonialismo y la explotación?
¿Por qué permiten que los gritos dolorosos de niños y mujeres se escuchen bajo el fuego de las bombas? ¿Dónde están las coloridas organizaciones internacionales que siempre buscan un tema para condenar e inmiscuirse? ¿Están esperando que el número de muertos en Gaza y Palestina alcance el número de víctimas de las bombas atómicas de EEUU en Hiroshima y Nagasaki?.
¿Ante esto, qué debemos hacer?
Cada año, en el mes de agosto, con motivo de la memoria de las víctimas de las bombas atómicas, personas en diferentes partes del mundo, incluido Japón, se quedan en pie para guardar minutos de silencio en honor a ellos.
¿Deberíamos quedarnos en silencio en este momento mientras Israel todavía está cometiendo crímenes en Gaza? ¿No tenemos un deber que cumplir como seres humanos que ya presenciamos uno de los acontecimientos más horrendos del mundo?
Es cierto que la distancia geográfica entre nosotros y Palestina y Gaza es grande, pero no nos olvidemos que el peligro del sionismo se está extendiendo por todo el mundo y tal vez algún día se convierta en nuestro vecino.
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