El jueves 10 de mayo de 2017, los principales medios de comunicación estaban muy animados. Tuvieron que esparcir el “puputov”, la nueva “arma bacteriológica” lanzada por los “pacíficos manifestantes” venezolanos contra la Guardia Nacional: excrementos, que durante días fueron recogidos en contenedores especiales incluso en colegios privados, para ser arrojados durante una manifestación especial denominada “Marcha de la Mierda”, mostrando la culminación de la guerra sucia contra el socialismo bolivariano.
Varias plataformas se apresuraron a dar instrucciones al respecto. El término entró en Wikipedia, que dice así: “El cóctel Puputov o bomba Puputov es un proyectil casero, elaborado a partir de heces diluidas en agua. Este artilugio fue utilizado para enfrentar a fuerzas policiales y militares en manifestaciones contra el gobierno de Nicolás Maduro durante la primavera venezolana de 2017”.
Una “primavera” pupu-trumpiana, iluminada de día con el cuerpo en llamas de un pobre veinteañero, quemado vivo para “parecer” chavista. Una “primavera” pupu-trumpiana, amenizada por la masacre de cientos de personas, asesinadas por gringos-drones, que se lanzó el 4 de agosto 2018 para matar a Nicolás Maduro. Una “primavera” pupu-trumpiana, alimentada con “ayuda humanitaria” de la misma naturaleza: nos tomamos el dinero, el oro, la empresa Citgo, a cambio de puputov.
La fuerza popular del “Mayo venezolano” obligó a los “manifestantes pacíficos” a envainar sus excrementos, pero el rostro del fascismo no ha cambiado. No es casualidad que la extrema derecha, ávida de “sanciones”, hoy se autodenomine Plataforma Unitaria, cuya sigla es PU.
No podemos decir que no sean consecuentes: siempre le ponen la cara.
