Los desequilibrios ocurridos en el corazón financiero de EEUU en 2007, y que, posteriormente, producto de la globalización de los mercados abarcaron una dimensión mucho más grande afectando a la economía real en su conjunto, pueden ser interpretados como la expresión de un cúmulo de problemas estructurales inherentes al proceso de acumulación capitalista neoliberal iniciado en la década de los años 70 sustentando su estrategia de crecimiento y expansión sobre la base de la financiarización de la economía.
Después del año 2007, las principales economías del mundo incrementaron significativamente la intervención del Estado para corregir los excesos promovidos por la desregulación financiera neoliberal, instrumentando políticas en función de los intereses del gran capital y en detrimento de las grandes mayorías gravemente afectadas por el inescrupuloso manejo de la actividad económica de quienes pensaron haber encontrado una vía alternativa en el ámbito de las finanzas mucho más expedita y lucrativa a la tradicional producción de bienes.
El equilibrio económico era -y lo es aún más- extremadamente endeble, el advenimiento de la pandemia mundial de la covid-19 y el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania avivan aún más las contradicciones del proceso de acumulación capitalista mundial, generando y potenciando una desarticulación entre las economías que progresivamente se fueron aislando entre sí, como un mecanismo de defensa natural ante los estragos y la agresividad de propagación de la pandemia, afectando la cadena de valor globalizada.
Los resultados hoy día son bastante desalentadores, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en 2015 el mundo registraba unos 670 millones de personas con problemas de subalimentación, ahora se estima alrededor de unos 830 millones. En materia educativa la situación no es menos preocupante, según los resultados registrados en el Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE) 2019, en promedio uno de cada dos alumnos de tercer grado y tres de cada cuatro alumnos de sexto grado no alcanzan el nivel mínimo de competencias en las Destrezas Fundamentales Básicas.
Estamos presenciando un proceso de transición hacia un Nuevo Orden Mundial con el protagonismo de un grupo de economías emergentes BRICS que puja contra la hegemonía del actual Orden Mundial en crisis encarnado en el gobierno de los EEUU y la Unión Europea. En paralelo, en pleno proceso de reajuste y reconfiguración del proceso de acumulación capitalista mundial.
La crisis – en desarrollo – impacta con mayor contundencia acentuando las desigualdades sociales en los países subdesarrollados. Situación que nos demanda reorientar los procesos de integración hacia relaciones de cooperación en materia económica, política y social beneficiosa para todos sus miembros. Un proceso de integración que parta del reconocimiento de la heterogeneidad estructural de las economías y, en consecuencia, las políticas económicas respondan a estas realidades evitando que el equilibrio de una sea el desequilibrio de otra.
El fenómeno de la Desglobalización desde las economías emergentes no debería ser visto como un proceso de autarquía, todo lo contrario, es la integración bajo nuevas premisas en función de la autodeterminación de los pueblos, el desarrollo económico conjunto, la construcción de bloques económicos que se complementan entre sí con el objeto de potenciar las capacidades productivas que permitan satisfacer las necesidades de sus mercados internos y en paralelo posicionar bienes en el mercado mundial.
