Si algo se puede reconocer como “bueno” en la administración norteamericana es que, tarde o temprano, las pruebas de sus crímenes salen a la luz pública. La mayoría de los latinoamericanos estamos familiarizados con los famosos “documentos desclasificados” de la CIA. Desde siempre, algunas décadas después se admiten con desparpajo, las diversas operaciones criminales que han diseñado los gobiernos estadounidenses en la región, a nombre de la “Libertad y la Democracia”. Esta semana, por vía de notitia criminis, hemos corroborado, por boca de un alto funcionario norteamericano, que la opción de invadir militarmente a Venezuela era mucho más que una fanfarronada, como tantas en la mente calenturienta del expresidente, Donald Trump.
En unas, tan inesperadas como comprometedoras declaraciones, Mark Esper, quien fuera nada más y nada menos que exsecretario de Defensa de Trump, lo aseveró recientemente con todas sus letras: Trump sí estaba resuelto a invadir el país.
En verdad sobre la mesa
Por ello cuando decía que “todas las opciones están sobre la mesa”, no era tan solo una declaración altisonante, sino un plan para él (Trump) bien estructurado, que prácticamente se le había convertido en obsesión.
De hecho Esper acaba de confesar a la cadena norteamericana CBS que fue a él a quien correspondió frenar este despropósito, que se planteó con inusual insistencia, durante el año final de mandato del magnate neoyorkino.
Durante las reuniones de alto gobierno que se celebraban en el Despacho Oval, Esper calificó estas decisiones como “peligrosas”. También advirtió que las mismas podían conducir a EEUU por una dirección obscura. “Estas ideas sucedían, al parecer cada pocas semanas. Algo como esto surgía y teníamos que aplastarlos. Tuve un buen apoyo del general Mark Milley”, detalló Esper.
El ex alto funcionario estadounidense destacó que con esta descabellada acción militar, Trump se planteaba además desairar a los iraníes, por haber mostrado tanta solidaridad con el país en medio del asfixiante bloqueo.
En su mentalidad supremacista, para Trump la opción de la invasión era una buena ficha, ya que aseguraba que las invasiones militares a Granada y Panamá en los años 80, eran “casos de éxito”.
Al mismo tiempo su afán por apoyar una acción bélica directa contra el país, confirma la decepción de Trump frente a Juan Guaidó, a quien siempre consideró una figura completamente gris, carente de liderazgo político y determinación.
Más violencia en agenda
Las reveladoras declaraciones de Esper señalan que Trump también se había planteado lanzar misiles contra México, supuestamente para destruir laboratorios de drogas. De esta manera el empresario y ex presidente afirmaba que se podían neutralizar a los carteles del narcotráfico en la vecina nación.
La política exterior de Trump también fue particularmente agresiva contra Irán. Durante su mandato se echaron por tierra años de negociaciones, para consolidar un pacto nuclear con la nación islámica.
Cabe recordar que luego de un arduo trabajo diplomático, se había alcanzado un acuerdo el 14 de julio de 2015 en Viena. Este documento se forjó tras dos años de negociación. Y además ese texto venía refrendado por otras cinco potencias (China, Rusia, Francia, Reino Unido y Alemania). Todas estas naciones actuaban como un elemento que confería estabilidad, frente a las presiones continuas de Israel y Arabia Saudita.
El objetivo inmediato de este acuerdo era desactivar durante al menos una década el acceso iraní a la bomba atómica. A cambio se solicitaba el levantamiento de las asfixiantes sanciones económicas.
Chomsky tenía razón
Como casi siempre al filósofo, lingüista y profesor universitario, Noam Chomsky, no le faltaba razón cuando calificaba a Trump como un peligroso “sociópata y psicótico”, que actuaba bajo la desesperación.
En palabras del destacado intelectual, el ex mandatario estadounidense también llegó a considerar la posibilidad de declarar la Ley marcial en su país para perpetuarse en el poder. Esto en vista de la posibilidad cierta de que perdiera las elecciones, frente a Biden y se negara a reconocer los resultados, como en efecto luego ocurrió.
Las declaraciones de Esper se suman al expediente del amplio prontuario de crímenes de Estados Unidos en la región. Entre los casos más sonados y sanguinarios del injerencismo destaca el derrocamiento de Salvador Allende en Chile. Un plan diseñado y ejecutado por la CIA, que incluía paquetes de “sanciones para hacer aullar” la economía chilena.
Presidentes que hablan con Dios
Igualmente, hay que sumar el asesinato del Che Guevara en Bolivia y la promoción de guerras intestinas en Centroamérica. Además, del asesinato del primer ministro granadino Maurice Bishop, entre muchos otros.
La cadena de agresiones contra la región es extensa. Y como explica el profesor e historiador venezolano, Vladimir Acosta, hacen parte de una visión supremacista. Los presidentes norteamericanos con sus variantes se consideran emisarios de un poder divino. De hecho, como señala Acosta, en reiteradas oportunidades, estos mandatarios han manifestado públicamente su capacidad de hablar con Dios, para justificar guerras e invasiones.
El historiador venezolano realiza un análisis exhaustivo de este tema en su libro El monstruo y sus entrañas. Un estudio crítico de la sociedad estadounidense.
A pesar de todos los ataques y agresiones, el país ha logrado evadir de forma inteligente el cerco asfixiante. Gracias a una estrategia antibloqueo, la economía del país reacciona favorablemente y se comienzan a perfilar expectativas promisorias de crecimiento económico y vuelta a la prosperidad. Habría que ver si con las declaraciones de Esper, que más perecen una confesión: ¿Aún quedarán incrédulos que tomen a chanza este delicado tema?
