Un duro golpe recibió la banda delictiva del “interinato”, luego de que las autoridades venezolanas dieran de baja al peligroso criminal Carlos Luis Revette, alias “El Koki”. Al ser eliminado a través del gran operativo Guaicaipuro II, Juan Guaidó pierde a uno de sus principales lugartenientes.
El Koki era uno de los pranes de más alta peligrosidad que mantenía aterrorizadas a distintas comunidades venezolanas. Inicialmente, tenía su centro de operaciones en La Cota 905, desde donde controlaba diversos grupos de delincuencia organizada. Allí mantuvo su principal eje de influencia negativa, que se extendía hasta El Cementerio, Quinta Crespo, La Vega y El Paraíso, entre otras parroquias caraqueñas.
No obstante, tras el despliegue del operativo Gran Caique Guaicaipuro I, su área inicial fue recuperada por el Estado, en julio de 2021. Entonces huyó a Colombia, donde recibió “cuidados especiales”. Y luego volvió al país, para montar otro reinado del terror en el sector Las Tejerías, de Aragua.
Redes delictivas
Por sorprendente que pueda parecer, la extrema derecha venezolana encarnada en Leopoldo López y Juan Guaidó, no ha escatimado esfuerzos en vincularse estrechamente a los criminales de más alta peligrosidad. Esto por su obsesión de obtener el poder a cualquier costo, sin importar los límites.
Así, Juan Guaidó se ha retratado públicamente con delincuentes del paramilitarismo colombiano, como “Los Rastrojos”. Ha encabezado la contratación de mercenarios para intentar invadir el país y cometer un magnicidio, con la Operación Gedeón. Y por si fuera poco ha armado y aprovechado el apoyo de distintos “pranes”, para intentar anarquizar diferentes zonas urbanas.
Aplicando esta lógica bizarra, han tratado de convertir a sujetos que figuran como lo peor de lo peor, en supuestos héroes. La lista no se limita solo a El Koki, figuran también en esta bochornosa galería de homicidas, personajes tristemente célebres, como El Wilexis, El Galvis, Gilber Caro (El pran del carro negro) y El Picure, entre otros.
La estrategia va quedando clara: por un lado se arma y financia a estos grupos. Y por el otro se cuestiona al Estado por no erradicar a los delincuentes. Pero en el momento en que las autoridades actúan, automáticamente se cuadran con los pranes. Entonces se señala a los cuerpos de seguridad de excesos y violaciones a los derechos humanos.
Ternura e inocencia
Esta reseña publicada hace 10 meses por un acérrimo medio opositor no deja espacio para la duda. “El máximo líder de la Cota 905 es un joven conocido como El Koki. Todos, incluyendo a sus amigos y adversarios, lo llaman por su popular nombre, lo que le hace fácil la promoción si decida aspirar un cargo de alcalde o concejal en el Municipio Libertador“.
Por otro lado, el economista venezolano radicado en Miami, Federico Alves, quien se autodefine como anticomunista, emitió estos conceptos sobre El Koki en Twitter. “Yo no defiendo al Koki, sino reclamo la obligación inexcusable del Estado de proteger la vida de cualquier ciudadano por más asesino que sea“.
Francamente, impresiones que resultan pasmosas cuando hablamos de verdaderas lacras sociales, que controlaban megabandas criminales. Así como se “solidarizaron” con El Koki, también lo hicieron con El Wilexis. En mayo de 2020 la periodista Ibéyise Pacheco, aseguraba:
“Las fuerzas policiales dirigidas por el ministro Néstor Reverol cumpliendo órdenes de Maduro, persiguen en Petare a Wilexis, no por cometer delitos como jefe de una banda, sino por oponerse al régimen”.
Agenda inconfesable
Pero detrás de estas aparentes muestras de ternura y candidez, en realidad se esconde una agenda inconfesable. Obviamente, estamos hablando del as bajo la manga de la violencia, que tantas veces se han jugado los extremistas, peses a tan malos resultados políticos. Y a pesar de tanto dolor provocado al pueblo venezolano.
Sin embargo, detrás de Guaidó hay una estrategia recurrente, respaldada y, muchas veces, diseñada desde el exterior. A esta causa se han sumado personalidades como la expresidenta de Chile y alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, quien en uno de sus informes sobre el país abría fuego político contra los cuerpos de seguridad.
“Me preocupan los altos números de muertes de jóvenes en barrios marginados, como resultado de operativos de seguridad”. En definitiva, un libreto interno y externo que guarda perfecta coherencia. La idea como ha explicado el vicepresidente sectorial de Seguridad y Paz y ministro para Relaciones Interiores, Justicia y Paz, A/J Remigio Ceballos Ichaso, es mostrar a Venezuela como un Estado frágil.
Desde esa perspectiva, se pueden justificar tanto el bloqueo, como opciones aún más extremas. Hablamos de una invasión directa o el inicio de una “guerra de perros”, atizada por mercenarios desde un país satélite como Colombia. Este formato guarda mucho parecido con la estrategia practicada en Siria y Libia.
Narcoparamilitarismo
Por su parte, el presidente de la República, Nicolás Maduro, ahonda sobre esta denuncia al precisar que: la finalidad de reinstalar a El Koki en las Tejerías, era implantar una base paramilitar a pocas horas de Caracas. Detrás de todo este plan se encuentran quienes controlan la Casa Blanca; y que a su vez se valen de sus apéndices, como el gobierno colombiano de Iván Duque.
“Estaban preparando una base paramilitar en Tejerías para atacar Caracas bajo una orden de Duque. Fueron financiados y entrenados por el narcoparamilitarismo de Iván Duque en Colombia”, sentenció Maduro.
La lucha por la defensa de la soberanía de la patria continúa. Mientras más fracasan en su intento, más impopulares se hacen estos nuevos liderazgos. Por lo pronto, los cuerpos de seguridad siguen tras la pista de El Conejo, otro de los socios de El Koki; quien como hemos visto venía siendo uno de los hombres de mayor confianza de Guaidó.
