Si algo hemos aprendido en estos últimos 20 años es que el contenido producido y difundido en las cadenas mediáticas, tanto nacionales como internacionales, dista mucho de ser inocente. Valiéndose de diversas tácticas, tras el ropaje de información e investigación, se encubren contenidos altamente ideologizantes, cuyo principal objetivo es presentar la realidad invertida. Pionero en la denuncia de estas prácticas fue el filósofo venezolano, Ludovico Silva, con un libro que por su vigencia bien podría reeditarse y distribuirse masivamente en la actualidad, como Teoría y Práctica de la Ideología. Hoy te presentamos 5 pasos esenciales para identificar a un mercenario mediático:
5 pasos básicos
1) Ubica la fuente de financiamiento
Siempre se ha dicho que el que pone la plata, pone la música. En el periodismo de baja ralea, es literalmente así. Hay términos propios del argot de la vieja escuela, como el palangre o conceptos teóricos más elaborados como la Información Dirigida, que retratan estas retorcidas prácticas de cuerpo entero. En el primer caso, el palangrista viene siendo como el antecesor directo del mercenario.
Con esa palabra tan pintoresca, como poco común, se designaba a aquellos comunicadores que se prestaban para difamar a cambio de una suma gruesa de dinero. También podían calumniar o falsear los hechos. La segunda opción es un poco más compleja y también más sutil; la estudió ampliamente el profesor, Federico Álvarez, en su ya clásico libro La Información Contemporánea. Aquí el medio presenta como información, lo que realmente es publicidad o propaganda a favor de tal o cual actor político o económico.
Bandas digitales
Y, finalmente, tenemos el caso del mercenario mediático, este suele presentarse como adalid de la libertad de expresión, pero en realidad comanda redes de extorsión que se dedican a la información dirigida. Vive del chantaje tanto a empresarios como a gobiernos de países poderosos. Entre los ejemplos recientes, más claros y vergonzosos, ocurridos en Venezuela destacan: Armando.info, el Efecto Cocuyo, El Pitazo y RunRunes, entre otros. En el primer portal destacan personajes, como Roberto De niz, quien encabeza una banda de “ciberperiodistas”.
Existe un expediente judicial amplio y detallado de denuncias efectuadas por empresarios que se han negado a pagar “vacuna” a Deniz, quien no da la cara pero se pasea por la mediática internacional como un “avezado investigador”. Con respecto al segundo medio, es pública y notoria la enorme suma de dinero recibida por la embajada británica, para hablar mal de Venezuela y enlodar la imagen del país. Efecto Cocuyo ha facturado al menos USD 1 millón del gobierno británico desde 2016. Pero además, todos estos portales han crecido al amparo de organizaciones “sin fines de lucro”, como el Instituto de Prensa y Sociedad Venezuela (IPyS-Venezuela) y Espacio Público, instancias que han recibido al menos USD 4 millones desde 2007, de entes como la USAID y la NED.
2) Chequea quién los alaba
En este caso aplica una lógica similar a la del viejo refrán: Dime con quién andas y… Pues bien no es nada casual que a Roberto Deniz, prófugo de la justicia venezolana lo defienda la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), ergo la vetusta OEA. Organismo, como todos sabemos, sumamente desprestigiado y plegado completamente a EEUU; al mando de un personaje siniestro de la política suramericana como Luis Almagro. También llama la atención las premiaciones que estas personas suelen recibir. Casi todos incluido Deniz han recibido reconocimientos del IPyS y de Transparencia Internacional. Vulgarmente, se pagan y se dan el vuelto.
Un caso tristemente célebre es el de aquel periodista de Venevisión, Luis Alfonso Fernández, quien “obtuvo” el premio Príncipe de Asturias por el bodrio de Puente Llaguno. Un vídeo donde se presentaba a las víctimas como victimarios. Más recientemente, Luz Mely Reyes, cofundadora y directora de Efecto Cocuyo, también ha recibido varios galardones internacionales, considerándosele una de las “30 mujeres intelectuales más influyentes de Iberoamérica”. Sin embargo, es obvio que tantas alabanzas no son gratuitas. Ese “reconocimiento” tiene un costo: servir de por vida a intereses extranjeros.
3) Rastrea sus inicios profesionales
Tampoco es nada casual que entre los fundadores de ambos proyectos, tanto Efecto Cocuyo, como Armando.info, destaquen periodistas de amplia trayectoria en medios impresos, que gozaban de prestigio, pero luego lo tiraron por la borda. Es el caso de El Nacional y El Universal, ambas organizaciones llegaron a erigirse como modelos de buen periodismo en un pasado remoto, pero luego se dedicaron a mentir compulsivamente. Su prontuario delictivo ha sido ampliamente analizado por intelectuales de la talla de Luis Britto García. ¿Quién puede sorprenderse de que “profesionales” con semejante escuela, puedan dedicarse a mentir y difamar? Roberto Deniz y Alfredo Meza, entre otros, se “foguearon” en esas “almas mater” profesionales.
4) Verifica si están fuera del país
Por regla general, todas estas personas que encabezan un supuesto movimiento de periodismo de investigación se han ido al exterior. Lanzan sus dardos desde la comodidad de quien se sabe protegido en otra nación. Especialmente, si sobre ellos pesan denuncias judiciales por difamación e injuria. Es el caso de Roberto Deniz, Ewald Shafemberger y Alfredo Meza. Todos se fueron al extranjero tras emitir acusaciones sin pruebas. Atacaron el programa de los CLAP y al empresario y diplomático venezolano, Alex Saab y se marcharon.
Contrasta esta conducta cobarde del mercenario, con la de verdaderos mártires del periodismo venezolano como Rafael Arévalo González y Fabricio Ojeda. Ambos baluartes de coraje y dignidad en épocas de oscurantismo. El primero soportó con estoicismo ocho años de presidio en la temida Rotunda de Gómez; mientras que el segundo renunció a su estatus de diputado, para consagrarse a la lucha guerrillera. Ellos sí dieron la cara hasta sus últimas consecuencias.
5) Analiza quién les da tribuna
Esto guarda estrecha relación con el segundo punto. Y es que tampoco es nada casual, que en un contexto de asedio como el que vive Venezuela, la mayor tribuna de Deniz, Shafemberg y Meza sean medios colombianos y mayameros, cuya línea editorial es abiertamente de extrema derecha. Como sucede con la Revista Semana, la cadena Univisión, o el también tristemente célebre entrevistador peruano y conspicuo mercenario, Jaime Bayley, entre otros. Son todas plataformas al servicio de oscuros intereses.
Conclusión: Si se cumplen al menos tres de las características anteriores, no cabe la menor duda, estamos frente a un mercenario mediático. Lo mejor que puede hacerse en estos casos es protegerse de estos contenidos putrefactos, evitando la exposición a ellos. La otra opción es chequearlos, pero con una lógica de psicología inversa. Todo lo que nos digan hay que interpretarlo al revés. Podemos hacer un símil bastante gráfico: si está comprobado que una comida es nociva por la pésima calidad de sus ingredientes, no tiene ningún sentido envenenar nuestro organismo con esa basura. Pues exactamente igual sucede con las historias del mercenarismo mediático. Y estas son aún más tóxicas porque envenenan el alma y la conciencia de quien las consume.