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Expediente News | El fenómeno Barbie: ¿Masas adormecidas o exhorto a la diversidad?

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Barbie la película (2023) ha generado polémica, porque se ha aprovechado de las ventajas de un viejo símbolo cultural, para poner el dedo en la llaga de temas siempre espinosos, como la sempiterna impronta del patriarcado o la necesaria tolerancia a la diversidad. Sin embargo, más allá de su mensaje, la respuesta del público mundial, vuelve a poner sobre el tapete la capacidad de los medios tradicionales para influenciar a las masas.

Por el auge de las redes sociales y la apertura de un sinfín de “posibilidades” comunicacionales, en algunos espacios académicos se llegó desestimar el estudio de los mass media desde una visión crítica, que pusiera el acento en las relaciones de poder. Diversas corrientes han tratado de sostener un discurso irreal, que defiende a los medios como inocuos. No obstante, la barbiemanía nos recuerda que con el marketing adecuado, las masas son susceptibles de ser manipuladas, sin que “ni siquiera sepan, que no saben“.

Esta película nos recuerda que los medios tradicionales están lejos de ser un gigante dormido y que aún conservan buena parte de su poderío. Incluso podría decirse que las redes y nuevos espacios surgidos, gracias a la tecnología, terminan convirtiéndose en altavoces potenciadores de su alcance y penetración. De otro modo cómo entender que legiones de jóvenes, ancianos, mujeres, hombres y niños se hayan volcado en masa a las salas de cine con atuendos evocativos de la famosa muñeca.

estreno de Barbie
Foto: Warner Bros
¿Masas adormecidas?

Un autor siempre cáustico, como el lingüista, filósofo y analista norteamericano, Noam Chomsky, siempre lo ha tenido claro. Por un lado en sus ya clásicas “10 estrategias de manipulación mediática”, el investigador nos explica que estas plataformas tienen interés por distraer a las personas de los temas realmente importantes. Por ello, en vez de ahondar en asuntos medulares como la amenaza nuclear, el cambio climático o la pobreza mundial, entre muchos otros; ponen el foco de la atención en aspectos intrascendentes. Pero además, suelen tratar a los individuos, como personas de poca edad.

Chomsky revela además que desde los mismos inicios de la comunicación masiva, a comienzos del siglo pasado, personajes como Walter Lipmann, Harold Lasswell y Edward Bernays, concibieron las relaciones públicas y los medios de comunicación, como un espacio natural de manipulación de la opinión pública, ergo, de las masas.

¿Rebaño rosado?

“Así pues, este es el ideal para alcanzar, para el cual se han desplegado grandes esfuerzos. Y es evidente que detrás de él hay una cierta concepción: la de democracia, tal como ya se ha dicho. El rebaño desconcertado es un problema. Hay que evitar que brame y pisotee, y para ello habrá que distraerlo. Será cuestión de conseguir que los sujetos que lo forman se queden en casa viendo partidos de fútbol, culebrones (telenovelas, seriados), o películas violentas”, asegura Chomsky.

La anterior cita fue tomada de su libro “El control de nuestras vidas”, que registra una conferencia dictada por el intelectual en febrero de 2000. Añadamos que en lugar de quedarse en casa viendo televisión, el rebaño asiste de rosado a las salas de cine. Y la reflexión tendrá absoluta vigencia 23 años después.

Negocio rosa

Otro autor igual de cáustico y polémico como Guy Debord, también ha sido implacable con la llamada sociedad del espectáculo. “La cultura integralmente convertida en mercancía debe también pasar a ser la mercancía vedette de la sociedad espectacular. Clark Kerr, uno de los ideólogos más avanzados  de esta tendencia, ha calculado que el complejo proceso de producción, distribución y consumo de los conocimientos acapara ya anualmente el 29 por 100 del producto nacional de los Estados Unidos; y prevé que la cultura debe tener en la segunda mitad del siglo el rol motor en el desarrollo de la economía, que fue el del automóvil en su primera mitad, y el de los ferrocarriles en la segunda mitad del siglo precedente”.

Este es otro aspecto clave que muchas veces pasa como de contrabando. Barbie además de un símbolo cultural, es prácticamente una corporación dentro de otra corporación gigantesca como Mattel. La muñeca en sí misma ha generado cientos de miles de dólares. Y ha dado pie para la creación de infinidad de subproductos como tiras cómicas, bolsos, carteras y accesorios, entre otros. Sólo en su primer fin de semana, el filme de Greta Gerwig ha roto récords de taquilla, recaudando más de 300 millones de dólares. Y así, en general, como atinadamente señalaba Debord, la llamada industria del entretenimiento y el espectáculo mueve cientos de miles de millones año tras año.

dólares
Foto: Crédito desconocido
¿Exhorto a la diversidad?

Por eso cuesta tanto trabajo creer que, por más que la película Barbie cuente con un guion inteligente y haga serias críticas al patriarcado, su objetivo central en realidad sea promover la reflexión y la diversidad. Pareciera más bien como indica Eduardo Caccia, una estratégica jugada oportunista. “Un éxito en la evolución de la marca ha sido saber con quién se junta y con quién no debe aparecer (escuchen aspirantes a puestos de elección popular). El licenciamiento no sólo ha generado millones de dólares para la compañía, también ha extendido el territorio Barbie a nuevos y rentados espacios. Nos guste o no, Barbie es un ritual contemporáneo y refleja los ideales, creencias y conductas de una parte de la sociedad (…) En política, religión y consumo, dame un símbolo y moveré al mundo, asegura el columnista en su artículo “La fiebre rosa”.

De manera que es bastante probable que la muñeca que por décadas representó un modelo del comportamiento esperado para la mujer, dentro de la sociedad machista y patriarcal; ahora se vuelve contra el mensaje original, sencillamente porque se ubica dentro de lo esperado en este tiempo. Una táctica, por cierto, también muy utilizada en el capitalismo para vaciar de contenido a distintas luchas sociales.

¿Muñeca salvadora?

Como reflexiona la tiktoker, Helena Sarda, el capitalismo es la superestrella de los sistemas económicos. Esto “porque agarra los movimientos que se le oponen y los absorbe vorazmente, se los apropia, los despoja de sus raíces radicales, los descuartiza, se hace un “peach smoothie” y te lo vende. Escucha Luisa, el machismo es feo, pero más feo es el socialismo”.

Sarda, cita a Marcuse para recordarnos su concepto de la tolerancia represiva. “Mecanismo mediante el cual el capitalismo aparenta ceder algo de su control a favor de un movimiento social. Cuando en realidad está reforzando su poder y debilitando la resistencia. La cara visible de esto hoy es el woke washing”.

Para algunos, puntualiza Sarda, el problema con el “woke washing” es que así se “invisibilizan las propuestas más revolucionarias de los movimientos y puede llegar a convertirlos en una moda pasajera más”. Y usted ¿aún cree que el fenómeno Barbie es un exhorto real a la diversidad o será más bien que las masas siguen adormecidas?

Venezuela News Radio 104.9 FM

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