El polémico libro Un juramento sagrado, escrito por el exsecretario de Defensa de la administración Trump, Mark T. Esper, sigue dando de qué hablar. En uno de sus capítulos, el autor admite que el secuestro del diplomático venezolano Alex Saab hacía parte de las opciones “blandas” para derrocar al presidente Nicolás Maduro.
“También sentí que era importante extraditar a Saab a los Estados Unidos. Sin embargo, si alguna vez hubo un ejemplo del viejo dicho <<aplastar una mosca con un mazo>>, fue este. Excepto que… no había pruebas de que la mosca existiera, y el martillo era tan grande como un mazo de carnaval”, asevera Esper en su texto para referirse a Saab.
Preguntas sin respuestas
Con esto da a entender claramente que en ningún momento existieron razones para justificar el grandilocuente despliegue militar que realizó su país en las costas de Cabo Verde. Con lo cual admite, así sea de forma indirecta, no sólo que no había ningún riesgo de fuga de Saab, sino que no habían razones reales para secuestrarlo y llevarle 491 días más tarde a EEUU.
“Lo más importante fue que nadie pudo responder lo más básico. Preguntas: ¿Cómo protegería la unidad expedicionaria a Saab? ¿Cómo disuadiría la acción? ¿Teníamos permiso para imponer marines en tierra para salvaguardarlo? ¿Teníamos permiso para interceptar algún avión iraní o venezolano que pareciera sospechoso? ¿Cómo reaccionaría Cabo verde ante una presencia militar tan grande? Las preguntas seguían, seguían y seguían”.
Esper fue un duro crítico de las decisiones adoptadas para complacer a los “halcones venezolanos” en el caso Saab. Así, en el libro deja constancia de su descuerdo con el despliegue militar para impedir una supuesta fuga de Saab. Algo que el ex alto funcionario calificó de ridículo.
Vueltas en redondo
“En mi opinión este no era simplemente otro caso de uso del <<botón fácil>> del Departamento de Defensa; fue el mal uso de las fuerzas armadas, otra de mis nuevas líneas rojas. Cogí el teléfono y llamé a O’Brien (Robert, ex asesor de Seguridad Nacional). Obviamente, estaba al tanto de la detención de Saab y de algunos de los rumores que circulaban, pero no de la solicitud de ARG-MEU (Unidad Expedicionaria Marina del Grupo de Preparación Anfibia). Robert dije: lo que está proponiendo el Estado es ridículo. Sacar del Mediterráneo a más de 3.500 infantes de marina y marineros, y varios barcos para navegar alrededor de una isla en círculos, es un gran desperdicio de capacidades escasas”, escribió.
Sin embargo, como se sabe las alertas de Esper con respecto a Saab fueron desoídas y EE.UU siguió adelante con su insólita e ilegal maniobra. Ese instante (y varias advertencias previas) de sensatez de Esper finalmente le costarían el cargo. “El presidente me despidió unas semanas después. Con mí fuera del camino los halcones de Venezuela presionaron a mi sucesor para un buque de guerra, que aprobó rápidamente. No mucho después de eso, el USS San Jacinto se desplegó desde Norkfolk, Virginia, en ruta a Cabo verde para vigilar de alguna manera a Saab mientras supuestamente disuadía una acción externa”.
Millones al mar
Esper precisa que, según investigaciones de The New York Times el costo operativo diario para mantener el San Jacinto en la estación fue de US$ 52.000. Una semana antes de Navidad, la tripulación de 393 marineros recibió pedidos. “Volver a casa para las vacaciones. (…) fue una decisión que puso en marcado contraste la falta de seriedad de esta misión en primer lugar“.
Asimismo, Esper recuerda los señalamientos del diario The New York Times, que describió este despliegue “como otro ejemplo del uso caprichoso de las Fuerzas Armadas por parte de la Administración”. A juicio de Esper y del diario norteamericano “un choque involuntario de la Armada con operativos iraníes o venezolanos es un asunto más adecuado para que lo resuelvan diplomáticos y abogados internacionales, lo cual nunca ocurrió”.
Trabajo por Venezuela
Esper también admite que las gestiones de Saab, como diplomático y empresario, siempre estuvieron encaminadas a hacer más llevadera la situación de la población venezolana. “Según los informes, bajo la dirección de Maduro, Saab estaba en una misión especial para negociar un acuerdo con Irán para que Venezuela reciba más combustible, alimentos y suministros médicos. Saab fue el hombre clave de Maduro durante mucho tiempo cuando se trataba de elaborar acuerdos económicos y otras transacciones que mantenían a flote al régimen”.
Una tarea por demás loable, sobre todo cuando Esper refiere, que hasta el propio Trump manifestaba pesar por el calvario que se hizo vivir a los venezolanos. “Qué terrible debe ser para esa pobre gente vivir allí”, relata Esper que decía Trump en un tono lastimero. Lo que resulta doblemente sarcástico y trágico, primero porque fue él (Trump) uno de los principales responsables de tanta crueldad y en segundo término porque su verdadero interés nunca fue la gente de Venezuela, sino el petróleo.
Ironías
En tono de burla Esper concluye este capítulo así: “Finalmente para cerrar esta historia, es importante señalar que Alex Saab fue extraditado a Estados Unidos desde Cabo Verde en Octubre de 2021, casi 18 meses después de que comenzara todo este drama. Parece que ningún comando ruso, iraní o venezolano jamás invadió el archipiélago del Atlántico Central para rescatarlo”.
Es evidente que el secuestro de Saab fue parte de un complot para perjudicar y asfixiar a Venezuela. El libro de Esper también deja al descubierto como el imperio más poderoso del planeta se maneja como si fuera una cantina. Otro signo más de su patente decadencia.