Cada día aumentan los síntomas de una mejoría económica en Venezuela. Gradualmente, la población va recuperando parte del terreno perdido, a causa de la mayor operación de ataque interno y externo, que se haya presentado en el país en 200 años de vida republicana.
Aún están abiertas las heridas colectivas infligidas al pueblo venezolano. Y es que con el mal llamado bloqueo económico, EEUU pretendió literalmente asfixiar a toda la nación. Enfrentamos un despliegue total, que hasta incluyó la puesta en escena de una campaña de xenofobia, contra aquellos compatriotas que emigraron hacia países vecinos.
El ataque se extendió incluso al campo deportivo. Un ejemplo lamentable fue la escena del jugador de la selección chilena de fútbol (categoría sub 20), Nicolás Díaz, llamando «muerto de hambre» a un atleta de la Vinotinto. Eso ocurrió en 2019, cuando un Donald Trump, ensoberbecido y fuera de sí, recrudecía la andanada de sanciones contra el país.
Trabajo gradual
Sin embargo, en paralelo las autoridades nacionales, con el presidente constitucional, Nicolás Maduro, a la cabeza desplegaron un trabajo de recuperación, que se concentró en rescatar el tejido productivo nacional y estabilizar las principales variables macroeconómicas.
La agenda económica y sus 16 motores productivos, que tanto atacó el jurásico y desparecido dirigente adeco, Henry Ramos Allup, han comenzado a mostrar logros concretos. Junto con una combinación de medidas antibloqueo, el Estado abonó, sembró y regó la semilla del emprendedurismo. Y ello está rindiendo sus buenos frutos.
Ante las barreras impuestas contra PDVSA y las serias dificultades para comercializar el crudo venezolano, el gobierno apostó a un sector privado responsable. Gracias a esas inversiones privadas la economía pudo evadir las sanciones y se ha ido conformando un interesante conglomerado de nuevas empresas y comercializadoras.
Menos rentismo
El economista y presidente de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, Jesús Faría, lo resume de este modo:
«Los inversionistas privados están realizando sus actividades por primera vez en mucho tiempo, aún sin la recuperación plena de los ingresos petroleros». Ello ha permitido el desarrollo de una nueva dinámica, «sin la dependencia extrema y exagerada que existió como consecuencia del modelo rentista del petróleo».
Y ese florecer de nuevas unidades productivas y de nuevos establecimientos comerciales, ha impulsado un círculo virtuoso, donde mayor producción ha hecho que aumente la oferta y al mismo tiempo el consumo. La economía como se dice coloquialmente, «se está moviendo».
Es una realidad que nadie puede desconocer. Esa es la verdad de Venezuela, que ha tenido su correlato en el renglón de alimentos y bebidas no alcohólicas. En este sentido, en 2021 se tuvo conocimiento de la apertura de 44 nuevos establecimientos de venta de víveres, incluidas tres nuevas cadenas de supermercados.
El presidente de la Asociación Nacional de Automercados y Autoservicios (ANSA), Ítalo Atencio, declaró recientemente que el crecimiento del consumo en el territorio nacional durante el año pasado fue de 7,4%. Ello generó un incremento en el valor del Producto Interno bruto sectorial (PIB) de aproximadamente 15%. De igual modo, el empresario señala que para este 2022 se espera que los indicadores positivos se mantengan, con un repunte en la compra de alimentos por el orden de 4% ó 5%.
Crecimiento parejo
Otro aspecto que confirman las declaraciones de Atencio, es que el repunte del consumo de alimentos no se ha circunscrito sólo a Caracas y a la región central. Al contrario, ANSA evidencia mayor adquisición de comida en Nueva Esparta, Zulia, Los Andes y el Oriente con el eje Barcelona-Puerto La Cruz a la cabeza.
Resaltó la recuperación en Maracaibo que, luego del declive agravado también por la pandemia, ahora está generando una dinámica «interesante». Pero la realidad del sector de comercialización de alimentos, se inscribe en un panorama recuperación integral.
Ciertamente, se registra una mayor producción petrolera, lo que redunda en mayores ingresos. A su vez, esto ha permitido estabilizar el tipo de cambio alrededor de 4,5 bolívares por dólar; y no menos importante derrotar a la hiperinflación.
Rasgos positivos
Son todos rasgos extremadamente positivos, que inciden en proyecciones favorables también para la producción interna. Así, 2021 fue el primer año de crecimiento económico desde 2014. De hecho, se le ha señalado como el año del renacimiento económico con un aumento del PIB superior al 4%.
Como explica el economista Faría: «La inflación viene disminuyendo (…). Ese es un indicador que la economía se comienza a estabilizar definitivamente, y es una condición fundamental para el crecimiento de la producción», relató.
De manera que las proyecciones ubican el crecimiento del PIB nacional para 2022 entre 4 y 5%. Sin embargo, el Credit Suisse Bank proyecta un crecimiento para Venezuela de hasta 20% para este período.
Futuro de bienestar
«Revisamos nuestra proyección de crecimiento del PIB real hasta el 20%, desde una proyección anterior del 4,5% (…) de ser exactos esta terminaría siendo de entre las cifras más altas en el mundo este año», refiere conocida institución financiera internacional.
Por su parte, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), considera que Venezuela será el país con el mayor crecimiento del PIB en Suramérica, por encima de Colombia, Brasil, Perú y Chile. El organismo está previendo un alza de 5% para la nación, frente a al 1,5% de los demás países.
Indicadores y hechos concretos, como el repunte del consumo de alimentos ratifican la percepción popular de que “Venezuela se arregló”. Obviamente aún quedan muchas dificultades por solventar, especialmente en materia salarial y de servicios, pero se deja ver en el horizonte un bonito futuro de bienestar e inclusión.