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Expediente.News | Campanada en Brasil: la extrema derecha global sigue al acecho

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Lo ocurrido en Brasil el pasado 8 de enero de 2023 guarda demasiadas similitudes con los intentos del trumpismo de desconocer su derrota electoral en EE.UU. De hecho, las conexiones son tan obvias, que los ataques registrados en Brasilia, parecen una versión “mejorada” del asalto al Capitolio norteamericano (06-01-2021). Ambos sucesos dejan en claro, que la extrema derecha global sigue al acecho, contra los pueblos y las instituciones democráticas.

El sistema norteamericano ha tenido una decisiva influencia cultural, política y económica, en Suramérica y América Latina en general. Igualmente, la extrema derecha norteamericana mantiene estrechos lazos con las facciones extremistas, surgidas en nuestros países. La verdad es que en el mundo hiper globalizado de hoy día, un activista de QAnon o de Alt-rigth, en nada se diferenciaría de un dirigente bolsonarista o, en el caso venezolano, de un guarimbero Leopoldista.

Brasilia protestas

Iguales pero subordinados

Aunque existen especificidades geográficas, en lo sustancial el concentrado ideológico de la extrema derecha global es el mismo. A saber: supremacismo, xenofobia, racismo, desprecio por el medio ambiente e intolerancia contra el movimiento LGBTIQ+. Sin embargo, en su accionar sí existe una diferencia: la extrema derecha subdesarrollada, se pliega sin cortapisas a sus amos de Norteamérica y Europa.

Una circunstancia que explica en detalle, el intelectual argentino, Atilio Borón. “Los fascismos fueron Estados rabiosamente nacionalistas. Pugnaban por redefinir a su favor el “reparto del mundo” lo que los enfrentó comercial y militarmente con las potencias dominantes. El nacionalismo de Bolsonaro (Jair, expresidente de Brasil), en cambio, es retórica insustancial, pura verborrea sin consecuencias prácticas”.

Lacayo preferido

Según, Borón, el “proyecto nacional” de Bolsonaro era convertir a Brasil en el lacayo favorito de Washington. Por ello completa: “Lejos de ser reafirmación del interés nacional brasileño el bolsonarismo es el nombre del intento, esperamos que infructuoso, de total sometimiento y recolonización del Brasil bajo la égida de Estados Unidos”.

Tampoco puede encontrarse ejemplo más claro de estas relaciones de subordinación, que en el proyecto del fenecido “interinato” de Juan Guaidó, en Venezuela. Quizás el Guaidosismo y sus secuaces llevaron esa genuflexión hasta límites impensados. Estos sujetos pretendieron despojar descaradamente a la nación de parte de su patrimonio (CITGO, oro depositado en Inglaterra, Monómeros, etc.). Inclusive, ofrecieron una porción de nuestro territorio en reclamación (Guayana Esequiba), como “recompensa” a una posible invasión militar.

Bolsonaro Cristina Fernández
Foto: Google
Claros telecomandos

Esas relaciones de clara subordinación entre los representantes la extrema derecha global, dan pie a diversas lecturas. Entre ellas destaca la del sociólogo portugués, Boaventura de Sousa Santos, quien denuncia vínculos específicos entre la extrema derecha norteamericana y la brasilera.

“El movimiento de extrema derecha es global (…). Es conocida la articulación de la extrema derecha brasileña con la extrema derecha estadounidense. El conocido portavoz de esta última, Steve Bannon, es amigo personal de la familia Bolsonaro y desde 2013 ha sido una figura tutelar de la extrema derecha brasileña”, explica Sousa Santos.

Importancia estratégica

No obstante, el científico social portugués sostiene que esta aventura no encontró un apoyo más decidido por parte de Estados Unidos, tan solo porque esa extrema derecha no se encuentra detentando el poder político actualmente en la Casa Blanca.

“Estoy convencido de que, si Estados Unidos hubiera dado las habituales señales de aliento a los aspirantes a dictadores, hoy estaríamos frente a un golpe consumado. Desgraciadamente, a la luz de una historia de más de cien años, esta posición estadounidense no se debe a un repentino celo por la defensa internacionalista de la democracia. La posición de Estados Unidos estuvo estrictamente determinada por razones internas. Apoyar el bolsonarismo de extrema derecha en Brasil sería dar fuerza a la extrema derecha trumpista estadounidense, que sigue creyendo que la elección de Joe Biden fue el resultado de un fraude electoral y que Donald Trump será el próximo presidente de Estados Unidos. De hecho, preveo que mantener una extrema derecha fuerte en Brasil será importante para los propósitos de la extrema derecha estadounidense en las elecciones de 2024”, adelanta el catedrático brasilero.

¿Cuál democracia?

La gran víctima de esta poderosa avanzada de la extrema derecha global, indudablemente que es la democracia. El sistema democrático ya no le viene bien a estas cúpulas aristocráticas. Más bien han optado por quitarse las caretas, porque ya no están dispuestas a aceptar “el gobierno de las mayorías, con respeto de las minorías”. En la era de la información, todos los recursos son válidos para arrojar dudas sobre los resultados electorales y justificar cualquier zarpazo antidemocrático.

“En los países democráticos, la estrategia de extrema derecha se basa en dos pilares: a) invertir fuertemente en las redes sociales para ganar las elecciones con el objetivo de, si las gana, no usar el poder democráticamente ni dejarlo democráticamente. Así fue con Donald Trump y con Jair Bolsonaro como presidentes; b) En el caso de que no prevea ganar, comenzar a cuestionar desde antes la validez de las elecciones y declarar que no acepta ningún otro resultado que no sea su victoria. El programa mínimo es perder por un pequeño margen para hacer más creíble la idea del fraude electoral. Fue lo que ocurrió en las últimas elecciones en Estados Unidos y en Brasil”, como sostiene Sousa Santos. Este recurso lo han intentado varias veces en Venezuela.

Lula Bolsonaro
Foto: Cortesía
Copia mejorada

A la luz de estos análisis queda poco espacio para pensar que lo ocurrido en Brasil haya sido un hecho aislado. Además, como sostiene Sousa Santos, las experiencias de un país sirven de referencia a otro y constituyen un aprendizaje. “La invasión de la plaza de los Tres Poderes en Brasilia es una copia «mejorada» de la invasión del Capitolio en Washington el 6 de enero de 2021, pues aprendió de ella y trató de hacerlo mejor”.

Por otro lado, hay demasiados indicios de que la extrema derecha global no descansa. La proliferación de estos movimientos en Europa, especialmente en los regímenes postcomunistas de Europa del Este, son un claro reflejo de la decadencia del mundo occidental. Producto de la crisis económica y la desafección política, el nazifascismo renace de entre las cenizas para plantar cara a los procesos derivados de la globalización económica como: la inmigración, la multiculturalidad y la homogeneización, entre otros. La respuesta a esta amenaza debe ser también global; y debería basarse en principios como la tolerancia, pleno respeto a la diversidad y a la soberanía, entre otros. La campanada en Brasil, nos ratifica que la extrema derecha global sigue al acecho.

Venezuela News Radio 104.9 FM

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