Si “Rusia es como una gasolinera cuyo propietario tiene una bomba atómica”, en palabras de jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, Europa es como un bombero queriendo apagar la guerra de Ucrania con la manguera de una gasolinera. Basta con observar que, en el último Consejo de Asuntos Exteriores, Borrell puso sobre la mesa de los ministros europeos una propuesta para destinar 20 mil millones de euros al Ejército ucraniano en los próximos cuatro años.
Esa será una de las cuestiones a debatir en el encuentro de los 27 ministros de Exteriores a finales de agosto en la ciudad española de Toledo.
Desde el inicio de la guerra en Ucrania, la Unión Europea y sus Estados miembros han destinado más de 70 mil millones de euros a ayuda a Ucrania y a su ejército.
De donante humanitario a proporcionar armas
Antes del conflicto de Ucrania, Europa era el mayor donante de asistencia humanitaria del mundo, pero ahora ha pasado a ser el mayor aportador de armas para combatir a Rusia. Lo más paradójico es que el dinero procede del llamado Fondo Europeo para la Paz. En la UE han pensado que si la OTAN, la organización militar que ha provocado los mayores bombardeos e invasiones de las últimas décadas, se hace llamar organización defensiva, por qué no se puede llamar fondo para la paz el dinero destinado a las bombas.
Además de propagandístico, el truco permite sortear el artículo 41.2 del Tratado de la UE que prohíbe expresamente que una guerra se pague con dinero comunitario. De modo que se han sacado de la manga la maniobra de sacar el dinero de Fondo Europeo para la Paz. Un fondo que se nutre de las aportaciones de los Estados miembros. Este fondo se estableció en 2021 con el objetivo de prevenir conflictos, mantener la paz y reforzar la seguridad y la estabilidad internacionales y que no cuenta con el control de parlamento europeo. Nada más iniciarse la guerra ya sacaron de allí 500 millones para canalizar el envío de armas, para financiar y coordinar el armamento destinado al frente de Kiev. El Fondo tenía una cuantía de 5.600 millones de euros, pero se lo gastaron en poco más de un año en armas para Ucrania. Y en los últimos meses se ha ampliado el gasto en numerosas ocasiones hasta llegar a los 12 mil millones actuales. Lo que empezó con un envío de cascos de protección enviados por Alemania, ya va por cazas soviéticos enviados por Polonia. Y van a más, la UE y Estados Unidos han donado a Kiev de forma progresiva munición, misiles de largo alcance, sistemas de defensa anti-aérea o tanques de combate.
Es curioso que la Unión Europea que no tiene autonomía propia para destinar grandes recursos militares fuera de la OTAN, los esté destinando a otro país y a una guerra que no está dentro de sus fronteras.
Hemos de recordar que el presupuesto del Fondo Europeo para la Paz para seis años (de 2021 a 2027) era de 5.692 millones de euros, y ya planean destinar 20 mil en los próximos cuatro, todos para Ucrania.
Y para más inri, sin que este gasto de armamento esté sirviendo para que Ucrania gane la guerra. Ya Borrell lo estaba reconociendo en una entrevista reciente: “La contraofensiva no ha roto el frente como el pasado otoño. Rusia ha construido unas defensas formidables, en algunos puntos de 30 kilómetros. Ucrania es ahora el país más minado del mundo, con cinco minas por metro cuadrado en el frente. En estas condiciones, la guerra es de tanteo y desgaste”.
Hasta el jefe de Gabinete del secretario general de la OTAN, Stian Jenssen, afirmó recientemente en un foro político en Noruega: «Creo que una solución (a la guerra) puede ser que Ucrania ceda territorio y reciba a cambio su ingreso en la OTAN. No digo que deba ser así, pero es una posible solución».
Armas para el mercado negro
Porque otra cuestión alarmante es el desvío al mercado negro de todas esas armas que se están enviando a Ucrania. Ya lo advirtió Jürgen Stock, secretario general de Interpol, en junio de 2022 avisó de que las armas que Washington y sus aliados estaban suministrando al gobierno de Kiev era probable que acabaran en el mercado negro mundial.
Esa predicción fue confirmada, por ejemplo, por Christer Ahlgren, de la Oficina Nacional de Investigación finlandesa (NBI), quien, en octubre de 2022, afirmó que las armas enviadas a Ucrania habían acabado en manos de la delincuencia, ya que habían encontrado el camino de vuelta a Finlandia, a Suecia, a Dinamarca y a los Países Bajos.
Recientemente, el exasesor del secretario de Defensa durante el mandato de Donald Trump, Douglas McGregor advirtió que también que los sistemas de artillería Caesar suministrados por Francia a Ucrania han sido vendidos en el mercado negro de armas, uno incluso podría estar en Rusia.
Todo ello está provocando que surjan voces discordantes en la UE al plan de Josep Borrell de enviar armas sin límites a Ucrania. Hungría ha anunciado que bloqueará desembolsos del Fondo Europeo para la Paz para pagar armas para Ucrania, algo que no había hecho hasta ahora.
En conclusión: armas para la guerra con fondos para la paz, para una Ucrania que está perdiendo el conflicto y desviando el armamento al mercado negro.