El esqueleto de un niño de Lapedo es la evidencia que buscaban los científicos para determinar que si hubo apareamiento entre humanos y neandertales.
Se trata de estudios que apenas salen a la luz, no obstante el hallazgo se remonta a hace casi 25 años y, gracias a él, se gestó la teoría de que el cruce entre humanos modernos y neandertales era la norma y no la excepción.
En Lagar Velho, en el valle de Lapedo, a unos 150 km de Lisboa, descubrieron en 1998 el esqueleto del bautizado como el niño de Lapedo.
De aproximadamente unos 4 años, había sido enterrado en este sitio en Portugal hace unos 29.000 años.
Gracias a este descubrimiento, se produjo un cambio en nuestra comprensión de los neandertales como especie.https://t.co/8xHQjihycj
— Miguel Ángel Díaz (@miandiaz) March 26, 2023
El niño de Lapedo tenía una anatomia diferentes
La comunidad a la que pertencía el niño era cazadora-recolectora, y de naturaleza nómada.
Cuando el niño murió, el grupo hizo un hoyo en el suelo, quemó una rama de pino y despositó su cuerpo envuelto en un sudario teñido de ocre sobre las cenizas, dijo la arqueóloga Ana Cristina Araújo.
En cuanto a la causa del fallecimiento, la arqueóloga dice que no hay pistas que apunten a una enfermedad o una caída. Por lo tanto, es posible imaginar una diversidad de escenarios.
«El niño pudo haber comido un hongo venenoso, o pudo haberse ahogado«.
Después de que lo trasladaran al Museo Nacional de Lisboa, comenzaron a estudiarlo en forma detallada.
Los investigadores manejaron dos hipótesis. Una era que el niño era el resultado de un cruce que había ocurrido una única vez entre un neandertal y un humano moderno.
La segunda hipótesis apuntaba que los neandertales y los sapiens mantenían relaciones sexuales entre ellos de forma regular.