La música de antaño guarda muchos secretos, historias descarnadas y voces magistrales. Este es el caso de Édith Paif, quien se convirtió en ícono parisino gracias a su voz mágica, cuerpo frágil, traje negro e historia trágica.
Para esta semana, la “Chanson Française” del siglo XX llega a Vin-hilo gracias al gorrión de París y de la mano de la periodista y melómana Gipsy Gastello.
Édith Piaf, es la artista parisina que con su talento revolucionó la música del siglo XX, en Francia. Su vida ha sido retratada en centenares de libros, películas, obras de teatro, musicales, exposiciones fotográficas; y sigue siendo de gran inspiración para los artistas emergentes que no se dejan doblegar ante las dificultades.
Fue la musa del París existencialista de los años cincuenta. Su aspecto desvalido le valió el nombre por el que es universalmente conocida: Piaf, que significa gorrión.
A pesar de haber llevado una vida marcada por una infancia difícil, ya que fue criada entre su abuela paterna y las prostitutas del burdel que su abuela dirigía, “la Môme Piaf”, logró levantarse de entre las cenizas como el ave Fénix en medio de un cáncer de hígado en conjunto con una artrosis reumatoide que iba deformando progresivamente su cuerpo. Además, era dependiente de la morfina, sufrió varios romances desafortunados y, finalmente, la alcanzó una muerte dolorosa y prematura a los 47 años.
La vida en rosa, es una de sus canciones más populares y la que la llevó a la fama internacional. La letra es de la propia Piaf y habla sobre cómo su amante le hace ver la vida en color rosa.
Desde entonces, numerosos músicos han versionado el tema, incluso Madonna, Lady Gaga, Andrea Bocelli, Mon Laferte y Pablo Alborán, entre otros. Además, da título al biopic protagonizado por Marion Cotillard, ganadora del Oscar de la Academia por su genial interpretación de Édith Piaf.
Su magnetismo en el escenario era tal, que las multitudes guardaban absoluto silencio hacia esa pequeña figura de 1,47 metros de altura, que no se podía mantener en pie por sí sola, con menos de 40 kilos de peso, dentro de un sencillo vestido negro que la identificaba y sus manos a los lados, inmóviles.
Pero, cuando comenzaba a cantar, su poderosísima voz dejaba a todos perplejos, sin aliento. Por esa fuerza es que las canciones de Édith Piaf son inmortales y continúan siendo poesía cien años después.
La cantante parisina es un símbolo de Francia. En el siglo XX, la expresión «la chanson«, de la cual Piaf es uno de sus máximos exponentes, se utiliza principalmente para referirse a cantautores, especialmente de estilo trovador.
Grandes clásicos, como “Bajo el cielo de París”, “Padam, Padam” y «No, no me arrepiento de nada» hicieron de esta cantante todo un ícono. Sus letras son una oda al alma del pueblo en plena guerra, a los golpes de la vida, a la cruda existencia humana.
«El gorrión de París» pasó por todo: vivió en la calle, conoció la miseria, la violencia, el alcoholismo, las drogas, los amores trágicos, y, finalmente, la muerte.
Hoy en día, sin duda, sigue siendo una leyenda, la leyenda del “music-hall”, así que tener su música en discos de acetato es todo un espectáculo, porque se puede apreciar su voz en su máximo esplendor.
Si quieren conocer más sobre lo mejor de la música vintage, no se olviden de seguir a @GipsyGastello en Twitter e Instagram.