Una vez más triunfó la democracia en Venezuela. El soberano expresó su voluntad con una participación de 41,8%, equivalente a 8.151.793 millones de personas, que ratificaron como principal fuerza política del país al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). La tolda socialista hasta ahora obtuvo 19 gobernaciones de 23, lo que representa 87% de los cargos en disputa. Entretanto, la oposición capitalizó solo 3 gobernaciones (13%). Barinas sigue en disputa y se definirá el próximo 9 de enero.
Indiscutiblemente, es una victoria significativa para las fuerzas revolucionarias, en virtud de las adversidades que confronta nuestro país. Sin embargo, hay que evitar a toda costa el triunfalismo. Y redoblar esfuerzos por realizar una gestión de máxima eficiencia con recursos escasos.
La situación demanda creatividad e ingenio en la implementación de políticas públicas, que se traduzcan en bienestar social. De tal forma que podamos ir recuperando, en cada uno de los estados y municipios, la calidad de los servicios básicos (agua, luz, aseo urbano, telefonía, salud, viabilidad y transporte público, entre otros).
La oposición terminó atomizada, dividida y sobre todo deslegitimada a raíz de la turbia praxis en torno a Juan Guaidó y su camarilla. Estos personajes pretendieron incendiar el país, plegados a intereses imperialistas (EE.UU). Así saquearon inescrupulosamente el erario público, comprometiendo activos y el patrimonio de la Patria en el exterior.
Oposición no tiene proyecto de país
Este sector carece de un proyecto de país integral, más bien la oposición se reduce a una subasta de intereses individuales, en menoscabo del interés nacional. Ello representa una fortaleza para las fuerzas revolucionarias. Sin embargo, también puede ser una gran debilidad, en la medida en que nuestros cuadros no sorteen acertadamente las demandas más sentidas del pueblo.
Así se produciría un desgaste importante para el movimiento revolucionario en su conjunto, que podría generar distanciamiento de nuestras bases de cara a próximos eventos comiciales. Basta recordar lo que sucedió en las parlamentarias del 2015, donde el voto castigo dio pie a un escenario sumamente adverso. Allí se fraguó la estrategia golpista que, afortunadamente, gracias al liderazgo y la sapiencia política del Presidente Nicolás Maduro, con la jornada de ayer ha sido derrotada definitivamente.
Pareciera que para el próximo año la opción del referendo revocatorio está cantada. La oposición podría jugar esa carta, para forzar unas elecciones presidenciales adelantadas. En este sentido, es pertinente abrir espacios a escala nacional para la discusión y la reflexión con rigurosidad. Pero sobre todo con alta capacidad de autocrítica, que nos permita hacer una lectura precisa sobre la actual coyuntura.
No hay que subestimar el poder financiero del gobierno imperialista de EEUU, su capacidad para comprar a billetazo limpio una unidad –circunstancial– de los factores de oposición, en torno a una candidatura única, que hipotéticamente según los mecanismos contemplados en nuestra Carta Magna se mediría contra nuestro líder, el Presidente Nicolás Maduro Moros.
Resulta clave generar procesos de control y seguimiento a todos los niveles con el objeto de elevar la eficiencia. Con ello fortaleceríamos, y en otros casos recuperaríamos el nexo con todos los sectores de la revolución.
Elio Córdova
Economista