La depresión es una enfermedad caracterizada fundamentalmente por un bajo estado de ánimo y sentimientos de tristeza, asociados a alteraciones del comportamiento, del grado de actividad y del pensamiento. Interfiere con la vida diaria en la capacidad para trabajar, dormir, estudiar, comer y disfrutar de la vida. La depresión es causada por una combinación de factores genéticos, biológicos, ambientales y psicológicos.
La Organización Mundial para la Salud (OMS) estima que a nivel mundial hay al rededor de 280 millones de personas que han experimentado cuadros depresivos.
Se estima que el 5 % de los adultos la padecen. Así mismo, según cifras de la OMS, 6 % de la mujeres tienen depresión, en mayor cuantía que los hombres, donde representan el 4 %.
Estar deprimido supone entrar en un estado de ánimo caracterizado por “la pérdida del placer o el interés por actividades durante largos períodos de tiempo“, dice la OMS.
Los estados depresivos pueden manifestarse de diversas maneras. Al respecto, la OMS indica que una persona podría experimentar un solo episodio de depresión. No obstante, un individuo podría vivir esta enfermedad de manera recurrente.
Estos son algunos de los síntomas que puede experimentar una persona con depresión:
- Manifestará dificultades para concentrarse.
- Experimentará un sentimiento de culpa excesiva. También baja autoestima y falta de esperanza acerca del futuro.
- Alteraciones del sueño.
- Cambios en el apetito o en su peso corporal.
- Sensación de cansancio o falta de energía.
- Pensamientos de muerte o suicidio.
¿Qué puedes hacer si crees que atraviesas un cuadro depresivo?
- Hablar con un profesional es el mejor punto de partida.
- Intenta realizar las actividades que solías disfrutar.
- Busca una red de soporte con amigos y familia.
- Incluye en tus hábitos una rutina de ejercicios o contacto con la naturaleza. Podría ser solo caminar.
- Trata de mantener hábitos alimenticios y de sueño saludables.
- Evita el consumo de alcohol y drogas ilícitas.
La depresión no es un signo de debilidad. Se puede tratar con terapia, intervención psicológica, medicación o con una combinación de estos métodos.