La actual coyuntura está marcada por profundos desequilibrios, la inédita situación económica venezolana no se explica desde viejos paradigmas del pensamiento económico neoliberal. Si ya existía un divorcio entre los preceptos teóricos y nuestra realidad latinoamericana, asistimos ahora a una brecha difícil de cerrar, especialmente si hablamos de nuestro país.
El pensamiento económico ortodoxo, ante la realidad venezolana, omite deliberadamente el impacto de las Medidas Coercitivas Unilaterales (MCU) en el tejido productivo y la sociedad en su conjunto. Asumen en sus sesudos análisis que estamos ante el producto de un conjunto de malas decisiones de política económica, que afectaban mucho antes de las MCU.
Por su parte, el pensamiento heterodoxo reconoce e identifica ciertos errores en la instrumentación de la política en los últimos años, aunado a los problemas estructurales de nuestra economía. No obstante, reconoce la marcada incidencia de estas medidas para acelerar exponencialmente los desequilibrios económicos y sociales, destruyendo buena parte del aparato productivo.
Desde una mirada crítica, esta problemática recrudece debido a la llegada del Presidente Hugo Chávez al poder en el año 1999 –por la vía democrática– con lo cual inició un conflicto por los cambios que introduce en la redistribución de la renta petrolera, en función de atender la deuda social acumulada por las políticas neoliberales del puntofijismo.
A partir de ese momento, los grupos de poder en Venezuela plegados a los intereses foráneos han atacado de múltiples formas al país (Guerra Difusa). El blanco principal ha sido, -y aún lo es– la economía, específicamente nuestra industria petrolera en virtud de la importancia que reviste para la economía nacional en el funcionamiento del sector productivo venezolano y, por otro lado, en la capacidad del Estado para atender los proyectos sociales.
Cualquier programa de recuperación económica desde la visión neoliberal está fundamentado en priorizar el equilibrio macroeconómico en detrimento de las grandes mayorías. Ante la actual coyuntura: ¿Qué hacer desde el pensamiento heterodoxo? Toda estrategia de crecimiento y desarrollo pasa por la activación progresiva de la producción de petróleo.
La incertidumbre que prevalece en el escenario nacional, por los recientes hechos de corrupción -en pleno proceso de investigación- hacen oportuno y necesario que los equipos de trabajo responsables en el ámbito petrolero presenten ante la Asamblea Nacional y el país, un plan de trabajo de corto, mediano y largo plazo que muestre la situación actual y futura de la petrolera con el propósito de promover confianza y transparencia de los procesos, elemento de medular importancia para atraer inversiones privadas -nacionales y extranjeras- en el marco de la geopolítica mundial que se configuró posterior al conflicto bélico Rusia y Ucrania (OTAN , EE.UU).
Replantear –en base a una precisa revisión de experiencias previas– la creación de un Fondo de Estabilización Macroeconómica que nos permita ahorrar los recursos excedentes provenientes de la venta de petróleo, para constituir una poderosa palanca que impulse en el mediano y largo plazo la diversificación productiva, como un paso indispensable en el transitar para la superación del rentismo petrolero.
Estas tareas patrias demandan la conformación de equipos de alto nivel técnico, científico y político que conozcan y evalúen experiencias en otros países -víctimas de bloqueo o no- a fin de producir rutas definidas, métodos de abordaje, acciones concretas, en fin, un completo mapa que trace el camino a seguir para sortear las dificultades y den orientación estratégica a las líneas político-económicas de acción que permitan alcanzar los más altos propósitos del proyecto político que lidera el presidente Nicolás Maduro, en favor del pueblo de Venezuela.