Un equipo de científicos pertenecientes a la Universidad de Harvard (EEUU) descubrió por qué múltiples construcciones romanas continúan conservándose después de 2.000 años.
Las estructuras lograron mantenerse por este largo período de tiempo por encima de otras obras construidas en la modernidad, que luego se derrumbaron en unas pocas décadas.
Investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts, conocidos por su sigla MIT, determinaron que gran parte de las construcciones romanas poseen base de cal viva. Dicho componente, permite que el hormigón pueda repararse por sí mismo.
Una de las obras que se evaluó en la investigación fue el Panteón de Agripa, construido en 126 d. C. Previo a este estudio, habían atribuido la duración del concreto romano “al uso de material puzolánico, como la ceniza volcánica de la zona de Pozzuoli en la mezcla”, detalló RT.
En ese sentido, los nuevos análisis demostraron que el hormigón de hace 2.000 años posee fragmentos blancos de carbonato de calcio. Gracias a ello, las estructuras tienen una mayor duración.
Al mezclar el componente con agua y roca caliza, estos tienen características que permiten al concreto reparar las grietas. Los expertos esperan reducir el impacto ambiental de la producción a través sus hallazgos.