La escena contemporánea es pletórica en ejemplos que demuestran la falsedad de las alegaciones de Washington y sus gobiernos vasallos en Latinoamérica y Europa de que vivimos en un armónico “orden mundial basado en reglas”.
Que existen reglas nadie lo duda; pero que esas fueron impuestas en gran medida por Estados Unidos y sus aliados tampoco suscita la menor duda; y tampoco que esa normativa es pisoteada por Washington y sus socios cuando no les conviene o cuando es necesario para promover sus intereses o implementar sus políticas.
El caso de Alex Saab es paradigmático en este sentido. Recordemos brevemente lo ocurrido. El 12 de junio de 2020, Alex Saab fue ilegalmente detenido por las autoridades de Cabo Verde a solicitud de Estados Unidos y luego de ser encarcelado durante un año y cuatro meses, sin haber llegado a término su proceso judicial, ni haber notificado a su defensa y familia, fue extraído por agentes de inteligencia de Estados Unidos el 16 de octubre de 2021
¿La razón de esta delictiva operación? Evitar que el nuevo presidente de Cabo Verde, quien iba a ser electo un día después de su extracción, lo pusiera en libertad dando cumplimiento a su promesa de campaña en la cual reafirmaba la necesidad de respetar las decisiones del Tribunal de Justicia de la Cedeao -la Comunidad Económica de Estados de África Occidental, que incluye a quince países de África Occidental- entre las cuales se encontraba la sentencia que exigía la inmediata liberación del diplomático venezolano.
De lo anterior se desprende nítidamente que Alex Saab es un prisionero político de EEUU, secuestrado según las prácticas de los grupos paramilitares que Washington promueve por doquier para evitar la culminación de un debido proceso en Cabo Verde que lo habría declarado inocente de culpa y cargo.
No solo eso: quien fuera así raptado es víctima de tortura física, psicológica y judicial, castigos que también se le infligen a sus familiares. No se le ha permitido recibir la atención médica que requiere su delicado estado de salud y tambien se le niegan las garantías del debido proceso.
Pese a que en diciembre del 2022 se presento un recurso de apelación ante el Circuito 11 de Georgia fundado en el respeto a la inmunidad diplomática de Saab que impide ser procesado, la fiscalía de EEUU maliciosamente ha solicitado prórrogas sucesivas para responder a la defensa y apenas dio su respuesta final el 4 de octubre.
Esta incalificable maniobra, que de hecho envía a la cárcel a un acusado sin tener sentencia firme en su contra, tendrá como resultado que la audiencia que trate su inmunidad tendría lugar no antes de agosto del 2024.
Este caso es uno más de las múltiples, infinitas, violaciones a la legalidad internacional que perpetra el gobierno de Estados Unidos, devenido en un infame dictador mundial que se arroga el derecho a imponer “medidas coercitivas unilaterales” a cualquier gobierno, empresa, institución o persona que no sea de su agrado o ponga en cuestión sus intereses y sus políticas.
La prepotencia y el desprecio por el debido proceso que padece Alex Saab encuentra su reflejo en las 930 sanciones que Washington ha impuesto en contra de la República Bolivariana de Venezuela esperando, inútilmente, que su gobierno caiga de rodillas. En otras palabras, ese “orden mundial basado en reglas” del que tanto se ufana el imperio y sus cipayos no es otra cosa que el código de una mafia en donde se impone ley del más fuerte. La agresividad de la Casa Blanca ha venido exacerbándose en los últimos anos ante la constatación de la irreversible declinación de su poderío en la escena internacional. La historia demuestra que los imperios se tornan más violentos y brutales a medida que se enfrentan con su ocaso. Por eso hoy más que nunca hay que exigir la inmediata liberación de Alex Saab y también poner fin a las sanciones que padece Venezuela por el imperdonable pecado – imperdonable para el imperio, por supuesto- de ser dueña de su destino.