Alex Saab cometió un crimen para el imperio norteamericano; el crimen de luchar contra el bloqueo de Estados Unidos a Venezuela. Vayamos al contexto. Era el 9 de marzo de 2015, y el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama (el Premio Nobel de La Paz en 2009 y que no pasó ni un solo día de sus 8 años de mandato sin estar en guerra), firmó un decreto de emergencia declarando al gobierno de Nicolás Maduro como una “amenaza nacional para la seguridad de los Estados Unidos”. Después de los fracasos del Golpe de Estado contra Hugo Chávez el 11 de abril de 2002, el paro petrolero de PDVSA entre diciembre de 2002 y febrero de 2003, o las protestas violentas de la oposición (conocidas como Guarimbas) en febrero de 2014 contra Maduro, entre otros intentos de desestabilización a la República Bolivariana de Venezuela dirigidos desde Washington, el imperio inició sus ataques de forma frontal.
Se iniciaba oficialmente el bloqueo contra Venezuela, ampliando las medidas de boicot durante los siguientes años. Medidas como anular al gobierno de Venezuela las transacciones y el acceso a mercados financieros estadounidenses, atacando al Banco Central de Venezuela, a sectores de minas y oro, alimentos, criptomonedas, y entidades como PDVSA, llegando finalmente al bloqueo total en agosto de 2019 tras el reconocimiento del gobierno de Trump al golpista Juan Guaidó en enero de ese mismo año como el presidente legítimo de Venezuela. Una acción que daba a Guaidó el control total de los activos y las propiedades del gobierno de Venezuela en suelo norteamericano, como la filial de PDVSA, Citgo, la mayor filial de PDVSA fuera de territorio venezolano.
Todas estas medidas creadas y dirigidas por el imperio norteamericano fueron acompañadas por sanciones de sus lacayos europeos como efecto dominó. Desde el presidente español, Pedro Sánchez, el “pelele de Trump”, al ser el primero en Europa en aceptar al golpista Guaidó como presidente de Venezuela tras el reconocimiento de Estados Unidos; el congelamiento de 1200 millones de dólares al gobierno de Venezuela en el Novo Banco de Portugal; o la Corte Suprema del Reino Unido suprimir el derecho del gobierno de Maduro a controlar sus reservas públicas de oro, valoradas en 2000 millones de dólares, depositadas en el Banco de Inglaterra.
Acciones de bloqueo con el fin de ahogar al pueblo venezolano e incentivar un levantamiento popular, dirigido, como siempre, por fuerzas externas contra el gobierno de Nicolás Maduro. Pero a pesar del crecimiento de las necesidades económicas en el pueblo venezolano y la provocación de un éxodo migratorio, Venezuela ha resistido e iniciado su despegue gracias a la conciencia revolucionaria de su pueblo y a la solidaridad internacional de muchos actores jugándose su propia libertad. Este ha sido el caso de Alex Saab.
Alex Saab es un empresario colombiano de ascendencia libanesa, que tras el restablecimiento de relaciones entre Venezuela y Colombia en 2010 con el nuevo presidente Juan Manuel Santos, inició su actividad económica en Venezuela. El primer proyecto fue el de la Gran Misión Vivienda de Venezuela, importar a Venezuela el material para construir millones de casas para las clases populares. Sus buenas relaciones con el gobierno venezolano hicieron que Saab conociera muy de cerca las consecuencias del endurecimiento constante del bloqueo de los Estados Unidos. A ello, Saab, en lugar de doblegarse y claudicar, se volcó como una brecha contra el bloqueo. En 2016, Saab se centró en apoyar con sus conocimientos y relaciones comerciales al recién fundado proyecto del gobierno bolivariano, los Comités Locales de Abastecimiento y producción (CLAP). Un proyecto de resistencia contra el bloqueo norteamericano para hacer llegar a todas las comunidades del país una gama de alimentos básicos importados, desde arroz, aceite, pasta, leche, azúcar, harina, entre otros.
La implicación de Saab, dada su amplia experiencia en negocios, para conseguir un comercio alternativo de Venezuela y resistir al ahogo del imperio, le llevó a ser designado como cargo diplomático de la República Bolivariana de Venezuela en abril de 2018, tras ser nacionalizado venezolano, en concreto como Enviado Especial de Venezuela e Inmunidad Soberana para potenciar las relaciones comerciales con países como Rusia e Irán, y en 2020 como Embajador Plenipotenciario en África ante la Unión Africana. Venezuela sabía que las acciones comerciales de Saab incomodaban al imperio al ser una grieta en su bloqueo férreo y la mejor protección era ser protegido por la Convención de Viena. Aún así, una vez más el imperio se saltó la legalidad internacional.
En junio de 2020, Saab volaba de Venezuela hacía Irán para potenciar las relaciones comerciales entre los dos Estados, pero al aterrizar en Cabo Verde para repostar el avión, fue ilegalmente detenido por las autoridades del presidente Jorge Carlos Fonseca. A pesar de algunos expertos de la ONU comunicar al gobierno de Cabo Verde que incumplía los Derechos Humanos por detener a un diplomático internacional, y permitir el proceso de extradición a otro país como los Estados Unidos, y sobre todo las torturas y tratos inhumamos hacia Saab, Fonseca en todo momento hizo caso omiso y aceptó la petición de extradición de los Estados Unidos por encima de la violación de la Convención de Viena. Hay que destacar que justo en septiembre de 2018, dos años antes de la detención de Saab, el presidente Fonseca ratificó un polémico acuerdo militar con Estados Unidos, el llamado Acuerdo sobre el Estatuto de las Fuerzas (SOFA en inglés) que otorga a personal y contratistas de Estados Unidos a estar en Cabo Verde haciendo maniobras militares con total inmunidad. Finalmente, tras estar más de un año detenido en cárceles de Cabo Verde, el Tribunal Constitucional de Cabo Verde aceptó extraditar a Saab para pasar a manos de Estados Unidos, el mismo país que bloquea a Venezuela saltándose acuerdos internacionales. Una detención ilegal que lleva a un juicio injusto.
La campaña mediática no dejó de sonar en los medios occidentales, pero como en su mayoría de veces no para informar sino para manipular a la opinión pública. Mientras Saab volcó todos sus esfuerzos contra el bloqueo norteamericano al pueblo de Venezuela (un icono actual de la Revolución Bolivariana), el imperio le acusa, dando eco sobre desinformación en sus medios, de ser un “corrupto testaferro” de Nicolás Maduro.
Querer que Venezuela pueda comercializar soberanamente con cualquier país del mundo, no es ser corrupto es simplemente ser internacionalista y antimperialista. Un crimen para los Estados Unidos.