Stockton Rush, director ejecutivo de la empresa OceanGate, fue uno de los cinco fallecidos por una implosión que sufrió Titán, un sumergible turístico que llegaría hasta los restos del Titanic en el Océano Atlántico.
Rush era el propietario del Titán, en reiteradas oportunidades le advertieron sobre los múltiples riesgos que podían costarle la vida a sus tripulantes y pasajeros.
Una de las advertencias vino de parte del explorador marino Rob McCallum, quien le explicó a Stockton que debía poner fin a los recorridos del Titán. Solo podía retomarlos, cuando tuviera una certificación de embarcación de organismos independientes.
Stuck calificó las advertencias de McCallum como «gritos infundados« y un grave «insulto personal», según los correos electrónicos que dio a conocer la BBC.
Además, Stockton Rush expresó su frustación por todas las críticas al Titán. Por este motivo, estaba «cansado de los actores del sector que intentan utilizar un argumento de seguridad para frenar la innovación».
«Más tarde, los abogados de OceanGate amenazaron con emprender acciones legales contra McCallum y la correspondencia terminó», destacó el medio RT.
A su vez, Rob McCallum le recordó que «estaba reflejando» lo mismo que ocurrió hace más de 100 años con el Titanic, supuestamente «imposible de hundir«. El 14 de abril de 1912, la embarcación se hundió en las aguas del Océano Atlántico donde murieron al menos 1.500 pasajeros.