Tal y como se veía venir, la alianza de los BRICS ha logrado un hito histórico al superar las expectativas y adelantar al G7 en términos de PIB.
La inclusión de los nuevos cinco miembros (Arabia Saudita, Irán, Etiopía, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos) el pasado mes de agosto, oficializado en su cumbre en Sudáfrica, ha supuesto elevar la riqueza colectiva de las naciones BRICS a 45 billones.
«BRICS» es el acrónimo de las economías nacionales emergentes de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. El término fue acuñado originalmente en 2001 como «BRIC» por el economista de Goldman Sachs Jim O’Neill en su informe Building Better Global Economic BRIC.
Las economías de Brasil, Rusia, India y China han experimentado un crecimiento significativo, lo que ha generado preocupaciones sobre su impacto en la economía global. Los ministros de Relaciones Exteriores de estos países comenzaron a reunirse informalmente en 2006, lo que condujo a cumbres anuales más formales a partir de 2009.
En diciembre de 2010, Sudáfrica se unió al grupo informal y cambió el acrónimo a BRICS.
Los países BRICS, con el 45 % de la población del mundo, superaron ahora a los países del G7 en el producto interno bruto (PIB) total del mundo en términos de paridad de poder adquisitivo (PPP) en 2020. Tras la ampliación, la diferencia había aumentado aún más, los BRICS ahora tienen un total de casi el 36 % del PIB mundial en comparación con el 30 % en poder de los países del G7, el grupo de potencias occidentales liderado por Estados Unidos y la Unión Europea. La principal expectativa es que las diez economías participantes sumen más de la mitad del PIB mundial antes de 2050.
Los BRICS crearon en 2015 el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) con un capital inicial de 100 mil millones de dólares. Con sede en Shanghái, su ambición es proponer una alternativa al Banco Mundial y al FMI. Al frente de él se encuentra la expresidenta brasileña Dilma Rouseff. Hasta el momento ha invertido 30 mil millones de dólares en proyectos de infraestructuras y desarrollo sostenible en los Estados miembros y en economías en desarrollo. Su objetivo es priorizar proyectos en monedas locales y disminuir la dependencia del dólar estadounidense.
El bloque se reúne una vez al año en una cumbre organizada por uno de sus cinco países miembros geográficamente distantes.
La hostilidad de Estados Unidos y la Unión Europa hacia Rusia y China, ha supuesto un replanteamiento de las relaciones comerciales y la mayoría de las naciones han tenido que tomar posiciones ante esta polarización geopolítica. Al contrario de lo que pensaban en Occidente, la mayoría de los países se han desmarcado de EEUU y Europa y han decidido acercarse a unas potencias emergentes más plurales y tolerantes que las occidentales.
El detalle más elocuente es que ninguno de los miembros de los BRICS han condenado de manera directa la ofensiva militar del Kremlin sobre Ucrania, a la vez que tampoco han implementado las sanciones económicas en su contra. Los BRICS reafirmaron en su cumbre de Sudáfrica, su posición «no alineada» y su reivindicación de un mundo multipolar.
Los miembros de esta alianza comparten el deseo común de afirmar su lugar en el mundo. Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, declaró al margen de la cumbre que quiere que los BRICS se coloquen «en pie de igualdad con la Unión Europea y Estados Unidos».
Otro de los objetivos del bloque es la desdolarización. De nuevo las políticas de sanciones económicas de Estados Unidos han sido la mejor forma de espolear al mundo para que abandone el dólar. Es verdad que no hay consenso entre los BRICS entre crear una moneda común, algo nada fácil, pero sí en ir abandonando el dólar en sus relaciones entre ellos. En la actualidad el comercio entre China y Rusia ya no usa la moneda estadounidense, sino las suyas nacionales.
Y se está estudiando establecer un sistema alternativo de pagos internacionales a SWIFT, la red internacional de comunicaciones financieras entre bancos y otras entidades financieras, utilizada habitualmente en el mundo y controlada por EEUU y Europa. Recordemos que muchos de los principales bancos de Rusia fueron excluidos de este sistema como parte de las sanciones occidentales contra Moscú. Es por eso que Rusia creó su propia alternativa.
Sin duda alguna el fenómeno de los BRICS es el acontecimiento más audaz de crear un modelo financiero y geopolítico multipolar en este siglo XXI.
La realidad es que durante el siglo XX, los países se descolonizaron políticamente, pero no lo hicieron económicamente.
Tras la caída del muro de Berlín y del fin de la guerra fría, se volvió a replantear el mundo, pero en nada benefició la globalización neoliberal a los países del sur. Los países ricos extraían materias primas del sur para desarrollar sus propias economías, mientras los países pobres seguían sin despegar condenado a ser meros suministradores de recursos de una economía global extractivista.
Además, los países ricos imponían su modelo de capitalismo financiero al sur con sus monedas, como el dólar, como instrumento de intercambio, generando que el sur, con sus gobernantes hechos títeres del norte, se convirtiera en un deudor creciente permanente y los bancos y organismos del norte como prestamistas. La deuda económica se convertía así en otra arma de control sobre el sur.
Sin embargo, todo esto está cambiando, el despegue de China, con un modelo político más soberano e independiente de Occidente. Con un talante menos soberbio y más respetuoso con otros modelos de países, China rompe el patrón de dependencia norte-sur, algo que culmina, por ahora, en los BRICS.
La mayoría de los países del globo, desde potencias emergentes históricamente humilladas hasta los más pobres, necesitados de socios económicos que les respeten y no les aplasten, abrazarán cualquier opción que deje atrás el modelo de globalización neoliberal que Washington imponía con su recetario de privatizaciones y la desregulación, donde el capitalismo financiero superaba el capitalismo productivo.
Se puede debatir sobre si China hoy es un modelo socialista tradicional, si es un capitalismo desarrollista e intervencionista, o incluso si es un claro capitalismo, pero sobre lo que no hay duda es que ha conseguido los niveles de desarrollo del norte sin ser del bloque occidental ni llevar a cabo injerencias neocoloniales.
China se ha convertido en modelo diferente, independiente del FMI o BM. Un ejemplo, como lo es Cuba dentro su poca influencia económica, de que se puede hacer otra política diferente.
Parte del interés de los BRICS es comprobar los éxitos del gigante asiático. Han comprobado que parte del triunfo de China es que, adoptando políticas de mercado, no ha permitido que ni las finanzas ni las grandes empresas tomen el control del país, que sigue dirigido por los líderes políticos comunistas.
No busquemos en la historia un modelo similar a los BRICS, su grandeza quizá sea su diversidad: ideológica, cultural, económica e incluso religiosa. Basta observar que se encuentren dentro de la organización dos de los mayores productores de petróleo del mundo, históricos enemigos, Irán y Arabia Saudita. Ambos ahora dialogando, comerciando y planificando el futuro gracias a la diplomacia confuciana de China. Tras su cumbre de Sudáfrica, se anunció que más de 40 países han expresado interés en unirse al BRICS y 22 han pedido formalmente ser admitidos.
En un mundo en el que, bajo el dominio de Estados Unidos, se han enfrentado capitalistas contra comunistas, islámicos contra cristianos y unionistas contra separatistas; bajo el paraguas de los BRICS, encontramos a los hindúes indios junto a los islamistas iraníes y los cristianos brasileños; a los comunistas chinos junto a los capitalistas saudíes; y al antiguo imperio ruso, junto al antiguo imperio persa y el antiguo imperio egipcio colaborando sin conflicto.
Mientras Estados Unidos se hunde sembrando guerras en el mundo, tiroteos en su calles y muertes por fentanilo entre sus ciudadanos, los «condenados de la tierra«, como diría Frantz Fanon, están creando el futuro de la humanidad.
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