En las últimas semanas el país se ha visto conmocionado por desastres naturales que, lamentablemente, han ocasionado pérdidas de vidas humanas y cuantiosos daños materiales. Obviamente nos referimos a los deslaves registrados en las poblaciones de Las Tejerías y El Castaño, ambas ubicadas en el estado Aragua.
Cada vez que ocurren fenómenos de este tipo suelen producirse interrogantes similares: ¿Era previsible? ¿Podían evitarse las víctimas fatales? Sin embargo, casi siempre se deja de lado otras preguntas claves: ¿Por qué ocurren estas catástrofes? Y ¿por qué se registran con mayor frecuencia alrededor del mundo?
Con respecto a las primeras dos interrogantes la respuesta suele ser mucho más compleja de lo que se ventila en medios y redes. Lo que sí está suficientemente claro es que la virulencia de ciertos sectores que ven en todo una “oportunidad” para atacar a las autoridades no aporta absolutamente nada.
La tierra se mueve
Como explican los expertos, el medio geográfico es un medio vivo, es decir que está en permanente movimiento, aunque a simple vista eso no sea perceptible. Hay fuerzas que provocan el movimiento de la superficie desde abajo (movimientos sismológicos), es decir desde el interior de la tierra; y otras que provienen desde arriba como son las precipitaciones.
Los avances científicos permiten medir ambos factores desencadenantes (precipitaciones y movimientos sismológicos). En el caso de Venezuela, contamos con la Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas (Funvisis) y con el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inameh). Sin embargo, como explica el geógrafo venezolano, Pascual Curcio Morrone, puede preverse que va a llover o que habrá actividad sismológica, pero es más difícil saber con precisión en cuánta cantidad.
Tragedia inevitable
A juicio de Curcio Morrone, una tragedia como la de Las Tejerías era inevitable. Esto, porque factores desencadenantes, como las precipitaciones y los sismos son aleatorios. “Tú puedes prevenir que va a llover, pero no puedes saber cuánto”. No obstante, el especialista considera que sí se habría podido mitigar un poco más el impacto en vidas, si la población hubiera estado más informada y concientizada.
Otra arista imprescindible para el análisis que, normalmente, es desechada, son las vulnerabilidades estructurales. De acuerdo con la lógica capitalista, los riesgos se potencian en las áreas de menos recursos. Es duro decirlo pero es la realidad, en estos casos, la peor parte la llevan casi siempre los más pobres. Y este esquema se repite también en la comunidad internacional: están más expuestos los países subdesarrollados.
Aspecto matriz
Pero más allá de estas consideraciones muy generales, hay un elemento crucial que al parecer es dejado a un lado deliberadamente. Estamos hablando del fenómeno del cambio climático y sus negativas consecuencias para la viabilidad de la vida en el planeta Tierra. Ciertamente, no es un tema que tenga mucha prensa en los sistemas hegemónicos de comunicación, porque su sola existencia configura una crítica demoledora a la lógica capitalista.
Básicamente, porque el cambio climático ha sido caracterizado como una de las contradicciones más letales del capitalismo. Y es que al anteponer el afán de lucro sobre el medio ambiente, la vida en el planeta se encuentra seriamente amenazada.
Es una realidad científicamente comprobada y denunciada por diversos pensadores, pero hábilmente silenciada. Entre quienes alzaron su voz contra este grave problema destacaron el filósofo húngaro Itsván Mészáros y el sociólogo estadounidense Inmanuel Wallerstein, entre muchos otros. Igualmente, líderes políticos mundiales como Hugo Chávez y Fidel Castro.
Crisis climática
Desde el Instituto de Investigaciones Científicas de Venezuela (IVIC), se alerta que la crisis climática ejercerá “presiones crecientes sobre la salud y el acceso a los alimentos y el agua en el planeta. Se intensificarán las migraciones forzosas. Las pérdidas y los daños aumentarán y serán cada vez más difíciles de evitar, concentrándose fuertemente en las poblaciones más pobres y vulnerables”.
De acuerdo con los científicos del IVIC, más de 40 % de la población mundial ya es altamente vulnerable. Los impactos y riesgos son cada vez más complejos y difíciles de predecir y de manejar; la vulnerabilidad climática se profundiza, al interactuar con las vulnerabilidades económicas, sociales y políticas.
Daños internos
El investigador Carlos Méndez, jefe del Laboratorio de Ecosistemas y Cambio Global del IVIC y jefe del Centro de Ecología, ha explicado que en Venezuela los efectos del cambio climático también se están evidenciando en el aumento de la temperatura, variabilidad en los ciclos de lluvias, proliferación de enfermedades, baja producción en algunos rubros; así como en el aumento en el nivel del mar.
Méndez explica que el país se ha visto afectado por este fenómeno en los últimos 20 años y que se estudian sus posibles implicaciones en los próximos 50 años. En el IVIC se ha estado abordando el problema desde dos perspectivas importantes, planteadas dentro de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático, como son la adaptación y mitigación.
Alertas de la ONU
En uno de sus más recientes informes la Organización Meteorológica Mundial (OMM), advierte que a medida que aumenta el calentamiento global, no se pueden descartar «puntos de inflexión» en el sistema climático. Y la ambición de las promesas de reducción de emisiones para 2030 debe ser siete veces mayor para lograr el objetivo de 1,5 °C del Acuerdo de París.
De acuerdo con este organismo en 2021 las emisiones globales de CO2, volvieron a niveles de 2019 (antes de la pandemia de la Covid). Estas condiciones están generando que siga aumentando la temperatura de la superficie global y otros cambios climáticos. “Sin un plan ambicioso, el impacto físico y socioeconómico del cambio climático será devastador. (…) Las poblaciones más vulnerables, serán las que más sufran. (…) Esta situación es atribuible en un 70% a las emisiones humanas”.
Tragedias por doquier
Y este año 2022 las tragedias y catástrofes naturales han estado, por desgracia, a la orden del día. A la fecha se contabilizan más de 20 eventos que van desde terribles inundaciones como las de Petrópolis (Brasil) y Pakistán, hasta olas de calor extremo en Europa e India. En el llamado viejo continente han experimentado lluvias torrenciales alternadas con devastadores períodos de sequía.
Son todos signos incontestables de que las relaciones de la humanidad con su Madre Tierra no marchan nada bien. Lo peor es que los países más poderosos, con EE.UU a la cabeza, no solo siguen desestimando el problema, sino que se niegan a ceder para reducir con más determinación sus emisiones de CO2.
Por eso la ONU recomienda elevar el trabajo de activación de sistemas de alerta temprana. Ya que estos serán fundamentales para salvar vidas y reducir daños materiales. Este tipo de protocolos también serán claves para reducir los riesgos de eventuales desastres naturales.
Aunque no ha habido todavía un pronunciamiento específico de los organismos científicos venezolanos, no luce descabellado pensar que tanto Las Tejerías, como El Castaño, son secuelas del cambio climático, bien de forma directa o indirecta. Al fin y al cabo como expresa el editor y sociólogo norteamericano, John Bellamy Foster, «nuestra relación con la tierra es nuestra relación material más fundamental de la que emergen nuestra producción, historia y relaciones sociales».
