Una de las herencias más pesadas que le dejó el republicano, Donald Trump, a su sucesor, el demócrata, Joseph Biden, fue el paquete de Juan Guaidó. Desde un principio, la nueva administración de la Casa Blanca había dado muestras de no saber qué hacer con este personaje, digno del surrealismo; pero nunca como hasta ahora habían dado una señal tan clara de que no les importa para nada la presidencia imaginaria de Venezuela. Guaidó apesta para los EE.UU.
También es verdad que luego de varias confesiones, entre ellas la del propio exsecretario de Defensa de Trump, Mark Esper, se había hecho público que el mismísimo magnate neoyorkino, sentía desprecio por Guaidó. El concepto que tenía Trump acerca de Guaidó era el de un hombre “débil”, sin carisma y sin liderazgo. Así consta en el polémico libro Un juramento sagrado, donde queda registro de la poca fe que tenía Trump en Guaidó.
Sin embargo, las cúpulas norteamericanas, fueron fieles a su tradición de continuidad de las políticas “institucionales”. Y no les había quedado más remedio que seguir llevando a la espalda el pesado fardo del interinato. Así lo había hecho con su ambigüedad tan característica el nuevo presidente Biden y su equipo más cercano de colaboradores. Pero recientemente en la incompleta Cumbre de las Américas, celebrada en Los Ángeles, todo cambió. Y en el contexto de una crisis energética a raíz del conflicto bélico entre Ucrania y Rusia, EE.UU. terminó de darle la espalda a Guaidó.
Ridículo internacional
Ambos, las cúpulas estadounidenses y el propio interino, quedaron en un soberbio ridículo internacional. Ante la pregunta insistente de la periodista venezolana, y recalcitrante opositora, Carla Angola, acerca de la ausencia de Guaidó en esa Cumbre, la presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU, Nancy Pelosi, ni siquiera recordó quién era el personaje.
“Yo tengo una pregunta acerca de Venezuela, porque estos importantes documentos acerca de la inmigración, mencionan todo el tiempo a los migrantes venezolanos; pero la persona que ustedes reconocen como líder, el líder democrático en Venezuela, no está aquí ¿Qué piensan de la ausencia de Juan Guaidó aquí?”, preguntó la periodista Angola. La respuesta de Pelosi fue épica: “¿De quién?”
Entonces Angola le recordó: “Juan Guaidó, el presidente interino de Venezuela, que ustedes reconocen”. Y Pelosi replicó con expresión de enfado: “Pero yo quiero hablar sobre los que están aquí. Quien está aquí es el presidente de los Estados Unidos y eso ha sido dicho”. Con una respuesta tan tajante quedan claras dos cosas: 1) A EE.UU ya no les importa Guaidó ni la figura del interinato; es como se dice un cartucho mojado con el que deben cargar a regañadientes y 2) Carla Angola, periodista y otra consentida del Trumpismo ya no tiene ninguna ascendencia sobre la nueva élite.
Otras agendas
Y en paralelo mientras más desinfla el supuesto interinato y su estrategia de “presión internacional», más se fortalecen los acercamientos entre Estado Unidos y las verdaderas autoridades de Venezuela para retomar el bombeo de crudo criollo hacia los mercados internacionales.
Luego de autorizar las operaciones de Chevron, hace pocos días, la administración norteamericana dio luz verde a las petroleras europeas Repsol (España) y ENI (Italia) para trabajar con hidrocarburo nacional, sin exponerse a sanciones. Aparte de apostar por una reactivación del mercado petrolero venezolano, todo indica que, hace rato Guaidó dejó de ser la “estrella” reconocida internacionalmente por más de 50 gobiernos del mundo, obviamente con Estados Unidos a la cabeza.
Esto ya es cosa del pasado. Como ha dicho el sociólogo y analista Marco Teruggi, una de las peores inversiones del gobierno norteamericano ha sido la oposición venezolana. Esto porque le han inyectado enormes cantidades de dinero a unas cúpulas internas que solo le han ofrecido derrotas y fracasos a la Casa Blanca. Y lo que es peor a muchos de esos “líderes”, como Antonio Ledezma, Leopoldo López y Julio Borges les viene bastante bien la narrativa de ser “exiliados”, viviendo a cuerpo de rey en diferentes destinos internacionales.
Elecciones a la vista
Por otra parte la proximidad en el horizonte de unas elecciones presidenciales para 2024, en Venezuela, también reconfigura obligatoriamente el panorama y las estrategias. Es probable, como indica Teruggi, que los Estados Unidos impulsen una reactivación del mecanismo de diálogo instalado en México. Algo que el gobierno venezolano ve con buenos ojos. Pero ha puesto varias exigencias en el tapete, especialmente la liberación del empresario y diplomático venezolano, Alex Saab, actualmente secuestrado en los EE.UU.
La cadena de derrotas que se derivan de las políticas extremistas diseñadas por las alas más radicales de Voluntad Popular y Primero Justicia, prácticamente han dejado aislados a los violentos. Si la oposición quiere renacer de sus propias cenizas, no le queda más remedio que apegarse a la ruta democrática y empezar desde ya a realizar un trabajo político.
Algo que tampoco luce fácil ante la orfandad de líderes con aceptación popular. Así como la carencia de una narrativa que aglutine a las personas y convoque a la esperanza. El chavismo por su parte tiene el reto de optimizar sus gestiones regionales y municipales. Con ello debe coadyuvar decididamente a mejorar las condiciones de vida de la población. Entretanto, el gobierno nacional está enfocado en consolidar una fase de recuperación económica que abra las compuertas, hacia una etapa de prosperidad.
Los venezolanos de bien tenemos mucho trabajo por delante. Pero Juan Guaidó apesta hasta para EEUU, el Frankenstein le hiede hasta a sus propios padres políticos.
